Logan, el hijo de un poderoso mafioso francés, es obligado por su padre a ir a vivir con un mafioso mayor para satisfacer sus deseos.
Revolté, intenta escapar, pero es capturado y llevado a la casa de ese mafioso. Atado a una cama, es sometido a la más deliciosa de las torturas: la del placer.
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Capítulo 22
Como mafioso fui entrenado con uñas de hierro por mi padre y mis profesores de lucha callejera y artes marciales, mi padre me formó como mafioso y el hombre que soy, un mafioso exitoso, rico, peligroso, sin embargo, amargado y con muchos secretos que me persiguen y generan miedo en mí, miedo de que descubran lo que me hicieron y que mi padre ocultó para no manchar su honor, según él, yo quedaría marcado, y los mafiosos no me respetarían, entonces él con la ayuda de mi madre silenciaron el caso y trataron mi trauma en silencio, y fue duro recuperarme, y voy a contar la historia de lo que me sucedió en la adolescencia, más precisamente cuando tenía dieciséis años.
En aquella época entrenaba con un profesor de artes marciales alemán, recuerdo hasta hoy su nombre, Adolf Draco.
Sus entrenamientos de muay thai eran violentos, e incluso botellas de vidrio llenas de arena rompí con puñetazos, patadas, rodillazos, codazos e incluso cabezazos, si sus entrenamientos eran exhaustivos para mi padre que ya era un hombre hecho y derecho, qué dirá para un niño de apenas dieciséis años, yo sufría y varias veces tuve que lidiar con contusiones y dislocaciones de huesos que mi padre colocaba en su lugar y al otro día tenía que entrenar. Ahí por estar herido los entrenamientos eran más leves, pero aun así tenía que entrenar para hacerme hombre, así pensaba mi padre.
En una ocasión así que obtuve la última graduación de Muay Thai que entreno desde los nueve años, mi profesor alemán me invitó a una fiesta en su casa, para celebrar. Al fin y al cabo, no todos aguantaron el entrenamiento de Adolf Draco, por muchos él, era en la época considerado cruel, un diamante en bruto, temido por unos, respetado por otros, así era Adolf Draco.
Si supiera lo que él tramó para mí, no habría ido, es más, no quería ir, pero mi padre insistió para que fuera así, yo representaba a la mafia francesa ante un profesor que según él mismo dijo pertenecía a la mafia alemana.
Yo fui, en la época mi padre no permitía que los hombres tuvieran seguridad, pues, son entrenados para ser hombres fuertes y defenderse, para mí normal, pero antes un seguridad me hubiera acompañado para que yo pudiera dar señal y él entendiera mi pedido de socorro.
En aquella casa había muchos hombres mafia alemana, y algunas mujeres también y cuando llegué, me quedé en compañía de la hija de Draco, que según él sería mi mujer cuando cumpliéramos la mayoría de edad en dos años.
Yo no sabía más, ella también estaba involucrada en el plan que aquel hombre arquitectó para hacerme el mal y cambiar mi vida para siempre.
La fiesta estaba divertida, hombres divirtiéndose algunas veces, seis de ellos hasta el propio Draco me hacían señas. Una situación normal en fiestas dirigidas, mafia.
Las horas fueron pasando y Denise la hija de Draco, me dio un refresco que yo no sabía, estaba bautizado con drogas.
Me mareé y Adolf Draco me amparó y me llevó para uno de los cuartos de su casa, según él iba a avisar a mi padre que yo iba a dormir allí y al día siguiente él me llevaba.
Me desmayé y cuando desperté estaba en el cuarto con siete hombres, todos sin ropa, los hombres eran Draco y otros seis alemanes.
De un salto me levanté de la cama y partí para la lucha, siete hombres desnudos con un chico, buena cosa no daría.
Intenté golpear a Draco, pero él me interceptó y dijo que él me enseñó mucho sobre el Muai Thay más no todo.
— Relájate Olivier, te va a gustar.
— Estás loco Adolf déjame ir.
— No de aquí, no saldrás antes de que te follemos los siete sabroso.
Draco me tira en la cama y comunica a los otros que será el primero y piden que sean pacientes, pues él demora para llegar allá.
Mis ropas son arrancadas por Draco en menos de un minuto.
— Ese será tu entrenamiento más difícil y en ese no voy a aliviar contigo.
Él invade y el dolor fue horroroso, yo grité y él decía que yo podía gritar a voluntad que nadie iba a oír, yo freía, él bombeaba y se reía de mí.
— Deja de gritar y sé hombre mientras eres follado por mí, Olivier, por mí y por los otros amigos que esperan por su vez.
Él me golpeaba mientras me follaba, si yo gritaba, tomaba un puñetazo en la espalda y perdía el aire. Hasta que él terminó.
Me gira para él e intenta besar mis labios y yo escupo en su cara:
— No voy a permitir que me beses Draco, eso no.
— Mira el chico, queriendo desafiarme, él fuerza mi cabeza para arriba e invade mis labios con los suyos.
Siento a alguien entrar en mí y comenzar a bombear, mientras el asqueroso de Draco me besa la boca.
Yo muerdo su lengua y él me da una bofetada en la cara.