El padre mafioso de mi hija

Al día siguiente, Sabrina llegó temprano como siempre y comenzó a realizar su trabajo. Don Mauricio no vio a Sabrina durante toda la mañana, ya que tenía que ir a su puerto para revisar un nuevo cargamento que estaba llegando.

- Don\, aquí tiene todo lo que solicitó sobre la camarera –dijo Felipe al entrar en la oficina de Don Mauricio aquel día.

- Perfecto\, Felipe\, lo llevaré y lo leeré en el camino. Puedes ir delante al puerto\, iré con mi coche y te encuentro allí –dijo Don Mauricio tomando el sobre y Felipe salió de su oficina.

Tomó el sobre blanco en su mano, con la curiosidad de leerlo en ese momento, pero estaba retrasado para ir al puerto, así que puso el sobre en el asiento trasero, después de entrar en su auto.

Salía del resort conduciendo su Lamborghini Urus, cuando vio a Sabrina en la parada del autobús, claramente preocupada por algo. Su instinto protector se despertó inmediatamente al verla allí y, sin dudar, decidió detenerse a su lado.

- Hola\, Sabrina. Pareces preocupada. ¿Puedo ayudarte en algo? –preguntó Don Mauricio\, con una expresión amable en el rostro.

Sabrina lo miró, sorprendida de verlo allí de nuevo, pero sintiendo un mezcla de alivio y esperanza ante su ofrecimiento de ayuda. Respiró profundamente antes de responder.

- De hecho\, Don Mauricio\, mi hija está en la escuela y no se siente bien. Necesito ir a buscarla lo más rápido posible –explicó Sabrina\, con una voz cargada de preocupación.

Don Mauricio se sorprendió al descubrir que ella tenía una hija, “claro, además de un esposo tiene una hija” pensó, pero asintió comprensivamente, sabiendo lo importante que era cuidar la salud de un niño. Aún dentro de su auto, se inclinó y abrió la puerta del coche, invitando gentilmente a Sabrina a entrar.

- No te preocupes\, te llevo a la escuela. Vamos a asegurarnos de que tu hija reciba la ayuda necesaria –dijo Don Mauricio\, transmitiendo confianza y apoyo.

Sabrina pensó en dudar y no aceptar el viaje, porque no quería más problemas con Agatha, pero estaba apurada y preocupada, entonces aceptó el viaje con gratitud y rápidamente entró en el coche. Durante el trayecto hasta la escuela, el silencio flotaba en el aire, pero la presencia reconfortante de Don Mauricio era palpable.

Al llegar a la escuela, una escena alarmante se desarrollaba ante ellos. Una ambulancia estaba estacionada cerca de la entrada, indicando que algo grave había sucedido.

Sabrina sintió su corazón apretarse de aprensión, mientras Don Mauricio aparcaba el coche y ambos salían rápidamente. Corrieron hacia el edificio de la escuela, donde encontraron a la directora hablando con los paramédicos.

- ¿Qué pasó? ¿Dónde está mi hija? –preguntó Sabrina\, luchando por controlar el pánico en su voz.

La directora se acercó, con una expresión preocupada en el rostro, aún más al ver la presencia de Don Mauricio, que era el propietario de la escuela. Explicó que Mavi había comenzado a sentir falta de aire repentinamente durante una clase y estaba siendo evaluada por los médicos.

Sin dudar, Don Mauricio y Sabrina siguieron al equipo médico hasta la ambulancia, donde Mavi estaba siendo estabilizada, estaba con una máscara de oxígeno acostada en la camilla, lo que hizo que Sabrina se preocupara aún más.

- Llevaremos a tu hija al hospital de mi familia. Allí recibirá el mejor cuidado médico –dijo Don Mauricio\, con determinación en su voz.

Sabrina asintió, confiando en la decisión de Don Mauricio. Entró en la ambulancia con Mavi y partieron hacia el hospital de la familia Menecucci, mientras Don conducía su coche siguiendo la ambulancia.

Durante el trayecto, Sabrina sostenía la mano de Mavi, pidiendo a Dios que todo estuviera bien.

Don Mauricio llamó a Camila y le pidió que cancelara sus reuniones de ese día y le avisara a Felipe que no iría al puerto, ella obedeció sin cuestionar, él quería permanecer al lado de Sabrina, estaba preocupado por ella y quería ofrecer su apoyo e incentivarla a mantener la esperanza.

Al llegar al hospital, un equipo médico experimentado esperaba para recibir a Mavi. Fue llevada de inmediato a la sala de emergencias, donde los especialistas comenzaron una serie de exámenes y tratamientos.

Sabrina y Don Mauricio esperaban ansiosos en la sala de espera, compartiendo el peso de la preocupación y buscando fortaleza uno en el otro. La espera parecía interminable, pero se mantuvieron unidos, confiando en el profesionalismo de los médicos y en la resiliencia de Mavi.

Mientras esperaban por los exámenes y diagnóstico, Don Mauricio comenzó a hacer preguntas sobre Mavi. Sabrina, aún emocionalmente afectada por la situación, comenzó a compartir detalles sobre la enfermedad de su hija, revelando la lucha que enfrentaba diariamente.

Fue en ese momento cuando Don Mauricio se dio cuenta de que Sabrina parecía ser madre soltera y que tal vez había sido engañado cuando pensó que estaba casada, se cuestionó por no haber leído el sobre que recibió con la información sobre ella inmediatamente. La comprensión lo golpeó como una ola, entremezclada con una creciente admiración por la fortaleza y dedicación de Sabrina al cuidar sola de Mavi. Mientras esperaban los resultados de los exámenes, Sabrina agradeció.

- Don Mauricio\, no sé cómo agradecerle por todo lo que ha hecho hoy por mi hija\, no quería interrumpir su día –dijo Sabrina un poco cohibida.

- No necesitas agradecerme\, Sabrina\, me alivia ver que tu hija está siendo bien atendida. Pero tengo una pregunta... Recuerdo que mencionaste que estabas casada. ¿No crees que sería mejor llamar a tu esposo? –preguntó Don Mauricio para tener certeza de una vez.

Sabrina dudó un momento, sintiendo el peso de la mentira que había dicho anteriormente para alejar a Don Mauricio. Decidió ser honesta con él.

- Bueno\, mentí sobre mi esposo. De hecho\, no estoy casada. Cuando mencioné que vivía con algunas personas\, me refería a que compartía la casa con mi madre\, Soraia\, Ieda y mi hija Mavie. Inventé esa historia para mantener cierta distancia entre nosotros\, para no crear expectativas... No quería que pensaras que estaba disponible.

Don Mauricio miró a Sabrina con una mirada seria, procesando la información que acababa de recibir. Se dio cuenta de que la mujer frente a él se estaba abriendo, siendo vulnerable y honesta consigo misma y con él, aunque odiara las mentiras.

- Sabrina\, entiendo que tuviste tus motivos para inventar esa historia\, pero me gustaría que supieras que estoy aquí para ti\, independientemente de tu estado civil\, ¿tienes contacto con el padre de tu hija? –preguntó para saber más sobre ella.

- No\, es más complicado de lo que parece\, lo único que puedo decir es que mi madre me ayudó a cuidar de Mavie\, mi hija –dijo\, sintiendo un pinchazo en su pecho al recordar cómo había quedado embarazada de su hija.

- Entiendo\, Sabrina\, pero quiero que sepas que no es necesario mentir para mantener una distancia entre nosotros –dijo él.

Sabrina miró a los ojos de Don Mauricio y vio la sinceridad en sus palabras. Se sintió reconfortada por su comprensión y apoyo incondicional.

- Don Mauricio\, es difícil para mí confiar nuevamente en alguien después de todo lo que me ocurrió. Pero agradezco su generosidad y su cuidado conmigo. Prometo ser más honesta de ahora en adelante.

Don Mauricio extendió la mano y sostuvo la de Sabrina con delicadeza.

- Sabrina\, entiendo que el pasado puede dejar cicatrices profundas\, pero quiero estar a tu lado. Independientemente de tu estado civil. Puedes contar conmigo siempre –dijo\, dándose cuenta de que ella llevaba un dolor profundo que no quería revolver\, al menos no en ese momento.

Finalmente, el médico responsable del equipo de emergencia se acercó a ellos con noticias, interrumpiendo el momento en que Don Mauricio y Sabrina se estaban acercando.