Peter y Marian han estado casados por tres años, pero ella no pudo lograr que el se enamorara de ella, ya que el pensaba que ella era una casa fortunas y el día que menos pensó ella le firmó los papeles del divorcio desapareciendo de su vida y volviendo tres años después para descubrir que aun siguen casados.
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Capitulo 19
Uno de los presentes reconoció a Peter, por lo que comenzaron a preguntarse que hacia el en la galería, Marian se dio cuenta de la actitud de él y pensó que no la defendería porque precisamente era la familia de Amanda los que la estaba atacando, haciendo que hubiera un conflicto de intereses.
-Por su actitud supongo que está aquí para ver que sucede con esa mujer, su estatus le prohíbe meterse en este tipo de situaciones, supongo que quiere ver como la mujer que le robo parte de sus acciones recibe su castigo – dijo la mamá de Amanda
De pronto Peter volteó a mirar a Marian y solo vio una leve sonrisa en su rostro que no entendió, ella pensaba que él podía ser cómplice en lo que le estaba sucediendo, el asistente de Peter intentó acercarse a ayudar y sus amigos no lo dejaron, pensaban que esa era una situación entre ellos dos y debían resolverla ellos.
Un hombre apareció con un pagaré para que Marian lo firmara y en ese momento alguien le lanzó jugo encima mojándola toda, nunca se había sentido tan humillada, intentó escapar de allí y vio como alguien intentaba lanzarle algo humeante, por lo que solo le quedó taparse la cara y esperar lo peor.
Unos brazos la cubrieron haciendo que se sintiera a salvo, a la vez que el lugar quedó en silencio.
-Señor Tomas, ¿qué hace aquí?, ¿se encuentra bien? – preguntó alguien
-Saca a toda esta gente de aquí – se escuchó una voz varonil que parecía un estruendo ordenar
Marian escuchó todo y se preguntaba quien era ese señor Tomas que la había defendido del tumulto de personas, y a quien le estaba enormemente agradecida.
Salió de esos fuertes brazos que la rodeaban para ver a un grupo de hombres vestidos de negro que estaban a su alrededor.
-¿Alexander? – preguntó ella cuando vio al hombre que tenia en frente
-Hola Marian, hace años que no te veía – respondió el mientras le acariciaba el cabello y la miraba fijamente a los ojos
Nunca pensó en encontrarse con Alexander de esa manera, cuando regresó le preguntó a Oscar por él y no le dio una respuesta congruente, solo sabían que se había ido hace algunos años a un trabajo en el extranjero, pero no sabían nada de él, por lo que deducía que cuando regresó no le avisó a nadie.
Alexander se veía mas elegante que nunca, siempre había sido muy bien parecido, cabello castaño, ojos marrones, tez morena y era bastante alto, ahora se notaba que cuidaba su cuerpo y se ejercitaba, por lo que verlo era una dicha para los ojos.
Ella sintió que su corazón se detuvo por un momento al tenerlo tan cerca y se olvidó de todo a su alrededor, no sabía porque después de tanto tiempo se sentía así con él.
-Gracias por… - antes de terminar de hablar sintipo como alguien la halaba del brazo
Cuando vio quien era no pudo sino sonreír amargamente, era Peter que la tenia tomada por el brazo y la veía con odio, ella hizo una mueca de molestia y se soltó de su agarre, notó que la mano de Peter estaba un poco quemada al igual que las ropas de Alexander estaban húmedas.
Los dos hombres se habían acercado a ayudarla siendo Alexander quien había llegado más rápido y la había protegido usando su cuerpo.
-Hola Peter, tanto tiempo – dijo Alexander al ver como se comportaba de forma hostil con Marian
Peter lo saludó educadamente, en ese momento llegó su asistente con la pintura reparada y se la entregó a su jefe, mientras Amanda y su mamá veían como esos dos poderosos hombre estaban al cuidado de Marian.
Toda la atención se centró en los dos hombres que habían aparecido en la galería, ya que nunca se había visto a Peter meterse en ningún problema ni ayudar a nadie, el era bastante estoico ante cualquier situación, a la vez que nadie reconocía a Alexander, por lo que despertó mucha curiosidad.
Marian fue llevada por el personal de la casa para que se cambiara de vestido, al subir a las habitaciones le entregaron un vestido color vino, el cual se le veía mas hermoso y hacia relucir el blanco de su piel, a la vez que se veía mucho más llamativa.
Se vio en el espejo y le gustaba lo que veía, cuando fue a salir de la habitación recordó todo lo que había pasado y no pudo salir, por lo que se sentó en un mueble y se quedó allí abrazando sus piernas.
Pensaba que Peter la odiaba y había intervenido en todo eso, creía que él tenia algo que ver con lo que había sucedido, ¿Por qué alguien que no la soportaba y estaba dispuesto a hacer ese tipo de cosas quería seguir estando casado con ella?
-Señorita Rossi el señor Eduardo está preguntando por usted, dice que no se preocupe que ya los invitados que la molestaron fueron desalojados de la fiesta, no tiene nada de qué preocuparse – la mujer hablaba con un tono amable
-Está bien, vamos – ella accedió a volver
Al llegar vio que había menos personas en el salón de fiestas y Eduardo se dirigió a ella a disculparse por lo sucedido, allí estaban los padres de Peter quienes se enteraron de todo después de que había sucedido y querían saber si estaba bien.
La velada terminó al poco rato y cuando Marian ya se iba se encontró con Amanda quien no podía irse sin molestarla.
-Esta noche fuiste el centro de atención, hablaste con el dueño de una de las principales empresas del país, jugaste a la damisela en apuros logrando que Peter y Alexander te defendieran, a la vez que lograste que el dueño de la fiesta te regalara un vestido nuevo – en realidad Amanda estaba furiosa porque Marian había logrado acaparar toda la atención esa noche
-Si quieres que te enseñe a como ser una dama y a ganarte el favor del publico masculino avísame, aunque de una vez te aviso que no me hago responsable si lo que intentes hacer no genera ningún resultado, ni tampoco si no logras ingresar a la familia Martin – Marian le respondió con una gran sonrisa
Aun estaban presentes los padres de Peter y lo que menos debía hacer era una escena, aún no había logrado conseguí su divorcio por lo que debía cuidar un poco las apariencias, no por Peter sino por sus padres que le habían dado tanto desde que ella había ido a vivir en su casa.
-¿Quién te crees que eres?, no estas a la altura para ser la señora Martin – gruñó Amanda
-Tal vez, pero aun así soy la esposa de Peter y mientras yo viva lo seguiré siendo, por lo que tu solo serás alguien a quien lleva a una que otra fiesta cuando yo no quiero que me acompañe y quiero que sepas que lo de hoy no se va a quedar así, vas a sentir diez veces lo que yo sentí hoy – le susurró Marian a Amanda al oído
