La Heredera Exconvicta.

(Mia).

Abrí la puerta de mi hermosa casa.

Entré y estaba totalmente vacía, aunque el ruido de afuera la hacía retumbar.

Me senté en la sala a esperar a Dani, pero en ese momento oí un ruido extraño, venía del estudio de mi Papá; sin embargo pensé que allí estaba, Daniela Efraín y su Padre aclarando la absurda mentira que Óscar había inventado.

Pero, en un momento escuché un leve grito pidiendo ayuda, pensé que quisa había oído mal, porque con el ruido del gentío en el jardin y la musica, no fue muy claro lo que había escuchado, ademas me costaba trabajo pensar que Dani estuviera en peligro.

Sin embargo volví a escuchar otro ruido y esta vez fue más fuerte y acompañado de un leve quejido.

Mi corazón en ese momento empezó a palpitar abruptamente, como si presentía que algo muy malo estaba ocurriendo o estaba por ocurrir.

Escuché una vez más y pude confirmar que si, el quejido era de Dani.

Yo no entendía que estaba pasando, pero tenía que averiguarlo y tenía que ayudarla si estaba en peligro.

Corrí hasta el estudio, abrí la puerta, la luz era un poco tenue, pero podía ver bien, parecía un ambiente adaptado para algo en específico y el ruido fue aún más fuerte, aparentemente no había nadie.

Yo iba esperando encontrar a Efraín y Dani en una acalorada discusión, y a Oscar observando, sin hacer nada, hasta llegue a pensar que la habían golpeado, y que estaba tirada en el piso, así que caminé despacio, oyendo los lamentos y peticiones de auxilio ahogados de Dani.

Me acerque aún más, para ver detrás de la enorme mesa de madera tallada donde trabajaba mi Padre y allí pude contemplar lo más asqueroso que una mujer puede vivir, el suceso era aún peor de lo imaginado.

La escena, me paralizó por unos segundos, estaba pasmada, mi cuerpo se estremeció, una sensación de asco se opoderó de mi descontroladamente y me recorrieron escalofríos de pies a cabeza.

Mi pequeña Dani, estaba siendo ultrajada asquerosamente.

El gigantesco hombre tenía sus pantalones y ropa interior hasta las rodillas, su asqueroso y regordete trasero al descubierto y estaba sobre el pequeño cuerpo de mi amiga.

Con una de sus manos, tenía inmovilizadas por sobre su cabeza las manos de Dani, con la otra mano le tenía tapada la boca para que ella no gritara, y con sus asquerosas piernas hacia fuerza como una bestia, para ultrajarla.

Los movimientos asquerosos del hombre, me indicaban qué Dani estaba siendo abusada.

Las piernas de Dani estaban a cada lado del tronco del hombre y se movían tratando de hacer algo con ellas; pero mi amiga era muy pequeña, y el hombre muy grande y pesado.

El Maldito, era como un animal endemoniado y sin control.

Al ver todo eso, yo grité aterrorizada.

—MALDITO COBARDE... DEJALA, AUXILIOOO...—Solo esperaba que alguien nos ayudara, pero afuera nadie podría escuchar nada, la musica estaba demasiado fuerte y quién se iba a imaginar lo que estaba sucediendo adentro.

Yo buscaba algo que me ayudara a defender a Dani, pero era como si todo estaba en nuestra contra, no había ni un jarrón, ni una silla, no había objeto alguno con el que yo pudiera golpearlo.

Intentar golpearlo con mis propias manos me parecía imposible, porque el hombre era gigantesco, y estaba como poseído.

Dani estaba allí, tirada y aunque no podía ver su rostro, yo sabía con seguridad que lloraba amargamente.

Después de unos eternos segundos, mi mente se desbloqueo, yo sabía que tenía que defender a mi amiga de alguna manera.

Y allí fue cuando recordé el arma qué el mismo asqueroso, me había mostrado y enseñado a usar, yo estaba a solo 4 pasos de donde el hombre tenía a Dani imposibilitada y por su puesto que a Él, no le importaba mis gritos de terror, parecía que no se detendría.

Él hombre, al escuchar que abrí la gaveta en donde estaba el arma se quedó inmóvil por un momento; como si sabía lo que yo estaba haciendo, como si esperaba que yo apuntara y disparara, parecía listo para algo.

Por un momento pensé, en solo gritarle y amenazarlo, pero que pasaría con este podrido hombre, quien lo haría pagar por lo que había hecho, era un cobarde que no merecía vivir, acaso era de esos hombres que andan por alli manoseando y abusando de mujeres indefensas, eso era obvio, había abusado de mi mejor amiga.

—MALDITO ASQUEROSO, — le dije a gritos, apuntando y quitando el seguro del arma.

El hombre se dio la vuelta, dejando una de las piernas de Dani debajo de su pesado cuerpo, sin importarle tener su asqueroso miembro al aire libre y totalmente erecto, su mirada era lujuriosa, maquiavélica, era como un loco, estaba totalmente poseído, mi amiga, por el contrario, lloraba en silencio, lloraba impotente, incapaz.

Su cuerpo desecho ultrajado parecía como el de una muñeca de trapo, totalmente destrozada, ella estaba en una especie de shock, sin poder moverse, yo también temblaba, pero no de miedo, lo hacía de ira, de rabia, de indignación, por lo que estaba viendo, era un acto de cobardía total.

Yo seguía apuntando con el arma, mis ojos directos a los del asqueroso, yo quería acabar con Él, era un maldito abusador.

—Hazlo, me dijo, dispara... acaba conmigo de una vez, o quieres que yo me siga divirtiéndo con tu sirvienta, o es que quieres que me divierta contigo.

 ¡¡Ho noo, ya se con las dos al mismo tiempo!!...—al oírlo, mi estomgo revuelto quizo vomitar, yo ya no podía soportarlo más, sin decir nada, di un paso más cerca de donde estaba, ya había tomado una decisión.

Él miraba atentamente, mis manos puestas en el arma, miraba mi dedo a punto de jalar el gatillo, cómo si no quisiera perderse el movimiento qué yo hacía.

Yo apuntaba a su pecho, y cuando moví mi dedo para disparar, el hombre en un microsegundo jaló a Dani, dejándola sobre su torax, pero yo no había disparado.

Al contrario, al ver su maquiavélica intención, me quedé viendo sus ojos, y aún con Daniela sobre su cuerpo apunté directo a su cabeza.

En esa milesima de segundo, el hombre se quedo paralizado, sin saber que hacer, y al ver mi arma apuntando a su cabeza, vi miedo en sus ojos, vi mucho miedo, Pero yo, estaba decidida.

Y sin importar lo que pasara después disparé...

¡¡Mi puntería fue exacta!!

Fue un solo disparo, y cayó directo en medio su frente, un hilo de sangre empezó a escurrir por el piso, mi corazón palpitaba tan fuerte, como si estallaría, las manos me temblaban tenía los nervios al máximo descontrol.

Pensé en correr a ayudar a Daniela, cubrir su desnudez, pues su ropa estaba totalmente desgarrada.

Pero en ese instante, la puerta se abrió con violencia.

Los primeros en entrar fueron, Eugenia y Efraín.

Ella al verme con el arma en la mano gritó.

—ASESINA...— ¿como sabía? y ¿por que lo decía?

Si, el escritorio de Papá cubría el cuerpo inerte de Óscar Montiel.