El Mafioso Enamorado

Días de búsqueda incansable por Michael y su gente, sin rastro de Valentina, sus demonios amenazaban con salir y acabar con todo Italia, la quería recuperar con bien, aunque después de eso entendería que ella se alejará de él, solo quería encontrarla y con bien, y regresarla a casa a salvo, día y noche se torturaba sin saber cómo estaría, como la estén tratando y de dónde esté, en qué lugar este, si es horrible o no, si comía o no, se estaba volviendo loco.

—Mickey —una voz femenina y suave lo saco de sus pensamientos, solo cierta gente lo llamaba a si, se giró a la mujer, los ojos de él cansados, dónde no ha dormido, se ven cansados e hinchados de tanto llorar de desesperación, la mujer se acerca a él y lo abraza, él responde el abrazo y esconde su rostro en el hueco del cuello de ella aspirando su perfume.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto —es peligroso —agrego separándose de ella.

—Supe por alguien que estás mal, que D'Angelo hizo de las suyas nuevamente.

—Por eso no deberías de estar aquí, sabes qué pasará si se entera de que volviste a Italia.

—Mickey eso ya no importa, hace mucho que deje de tenerle miedo a ese monstruo, ese hijueputa tiene cuentas conmigo y es momento de que pague

—No hemos encontrado dónde puede estar escondido —miraba hacia la puerta del despacho —él tiene a la mujer que me ha cautivado, y debo recuperarla aunque ella después se aleje de mí —agregaba.

—Entonces escúchame —le decía ella poniendo sus manos sobre sus hombros —hoy en día soy la única que podrá hacerlo entregarla sin pelear —explicaba ella —ese hijueputa ya causó mucho daño y es hora de que nos la cobremos, pero no permitiré que ella pagué por su estúpida rivalidad contigo —Michael sonreía a la mujer y asentía.

—Entonces que la Mafia Italiana reaparezca —decia el, y ella ensanchaba su sonrisa.

—A si es hermano, volvamos a levantar la mafia que papá dejo, y recuperemos nuestro honor —en eso dos voces resonaban en todo el despacho y Michael reía.

—tio —dos vocesitas gritaban, y a si dos pequeños entraban corriendo hasta llegar a Michael, el se agacho para quedar a su altura, y a si poder abrazarlos.

—Pero miren, mi princesa está enorme, y este guapo caballero ya casi me alcanza —les decía mientras besaba sus frentes.

—Tu as uy gapo —le decía la pequeña niña.

—Y tu estás bellísima, toda una princesa —decia el a la niña, haciéndola reír.

—Ya soy iño gande —decia el niño.

—A si es, mírate estás enorme y guapo —los sentaba en el sofá y miraba a su hermana.

—Luci por qué haces esto.

—Por que jamás te vi a si por una mujer, a parte de mi, pero yo soy tu hermana menor, y esa mujer es algo más que una sola noche.

—No a pasado nada de eso con ella Luci.

—Entonces con más razón debemos recuperarla, por qué si no es una más de una noche, y la has respetado, eso significa que mi hermano si tiene corazón —ellos reían y los niños igual, después de instalarlos, llegó Sebastián con Adriana, Sebastián al ver a Luciana la abrazo con fuerza, mientras Adriana veía la escena sería.

—Pero la pequeña diablilla a vuelto —decia Sebastián.

—Y el angelito sigue aquí —decia ella y Sebastián sonreía.

—No es peligroso que estés aquí —ella asentía y negaba a la vez.

—Nadie sabe que estoy aqui, soy una Rossi, no lo olvides.

—Y dónde están mis hermosos ahijados —en eso dos niños corrían hasta Sebastián y el los cargaba a los dos, haciéndolos reír —pero que grande están, la princesa y el principe más importantes de todo Italia —decia dándoles un beso en sus mejillas, y poniéndolos en el suelo.

—¿Y ella quien es? —preguntaba Luciana al ver a Adriana.

—Mira ella es Adriana mi mujer —decia Sebastián orgulloso..

—Y la mejor amiga de Vale —decia Michael apareciendo con una tablet en la mano.

—A si que las dos amigas lograron atraparlos, pues eso me hace feliz —decia acercándose a Adriana —soy Luciana Rossi, hermana menor de Michael —extendia su mano Adriana y Luciana la estiraba para abrazarla y reían las dos.

—Un gusto Luciana

—Solo Luci, y dinos Micky que encontraste con la información.

—Pues tenías razón la casa está custodiada, con muchos hombres, cámaras, sensores de movimientos y alarmas —explicaba mostrando la tablet a todos.

—Entonces hagamos esto de una vez —decia ella, Sebastián y Adriana la miraban sin entender.

—Que idea loca te metió en la cabeza está diablilla —decia Sebastián con algo de risa.

—Esa es mi antigua casa, ahí viví mientras D'Angelo fue mi esposo —su voz sonaba triste —supe que planea casarse con Valentina a fin de mes, eso es imposible jamás me firmó el divorcio —agregaba tratando de explicarles.

—¿Qué harás Luciana? —decia Sebastián ya en tono de seriedad, mirandola con una ceja alzada.

—Entrare a esa casa, mi casa y sacaré a Valentina de ahí.

—¡Estás loca! —le gritaba Sebastián —no puedes volver a ese infierno, ahora tienes a tus hijos, ellos te necesitan, buscaremos la forma de recuperar a Valentía sin arriesgarlas, ni a ella, ni a ti, joder dime quien te asegura que salgan de ahí las dos, lo siento pero no, yo no apoyo esto, Mich debe haber otra forma, no puedes arriesgarlas, Luci por favor no puedes volver a ese infierno.

—Sebas te entiendo, creeme que jamás volvería con él, ahora mis hijos son lo más importante, pero ustedes me salvaron de él, por ustedes hoy tengo a mis mellizos conmigo, y lejos de ese hombre, pero Valentina no tiene la culpa de lo que pasó hace años, ella nisiqera pertenece a este mundo, debes entender, yo conozco esa casa como la palma de mi mano, cada salida, escondite y todo, cada habitación.

—Tampoco estoy de acuerdo, pero aprovecharemos que ella conoce para entrar sin ser vistos y sacarlas de ahí a las dos —explicaba Michael a Sebastián.

—Adri podrías llevarte a mis hijos a casa de Sebastián y cuidarlos —le decía Luciana —ya que nadie sabe de tu casa, es el único lugar seguro por ahora—Sebastian suspiraba, y Adriana tomaba su mano.

—Si les pone una mano encima, les toca aunque sea un cabello, lo mató, juro que lo hago, lo quemo vivo —hablaba Sebastián ya resignado, pero dispuesto a protegerlas.

—Tranquilo que ese mal nacido me las debe, si veo que les hace algo ahí mismo le vacío la pistola —hablaba Michael.

«Pronto estarás de vuelta mi reina, y todo será diferente, lo juro, solo espero me perdones por mi desicion»