Sofía tiene una nueva oportunidad de vida y está dispuesta a tomarla para cambiar su trágico destino, de paso descubrirá lo que significa el amor verdadero y cuan equivocada estaba con las decisiones que tomó en su anterior vida, actuando de manera diferente, pero sin cambiar su esencia.
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11. La habitación de un hotel
Después de salir de la fiesta por el cumpleaños de mi hermano, subir al automóvil con Cristóbal y pedirle hacer el amor, mis recuerdos se volvieron muy borrosos como destellos de vagas imágenes ante mí, así que cuando desperté el domingo en aquella habitación de hotel realmente me sentía muy nerviosa.
Me senté en la cama, sin tener idea de dónde estaba, miré alrededor tratando de hacer un esfuerzo por recordar cómo había llegado, estaba en la habitación de un hotel sin lugar a dudas, me vi a mí misma y descubrí que solo traía mi ropa interior, abrí mis ojos lo más que pude y noté que en una de los sillones estaba mi vestido y en otro un traje de hombre, recogí hacia mí la sábana superior para envolverme en ella y acercarme al sillón para ponerme mi vestido, sin embargo, cuando me puse de pie noté una mancha de sangre en la sábana y no pude dar ni un paso más porque mi cerebro no podía procesar lo que estaba ocurriendo; respiré profundo, mi cuerpo en este tiempo era virgen así que me hice ideas de esa mancha, pero a la vez me decía como no iba a acordarme si hubiese pasado algo.
Me sobresalté cuando la puerta del baño se abrió, vi con asombro que salió Cristóbal envuelto con una toalla en la cintura y otra secándose el cabello, me miró y yo apreté la sábana tapándome lo más que podía.
- "Ya estás despierta Sofía, deberías tomar un baño, el agua está deliciosa”, me dijo calmadamente acercándose al sillón donde estaba su ropa.
Sinceramente, de la vergüenza no podía dar ningún paso, Cristóbal tenía un cuerpo perfecto y no me acordaba lo que había pasado entre nosotros, me sentí avergonzada y estúpida, volteé a otro lado para no verlo cambiarse. Después de un par de minutos se acercó a mí con el pantalón puesto y con la camisa aún abierta; tomó mi mano y fue ahí que recién me di cuenta que tenía un vendaje.
- "Después que te bañes hay que cambiar ese vendaje, ayer que te saqué la astilla del jarrón roto que te había quedado, sangró un poco y no pude evitar manchar la sábana”, me dijo mientras terminaba de abotonarse la camisa.
Entonces pensé si acaso la mancha en la sábana era por la herida en la mano, provocando que quisiera saber si pasó realmente algo entre nosotros, pese a ello, no pude decir alguna palabra y solo lo miraba nerviosamente.
- "Tu celular ya está cargado, para que llames a tu amiga antes de irnos, ayer estuve tocando por mucho tiempo su timbre y nunca respondió, seguro salió”, expresó mirándome de frente.
Entonces reflexioné que me había llevado al departamento de Lucía, pero entonces cómo llegamos a este hotel, por qué estoy únicamente usando ropa interior y por qué no recuerdo lo que pasó entre nosotros, tenía que saber la verdad, así que por más avergonzada que estaba tenía que preguntar.
- "Cristóbal, ¿qué pasó entre nosotros?”, le dije de frente y sin respirar.
- "¿A qué te refieres?, me preguntó intrigado.
Balbuceé algo y me sonrojé bastante, creo que en ese momento él entendió a lo que me refería.
- "Eres muy bonita Sofía, pero no hago el amor con una mujer que está borracha y con quien no tengo alguna relación ‘romántica’, además si hubiese pasado algo entre nosotros estoy seguro que lo recordarías”, me dijo guiñándome.
Después de superar un poco los nervios, y acomodándome un poco el cabello continué hablando.
- "Aunque no puedas creer en lo que te digo, te aseguro que no suelo hacer estas cosas, ¿cómo llegamos acá?", le expresé con un tono de voz suplicante.
- "Debo confesar que me sorprendió tu propuesta pero por tu forma de comportarte asumí que habías tomado mucho, así que te llevé al departamento de tu amiga, estuve tocando el timbre por mucho tiempo, pero no obtuve respuesta; así que volví al carro e insistí que la llamaras pero tu teléfono móvil se había quedado sin batería y no sabías su número de memoria, ante ello te dije que fuéramos a nuestro departamento, pero decías una y otra vez que no soportarías escuchar a Ignacio decir ‘te lo dije’; así que te traje a este hotel, apenas entraste a la habitación, te quitaste el vestido delante de mí y te metiste a la cama, quejándote de dolor en la mano; fue así que pedí un botiquín de primeros auxilios, cuando lo trajeron estabas completamente dormida, descubrí el pedacito de vidrio en tu mano, y procedí a sacarlo, brotó algo de sangre, limpié la herida, puse el ungüento y luego el vendaje, todo el proceso manchó las sábanas; pensé en dejarte sola, pero temí que te despertaras aún mareada y hagas cosas raras, la verdad fue incómodo tomar el edredón y dormir en el suelo, pero Ignacio jamás me hubiese perdonado sino me aseguraba de que estuvieras bien”, me contó mientras se echó en la cama, estirando su cuerpo y sobando su espalda, si durmió en el suelo estoy segura que no ha dormido cómodo.
Cuando Cristóbal con los ojos cerrados me señaló la puerta del baño, aún envuelta en la sabana tomé mi vestido y me metí al baño, cómo pude ser tan estúpida me dije una y otra vez, si Cristóbal no fuera un hombre decente tal vez todo hubiese terminado muy mal.
Cuando salí del baño, con mi vestido de fiesta y secándome el cabello noté que Cristóbal estaba durmiendo, tenía una expresión tan serena que no podía despertarlo; terminé de secar mi cabello y me hice una cola; me senté al otro lado de la cama con el botiquín que había encontrado en la cómoda para cambiar mi vendaje, aunque no lo estaba haciendo nada bien, de pronto sentí las manos de Cristóbal ayudándome.
- "Es difícil hacerlo uno mismo, déjame ayudarte”, me dijo mientras terminó de sacarme el vendaje.
Se aseguró de limpiar bien mi herida, puso el ungüento y luego un nuevo vendaje; hablé con Lucía por teléfono y me mandó la clave del edificio y de su departamento, resulta que la vecina se había enfermado súbitamente y le pidió ayuda para llevarla al hospital por eso no estuvo en casa.
Luego de curar mi herida, terminamos de arreglarnos y dejamos la habitación, él llevaba su saco al hombro y bajamos en el ascensor sin decir palabras, él fue a recepción para efectuar el pago mientras tomé asiento en el lobby, desde ahí vi que una pareja se acercó a Cristóbal, su mirada adusta me indicaba que estaba incómodo; me acerqué despacio y me sorprendí cuando los escuché.
- "Te fuiste de la reunión y solo mandaste un mensaje diciendo que ya te retiraste, pensé que te habías robado el automóvil”, dijo Alejandro Tudela.
- "Claro ese círculo jamás será el tuyo, aunque parezcas elegante con esa ropa no eres más que un corriente, siguen intentando que una chica de familia prestigiosa se interese en ti, pero apenas descubren que eres el hijo de la amante te mandan a volar”, expresó Valeria Tudela.
Noté que Cristóbal estaba aguantando la rabia, en ese momento aún no sabía quiénes eran esas personas, pero parecían menospreciar a Cristóbal por su origen, y eso no lo voy a permitir luego que me defendió de Fabián; así que saqué mis joyas de diamantes de mi cartera, me las puse y me acerqué a ellos tomando del brazo a Cristóbal.
- "Cariño ¿ya nos podemos ir?”, le dije sonriendo y mirándolo con ternura.
Cristóbal primero se sorprendió pero luego debió ver cómo sus infortunados acompañantes parecían incrédulos a lo que estaba sucediendo.
- "Ya está todo cariño, vámonos" me respondió Cristóbal sonriendo.
Cuando nos dimos vuelta para salir, estaba frente a nosotros don Rafael Tudela, aquel hombre importante que mi padre había atendido con tanta consideración en el cumpleaños de mi hermano.
- "Me gustaría hablar con ustedes, a solas, podríamos ir al restaurante del hotel", dijo amablemente el señor Rafael Tudela.
- "No lo creo, nos retiramos", dijo Cristóbal de manera seca y tomando mi mano se proponía salir de ahí.
- "Hijo por favor", replicó el señor Rafael Tudela.
Me asombré de lo que escuché y más me asombré cuando descubrí toda la historia detrás del origen de Cristóbal, y de cómo terminamos envueltos en algunas mentiras.