La vida de Loreta Rosietti, cambiara por completo de un día para el otro, cuando siendo ella la única testigo en presenciar el asesinato de su jefe tiene que buscar al hijo ilegitimo de este, para que se haga cargo de la compañía y le brinde su protección. Con el pasar de los días ella descubrirá que el señor O'Connor no solo era un ceo importante sino el jefe de la mafia y todo lo que parecía ser legal era solo una fachada para ocultar su verdadera identidad. Sin embargo no solo se verá envuelta en varios infortunios a medida que conoce a su protector si no que ni siquiera se imagina que el destino la pondrá de nuevo frente a un hombre que por años intentó olvidar y por el cual guarda mucho rencor o al menos eso cree.
Con tal de vengarse de su ex prometido ella hará una alianza con su nuevo jefe, pero los sentimientos que despiertan ambos hombres en ella hará que caiga en una red de confusión de la que es muy difícil salir.
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Capítulo N°5
Mientras tanto en su mansión Luca Noviccio, festejaba con dos mujeres en la cama su gran triunfo. Él, el heredero de una de las familias más prestigiosas y respetadas de la mafia en el continente, había acabado con la miserable vida del temido y despiadado Lewis O’Connor. Un extraño en su tierra, un hombre oriundo de Londres que llegó a Roma para adueñarse absolutamente de todo y con el pasar de los años había construido un gran imperio y se había ganado con creces el respeto de todas los clanes. Con excepción de una familia, la cual le declaró la guerra desde el primer día que llegó a la ciudad y no cedería ni una pizca de su poder ante ese forastero. Sin embargo después de un arduo trabajo finalmente el hijo de Luchiano Noviccio estaba recuperando el control de la ciudad gracias a su paciencia y perseverancia. Por largos cinco años, Luca planificó el ataque perfecto dejando en stand by su vida privada con tal de reconquistar sus tierras y devolverle el honor al apellido de su familia que se vio manchado con la llegada de ese miserable. Oculto y lejos de todo, solo esperaba el momento preciso de atacar y al fin la vida le regaló esa oportunidad y sin dudas la supo aprovechar. La esposa de Lewis padecía una enfermedad terminal y el viejo estaba desentendiendo su negocio ilegal, estaba perdiendo poder, la debilidad por su mujer era tal que hasta perdió varios cargamentos y ni cuenta se dio hasta que fue demasiado tarde y sus socios se fueron alejando. Los días de O’Connor estaban dedicados a la empresa y a cuidar de su amada esposa y brindarle todo su apoyo en este difícil momento.
Luca sabía que los viernes era el único día que el viejo se quedaba hasta tarde en su compañía organizando la agenda para no tener que regresar hasta el lunes a la tarde, así que solo necesitaba la distracción de Igor en la empresa y que sus hombres hicieran el resto.
Cubierto de sudor se levantó del aposento dejando atrás a sus acompañantes, entonces se acercó al balcón de su habitación, el aire golpeó su desnudez haciendo que su cuerpo se tense,. apoyado sobre la baranda vio a lo lejos como el portón de hierro forzado se abrió dejando ingresar el auto de Igor. La satisfacción que sintió fue enorme, por la manera suave de conducir de su mano derecha supo que todo había salido según lo acordado y regreso a la cama por otra ronda de sexo rudo.
En el puerto y lejos de todos, los dos sicarios estacionaron el auto en una fábrica abandonada frente al muelle y festejaban su gran hazaña. Ellos, unos simples empleados de Igor, habían acabado con el líder de la mafia italiana.
Jeison, busco una petaca de whisky de uno de sus bolsillos y con una media sonrisa en su rostro, bebió un sorbo, luego le convido al enano y dijo
— Ten, bebe un poco, hay que festejar.
—Gracias —el enano bebió un trago entonces sin poder contener la emoción exclamó—. Seguramente el gran jefe nos dará una recompensa por nuestra hazaña. Hicimos todo como lo planeo, la bomba de humo para que no nos capten las cámaras en el estacionamiento, los gases somníferos en los conductos de ventilación que dejó inconsciente a todo el personal de seguridad y así nadie nos pudo detener y la distracción de Igor salió mucho mejor de lo que esperábamos. Realmente admiro al jefe, sus ideas son brillantes y la forma de llevarlas a cabo son aún mejor —dijo el enano y volvió a beber del whisky.
— Sí, todo salió según el plan salvo por un gran detalle, no nos olvidemos que quedó un cabo suelto por resolver y debemos terminar con la vida de la secretaría antes de que el jefe nos entierran vivos a nosotros .
— ¡Cierto, esa maldita se nos escapó de las manos!
Jeison abrió la cartera de la joven y buscó entre sus cosas, hasta que finalmente encontró la billetera y al mirar en su interior maldijo en italiano, golpeando sin piedad el volante al ver una foto.
— ¡Dannazione!—(maldita sea)—. ¡Ahora sí que estamos jodidos!.
— ¿Qué sucede?—preguntó su acompañante.
— Debemos hablar con Igor, no podemos tocar a esa mujer.
— ¿De qué hablas ? Si dejamos ese cabo suelto el jefe nos matará.
— Te aseguro que si le tocamos un solo pelo a esa mujer terminaremos en el fondo del mar, lo mejor es seguir con el plan, cambiarnos de ropa, deshacernos de este auto e ir a la mansión.
— De acuerdo.
Diez minutos más tarde, todo ardía dentro del auto, salvo por la cartera de Loreta que era sostenida con fuerza por el líder del equipo.
— Vamos, debemos hablar con Igor cuanto antes.
— Está bien.
Ambos subieron a un auto mucho más discreto y condujeron por la campiña por un par de minutos, alejándose de la ciudad. La noche estaba hermosa, las estrellas brillaban alrededor de la luna y a medida que el auto se perdía entre el valle, el paisaje era aún más hermoso. La residencia de Luca era una fortaleza y estaba custodiada por varios hombres armados hasta los dientes para proteger a su jefe. El guardia que custodiaba el portón inmediatamente reconoció a Jeison y le dio la bienvenida entonces haciendo señas lo dejaron ingresar.
Dentro de la casa, Igor recibió a sus hombres en el despacho, les sirvió una copa de whisky a cada uno y luego les indicó que tomaran asiento frente al escritorio.
— ¿Acabaron con O’Connor?—preguntó sin tanto rodeo.
— Sí, pero… hay un pequeño detalle que debemos resolver —titubeo Jeison el hombre al mando de la misión.
— ¿Cuál?—inquirió con seriedad.
— La secretaria…se escapó —dijo el enano temiendo lo peor.
Igor dejó su vaso sobre la mesa y apoyando sus codos sobre el escritorio y unió ambas manos con una expresión de pocos amigos y dijo
— Busquen cualquier dato de esa mujer en la oficina de O’Connor y deshágase de ese problema —ordenó.
— Señor, no es tan simple. Mire —le enseñó la fotografía —. Es la misma foto que tiene el jefe en su despacho, es la prometida del jefe.
Igor tomó la foto en sus manos y maldijo en ruso, entonces golpeó el escritorio haciendo que el vaso cayera sobre el mismo y el contenido se desparramó sobre la fina madera caoba.
— ¡Mierda! Su rostro me parecía conocido, pero la maldita cambió su color de cabello y se ve mucho más hermosa.
— Jefe, le juro que buscamos por todos lados, pero simplemente desapareció del lugar.
— Hablaré con Luca, pero mientras tanto asegúrense de asustar a esa mujer y que no le diga nada a la policía. Ella vio mi rostro y pensé que ustedes acabarían con ese detalle —Igor estaba muy molesto y sin más exclamó y se puso de pie —. ¡ Mierda, ahora realmente estamos jodidos!
—¿Qué hacemos?
— Vayan a su departamento y denle una advertencia —habló intentando controlar su ira—. Si esa mujer habla, si tan solo abre su boca para algo —los miró enfurecido—. Ustedes serán los responsables y terminarán en el fondo del mar siendo comida para los tiburones.
— Señor… no podemos tocar a esa mujer —comentó el enano manteniendo la mirada sobre el escritorio .
—Lo se, pero pueden amenazarla con que la descuartizamos si llega a abrir la boca y como prueba le cortan un mechón de su cabello, una uña, algo, eso le dará credibilidad a sus palabras —entonces caminó hasta el ventanal y pronunció—. Quiero que tenga tanto miedo, que crea que en cualquier momento será su fin y no tenga deseos de salir de su departamento. Que viva pensando que la muerte le respira en la nuca.
— ¡Pero eso no es verdad! —comentó el enano encogiéndose de hombro.
— Pero ella no lo sabe —respondió con una sonrisa demencial en sus labios y mirando a través de sus lentes oscuros entonces les ordenó—. ¡Salgan de aquí y hagan bien su trabajo!. Deben infundir tanto terror a esa joven que pensará dos veces en ir con la policía.
— Muy bien —respondió Jeison.
— Mientras tanto yo hablaré con Luca y esperemos que esa mujer no sea un dolor de cabeza.
Los sicarios salieron de la mansión, en su mano Jeison tenía la identificación de Loreta y después de varios minutos, pasaron frente a la entrada principal del edificio donde permanecía estacionado un patrullero y maldiciendo su mala suerte se retiraron del lugar sin siquiera acercarse a la secretaria.