Yo Erika, he reencarnado en Alina la desafortunada chica destinada a morir de la manera mas miserable e humillante. Pero no, yo no pienso morir así, porque yo, acabaré con los que la hicieron sufrir y les mostraré que nadie, debe meterse conmigo o acabarán en el infierno.
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capítulo 23- reencuentro
El carruaje fue preparado, para salir lo más pronto posible, Ivan por supuesto, se quedará en el palacio y en caso de que le busquen, solo dirá que el emperador está indispuesto, para evitar que estén preguntando a donde fue; Lucían se coloco una capa y subió al carruaje, para salir del palacio, dando la dirección a la que deben llevarlo. Tardo un poco, pero finalmente el carruaje llego a la residencia Norton, los guardias, que cuidaban la entrada, le permiten pasar, pues la única orden que tienen, es no dejar pasar al Conde Bennett, Alina estaba revisando los planos de la construcción cuando vio el carruaje, así que deja todo y se sorprende al ver de quien se trataba, la joven rubia se acerca haciendo una reverencia.
- majestad, que sorpresa, no esperaba verlo nuevamente.
Lucían toma su mano para dejar en beso en el dorso de esta.
- no quise decirle que vendría a la capital, para darle una sorpresa.
- y vaya que me ha sorprendido. Aunque, me gustaría poder invitarlo a pasar a un lugar mejor.
Señala la mansión, cuya construcción aun falta mucho, así que, solo puede guiarlo a la cabaña, aunque sea pequeña, es lo suficientemente cómoda, Dana quien estaba ahí, se apresura a preparar café y bocadillos.
- me gusta, es pequeña pero acogedora.
- majestad, no trate de burlarse.
- no lo hago, lo digo en serio, cuando digo que es acogedor.
Dana sirve todo, para después retirarse del sitió, parece que esta noche, tiene que compartir la cabaña con otra doncella, ya que duda que el emperador se vaya esta noche. Las chicas al ver a Dana salir, rápidamente la interrogan, quieren saber, quien es el hombre guapo que acaba de llegar, Dana les dice que solo es un noble que busca asociarse con Alina.
- yo digo que en realidad es su amante.
- si, debe serlo, vino de manera discreta, vestía una capa.
- quizás es casado y tiene una aventura con la lady.
- basta, no es así, el hombre no está casado y solo son socios, además ¿y que si son amantes? Al menos lady Bennett vive su vida felizmente, nos paga y es una mujer libre, no dañan a nadie.
Las chicas se quedan calladas, pues saben que Dana tiene razón, así que mejor regresan a su actividades; Lucían y Alina hablan un poco, siendo la rubia quien le habla de como finalmente se ha independizado de su padre, para evitar que intente casarla nuevamente, pues al llegar, el Conde Bennett ya traía a un hombre para decirle que casará con él.
- tuve que darle un golpe a mi padre y sacar a ese hombre de propiedad.
- siento pena por él, seguramente creyó que obtendría una bella mujer fácilmente.
- un viejo como él, jamás llamaría mi atención, mi gusto, es muy exigente.
Lucían sonríe, pero, internamente, desea matar a ambos hombres, al Conde Bennett por querer vender a su hija y al otro, por desearla, mientras el viva, ningún otro hombre, tiene derecho de tocarla.
- si me dice quien es, me encargaré de que nunca vuelva a desearte.
- si usted lo dice...Duque Olson.
- bien, me encargaré de él, nadie, absolutamente nadie, tiene permitido fijar sus ojos en usted.
Lucían se ha puesto de pie frente a Alina y la hace levantar el rostro sosteniendo su barbilla.
- ¿esta celoso? ¿Que pasa, si soy yo, quien busca a otro hombre?
- no lo hará, porque no hay hombre en este mundo, que pueda hacerla sentir tan bien como lo hago yo.
- entonces, espero usted nunca busque otra mujer...porque la única que sabe satisfacerlo, soy yo.
- exacto, solo usted, no hay ni una otra mujer, que pueda volverme loco, como lo hace usted.
Alina pasa sus manos sobre los muslos del emperador, subiendo despacio, mientras besa el abdomen aun por sobre la ropa, para Lucían es un acto bastante excitante, tal como lo dicho, no hay mujer en el mundo, que pueda hacer que la desee tanto, como desea a Alina; la chica continua con lo besos sobre la ropa, hasta bajar en la entrepierna, donde muerde suavemente sobre la tela, pues era ya bastante notorio, que ya estaba reaccionando y causando un suspiro del joven emperador.
- lady Bennett, es usted una señorita muy traviesa...
- usted causa que salga ese lado travieso, majestad.
pipipi yo quiero uno que me quiera así pipipi