El padre mafioso de mi hija
El viento soplaba frío por las calles transitadas de Ámsterdam mientras la joven Sabrina caminaba con pasos fatigados. Con sus cabellos oscuros, ojos verdes profundos, cintura esbelta, pechos generosos y un trasero prominente, poseía un cuerpo que despertaba envidia, sin embargo, llevaba consigo la carga de una vida marcada por la adversidad. A sus 21 años, trabajaba en un humilde bar de la ciudad, luchando para sobrevivir en un mundo que a menudo parecía hostil e implacable.
Sabrina no conocía a su padre, siendo criada únicamente por su madre, Soraia, una mujer luchadora y de escasos recursos, que quedó embarazada de Sabrina cuando era muy joven durante un viaje a Malta; fue un amor estival y nunca volvió a ver al padre de su hija. La falta paterna era una herida abierta en sus vidas, una ausencia que dejaba marcas profundas, sumada a la dificultad de criar a una hija en solitario.
No obstante, la vida todavía tenía más pruebas reservadas para Sabrina. Una noche funesta, un cliente del bar donde trabajaba, un atractivo ingeniero italiano que venía frecuentando el lugar desde hacía una semana, esa noche, drogó y abusó sexualmente de Sabrina. El dolor y la angustia la consumieron por completo, desgarrando su inocencia en un instante. Tras descubrir que el hombre había mentido su nombre y que ella no sabía absolutamente nada sobre aquel desconocido, se encontró sola y desamparada, cargando el peso de ese trauma silencioso.
Los meses transcurrieron y Sabrina enfrentó las consecuencias de ese acto devastador. Supo que se hallaba embarazada del agresor; su corazón se llenó de miedo e incertidumbre, pero no contaba con recursos económicos para abortar y le faltaba el coraje suficiente; pensó en dar en adopción a la niña, pero consideró que era una parte de sí misma y no podía hacerlo.
A pesar de saber que tendría que convivir con el recuerdo de la violación para siempre, Sabrina decidió continuar con su embarazo. A medida que la gestación avanzaba trajo consigo una avalancha de desafíos para Sabrina y su madre. La falta de apoyo financiero se hizo cada vez más dificultosa de manejar. Ellas luchaban por pagar las cuentas y satisfacer las necesidades básicas del día a día, mientras la inminente llegada del bebé incrementaba la presión sobre ellas; Soraia trabajaba duplicando sus turnos para auxiliar a su hija y a su nieta.
El momento del parto llegó, antes de lo previsto y la alegría fue ensombrecida por la tristeza y la preocupación. La bebé, delicada y pequeña por nacer prematura, fue diagnosticada con algunos problemas. Sabrina se encontró aturdida con la noticia y sintió la magnitud de la responsabilidad que caía sobre sus hombros.
Mavie, que significa "mi vida" en francés y se pronuncia "Mavi", la adorable hija de Sabrina, nació con problemas respiratorios que se volvieron cada vez más desafiantes conforme crecía. La pequeña enfrentaba dificultades cotidianas para respirar, requiriendo cuidados y atención constantes.
A medida que el tiempo transcurría, el diagnóstico médico reveló que Mavi padecía de una condición rara y compleja que afectaba seriamente sus pulmones. Sabrina, determinada a hacer todo lo que estuviera a su alcance para asistir a su amada hija, se sumergió en la búsqueda de soluciones. Investigó sin descanso sobre tratamientos médicos, especialistas y el trayecto no fue fácil. Noches sin dormir, visitas continuas al hospital y la presión financiera devinieron una constante en la vida de Sabrina.
La situación era desesperada. Sabrina y Soraia lucharon durante tres años, dedicando todos los recursos disponibles para asegurar la salud y el bienestar de Mavie. Sin embargo, las esperanzas empezaron a agotarse a medida que la falta de dinero se volvía cada vez más insuperable.
Fue en ese momento de profundísima angustia que Ieda, amiga de larga data de Soraia, tendió una mano amiga. Invitó a Sabrina y a Mavie a mudarse a su casa en Sicilia. Era una oportunidad para empezar de nuevo, para dejar atrás las sombras del pasado y buscar una nueva vida.
Sabrina sintió nacer una mezcla de gratitud y esperanza en su interior. Sabía que esa era una oportunidad única para brindarle a Mavie un futuro mejor. Dejar Ámsterdam y partir hacia Sicilia representaba un salto hacia lo desconocido, una posibilidad de romper con las limitaciones y encontrar una nueva esperanza.
La decisión fue tomada y las maletas fueron empacadas con cuidado. Sabrina abrazó a Mavie, mirándola a sus ojos verdes oscuros, prometiéndole un futuro distinto, una vida llena de amor y superación. Juntas, emprendieron un viaje hacia Sicilia, dejando atrás las calles frías de Ámsterdam en busca de un nuevo comienzo.
Mientras el avión despegaba, Sabrina sintió un torbellino de emociones. Miedo, esperanza, ansiedad y determinación se entrelazaban en su corazón. Estaba lista para afrontar lo desconocido, para abrazar la oportunidad de cambio y construir un futuro mejor para ella y para Mavie.
El viaje de Sabrina estaba apenas comenzando. Sicilia se extendía ante ellas como un lienzo en blanco, esperando ser llenado con nuevas experiencias, amistades y posibilidades. Sabrina estaba resuelta a romper el ciclo de dolor y construir un futuro iluminado por la resiliencia, el amor maternal incondicional y la valentía para enfrentar las adversidades.
Mientras el avión surcaba los cielos, Sabrina observó a Mavie dormida en sus brazos, prometiéndole un futuro de luz y esperanza. Sabía que el camino sería arduo, pero estaba lista para enfrentar cualquier obstáculo en nombre del amor que sentía por su hija. Era el momento de iniciar un nuevo capítulo, un capítulo que sería escrito con valentía, determinación y la promesa de un porvenir mejor. Al llegar, fueron recibidas por una brisa cálida y perfumada, típica del clima mediterráneo. La belleza del lugar ya comenzaba a mostrarse, acogiéndolas en un abrazo cálido.
Ieda, amiga de larga data de Soraia, las esperaba. Juntas, siguieron en coche por la sinuosa carretera que atravesaba las colinas sicilianas, en dirección al pueblo donde Ieda residía. El paisaje robaba el aliento: colinas revestidas de olivos, viñedos y campos dorados se extendían hasta el horizonte.
El pueblo de Ieda era un refugio encantador, repleto de casas de piedra con fachadas pintorescas y jardines exuberantes. El aire estaba impregnado con el aroma del mar cercano y de las hierbas frescas que crecían en abundancia. Era un lugar donde el tiempo parecía transcurrir a un ritmo más pausado, ofreciendo paz y sosiego a quienes lo habitaban.
– Es tan bueno tenerlas aquí – dijo Ieda con una sonrisa después de acomodar todas las maletas. Se sentaron a disfrutar de un café que Ieda había preparado.
– Ieda, gracias por acogernos, el pastel está delicioso – expresó Soraia con entusiasmo.
– En verdad, tía Ieda, muchas gracias por recibirnos aquí – agregó Sabrina después de servir un trozo de pastel para Mavi.
– No hay por qué agradecerme, chicas, estoy contenta de que estemos juntas nuevamente. Amaba los momentos cuando vivía en Ámsterdam y compartía apartamento contigo, Soraia – recordó Ieda.
– Ay, Ieda, ni me recuerdes esos tiempos – dijo Soraia con timidez.
– Bueno, ustedes amarán este lugar, es cálido y las playas son estupendas – comentó Ieda, cambiando de tema.
– Tía, necesito encontrar trabajo, ¿me podrías recomendar algo? – preguntó Sabrina.
– Querida, no me llames tía, ¿vale? Me siento mayor así. Pero he pensado en ti y en tu madre para trabajar conmigo, soy costurera y confecciono los uniformes para un resort cercano. Tenía algunas ayudantes, pero puedo asignarles a ustedes la labor; el pago no es mucho, pero ayuda – explicó Ieda.
– Me parece estupendo, Ieda – confirmó Soraia.
– Bueno, yo no sé coser muy bien – confesó Sabrina.
– No hay problema, querida, yo te enseño. Tengo un pequeño taller en el sótano, lo que nos facilita el trabajo – aseguró Ieda.
– Genial, entonces, gracias Ieda. Estoy muy de acuerdo – sonrió Sabrina, y terminaron la velada con el café de la tarde.
A medida que los días transcurrían en el pueblo siciliano, Sabrina se maravillaba cada vez más con el paisaje impresionante y la cultura rica y vibrante. Se dedicaba a mejorar su italiano cada día más, explorando las tradiciones, los sabores y los festivales que poblaban el calendario siciliano.
Esta es Sabrina, de 25 años, madre de Mavie a quien crió con la ayuda de su madre Soraia.
Esta es Mavie, tiene tres años y es hija de Sabrina y nieta de Soraia.
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Comments
Adriana Sanchez
Excelente comienzo autora se por el inicio que es una gran novela, pero para mí muuuy larga al igual que los capítulos 🥺😥 tal vez un día me anime a leerla, tardo mucho en terminarlas porque casi no dispongo de tiempo y cuando lo tengo es para mi familia, en hora buena se que es un éxito 👏👏👍🏻
2024-06-27
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Yuli Perez
foto de la protagonista por favor
2024-06-22
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Rita García
pero no nos puso fotos de eyas
2024-06-19
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