Mi Apuesto Caballero

Llego al aeropuerto de Luxor después de 5 horas y media de vuelo, tiempo durante el cual me la pasé durmiendo, pues quiero aprovechar al máximo mi tiempo en Egipto. Cuando salí del jet, mi papá ya me estaba esperando.

—Mi pequeña Brisa Marina, cómo estás de guapa. ¡Ven aquí y te doy un abrazo bien grande! —Mi papá me saluda muy efusivo. 

—¡Papito, te extrañé tanto! ¡No es lo mismo, verte por videollamadas que en vivo y en directo! —No quiero soltarlo, parezco garrapata. 

—Vamos, mi princesa, debes estar cansada. Quiero que te instales en tu habitación, descanses y, en la tarde, después de almorzar, me acompañes a un sitio de excavación que tengo que entregar. Y de esta manera poder dedicarme a ti sin contratiempos este mes. Además, quiero que saludes a la persona que se va a encargar del sitio. Es una sorpresa para ti, te va a encantar —me cuenta mientras nos subimos a su camioneta. 

—Claro, papá, pero no tenías por qué dejar tu trabajo por mí —No quiero ser una carga. 

—¿Cómo que no? Tengo que aprovechar que estás aquí conmigo y recuperar el tiempo perdido con mi única hija. Además, necesitaba ya un descanso, unas vacaciones y qué mejor que tomarlas a tu lado —me explica. 

Llegamos a su mansión, es hermosa, un estilo muy tradicional en Egipto, me encanta. Luego me muestra mi habitación. Me confiesa que siempre he tenido acá mi espacio. Fue construida para mí desde que compró la mansión, esperando un momento como este que me decidiera a visitarlo. Es muy mi estilo, papá conoce bien mis gustos, porque aunque no convivimos mucho, él y yo somos muy parecidos.

—Mi pequeña, espero que te guste tu habitación. Si algo no te gusta, lo cambiamos, lo importante es que estés cómoda. —Está ansioso porque le guste. 

—Papito, para mí está perfecta, me encantó. Gracias, es de todo mi gusto —digo esto y él ya se ve más tranquilo. 

—Le pediré a la mucama que te organice la ropa en tu vestidor mientras vamos a desayunar para que después descanses — Propone. 

—No, papito, deja que yo la organizo después de que desayunemos. Yo ya dormí en el jet y no tengo sueño —le aclaro. 

—Entonces desayunemos y después de que te instales en tu habitación vamos a la excavación. Almorzaremos afuera con la persona que quiero que saludes, ¿qué te parece? —Me explica qué vamos a hacer. 

—¡Me parece súper! —Estoy feliz. 

Desayunamos y después de deshacer mi maleta salimos a la excavación. Pienso que me va a presentar a una novia, pero se me hace raro, pues las pocas que le he conocido no le duran, pues mi papá ama más su trabajo. Y al final se cansan de que las haga a un lado por dedicarse día y noche a sus excavaciones, ¿será que llegó la indicada?

Llegamos a un sitio cerca del Valle de los Reyes, donde encontraron la ciudad de Aten, conocida como la “ciudad dorada pérdida”. Hay muchas personas trabajando como hormiguitas. 

Entramos a una carpa donde está la base operativa, todo es muy organizado y mi papá es el arqueólogo en jefe. Cuando mi abuelo le cedió este negocio, se especializó en egiptología y de eso ya son casi 20 años. La experiencia que tiene es incomparable y admiro mucho su trabajo. Cuando estamos en la carpa, entra un chico un poco mayor que yo. Y qué gran sorpresa que me llevo, es mi hermanastro.

—¿Brisa? —pregunta al verme. 

—¡Anthony! —Brinco de la silla donde estaba sentada a abrazarlo efusivamente. 

—Veo que te gustó la sorpresa, princesa. Te presento a mi arqueólogo junior y será mi reemplazo este mes que vas a estar aquí —Pongo mi mejor cara de sorpresa. 

—¡Nooooo! ¿Eres arqueólogo? Pero si mi mamá me había dicho que estabas estudiando leyes. Claro, cuando hablaba contigo nunca tocábamos el tema de tu estudio. —Espero una respuesta. 

—Era una sorpresa. Mi papá nunca estuvo de acuerdo con que estudiara arqueología, decía que eso no servía para nada. Pero creo que eran celos, porque era la profesión de tu papá. Por lo que, sin que se diera cuenta, hice las dos carreras en simultáneo. Una pagada por mi papá y la otra pagada por tu papá, ja, ja, ja —¿Mi papá pagó su universidad? 

—Pero solo los dos primeros semestres, hija. Después la terminó becado. En realidad, Anthony ama su profesión y es muy inteligente. Pero bueno, dejen el chisme para más tarde y vamos a almorzar. —Salimos detrás de él. 

Mi papá muchas veces hablaba con mamá en lo referente a mi crianza mientras estuve a su cuidado. Hasta que ella se casó con el papá de Anthony, que casualmente fue también alumno de mi papá en la universidad, donde también dictaba clases cuando mi mamá quedó embarazada de mí. Luego se fue a vivir a la Argentina con Anthony, pero seguían en contacto, pues a pesar de su pasado, ellos quedaron en buenos términos. Por eso, Anthony sabía de la profesión de mi papá y a veces mi mamá se lo pasaba al teléfono cuando hablaban. Pero Mike, el esposo de mi mamá, no lo ha visto con buenos ojos, pues es muy posesivo.

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«Mientras tanto, en Londres, un hombre se siente sin alma». 

—Ya, Taylor, deja de tomar. Desde ayer no has parado, mira que ni fuiste a tu Penthouse. ¿Ahora sí me dirás qué pasó con Brisa para que estés como un alma en pena?