Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPÍTULO 9
Después tomó un preservativo de los que ofrecía el hotel, se lo colocó, se posicionó de pie entre las piernas de la chica, le levantó el vestido, apartó sus pantys y se hundió en ella de una manera ruda y salvaje.
La chica no pudo evitar soltar un pequeño grito por la rudeza y el tamaño del intruso y en castigo recibió una fuerte nalgada
Pero a la mujer, lejos de molestarla, la excitó más. Ella mordía sus labios y reprimía sus gemidos, pero la sensación era increíble, sentía todo retenido en su pecho y unas lágrimas de placer salieron de sus ojos, con la intención de desahogar un poco sus emociones.
Santiago no fue nada sutil, solo se concentró en terminar rápido, se quitó el preservativo, se colocó otro y volvió a entrar en esa misma posición, no quería verle la cara. Él tenía los ojos cerrados y solo se imaginaba dentro de su ex.
Porque si, maldita sea, era dentro de ella que quería estar. Camila en este sentido había pasado a un segundo plano. Porque por su embarazo no podía satisfacerlo.
Santiago se corrió una vez más, enseguida se quitó el preservativo y sin esperar ni un segundo, tomó a la chica por un brazo y la llevó casi arrastrada hacia la puerta sin permitirle ni siquiera recuperarse de los espasmos.
Santiago solo abrió la puerta, la empujó afuera y volvió a cerrar, trabando la puerta desde adentro con una silla. Sabía perfectamente que la mujer podía volver a entrar y a él no le interesaba nada de ella.
Santiago se lanzó sobre la cama y después de dar un par de vueltas en la cama y girar su anillo de matrimonio con fuerza en su dedo se quedó dormido.
Al día siguiente, se levantó, se dio una larga ducha, se puso la misma ropa, salió de la habitación y en el pasillo se cruzó con una mujer que le guiñó un ojo. Él la ignoró totalmente, se imaginaba que era la mujer de anoche, pero Santiago solo aceleró sus pasos y llegó hasta su auto.
En ese momento Santiago observó su celular en el asiento del copiloto, lo encendió y comenzaron a llegarles miles de notificaciones. Santiago comenzó a revisarlas con la esperanza de encontrar una que le alegrara el día, pero en su mayoría eran de su secretaria y de su novia.
Santiago se imaginaba que su novia tenía acosada a su secretaria y que, por eso, ella trataba de ubicarlo.
Santiago sabía que todos los mensajes de Camila eran de reclamos y reproches, por lo que decidió simplemente llegar a su casa y escucharlos personalmente.
Mientras tanto, en la casa de Genoveva, todos estaban sentados en la mesa. Genoveva se sonreía al oír a sus pequeños contarles la película. Todos hablaban al mismo tiempo y ella giraba su cabeza para todos lados, tratando de prestarle atención a todos. Pero lo que más la divertía era ver al pequeño máximo comer despacio, mientras corregía a sus hermanos, por hablar con la boca llena y no emplear las normas de cortesía.
La niñera estaba ayudando a la pequeña Alana y a su vez también se reía de la situación.
Todos terminaron de desayunar y se sentaron a ver la televisión, mientras las adultas recogían la valija y la limpiaban.
De repente, Victoria llama a su mamá
—MAMI, MAMI, PAPI ESTÁ EN LA TELE — gritó la pequeña y Genoveva se acercó rápidamente, asustada de que le haya ocurrido algo: ella está consciente de que él se fue en la madrugada.
Pero era un anuncio sobre su próxima boda y lo más cruel, es que el anuncio hablaba del nacimiento del primogénito del importante empresario. Durante el anuncio mostraron varias fotografías de Santiago con una hermosa mujer embarazada.
Genoveva comenzó a sentir que le faltaba el aire. No lograba reaccionar porque estaba inmóvil. Sus lágrimas amenazaron con salir, pero tenía ocho caritas mirando fijamente hacia ella.
Máximo tomó el control de la televisión y cambió el canal, mientras le hablaba en voz alta.
__Vamos a ver una película _ le dijo él, tratando de desviar la atención de sus hermanos.
__No _pronunció Genoveva y todos los niños volvieron a fijar la mirada en ella.
__ Señora Genoveva _ dijo la niñera, tratando de expresar su apoyo. Genoveva le sonrió fríamente y volvió a mirar a sus pequeños
__Vamos al parque de diversiones _ le dijo ella y todos comenzaron a gritar y a dar saltitos de alegría.
__ ¿Llamo a mi prima? _ le preguntó la niñera y ella asintió, obviamente necesitarían refuerzos.
Pero ellas aún no terminaban de hablar, cuando un tropel de pequeños pasos comenzó a oírse por las escaleras.
La niñera los siguió para ayudarlos. Todos querían vestirse rápido, no querían perder tiempo. Los niños evidentemente amaban ese lugar.
Genoveva los vio subir y sonrió, pero había un par de ojitos que permanecían inmóviles frente a ella. Genoveva sabía lo que diría su hijo.
__ Papá nos negó mamá. Yo soy su primogénito y después vienen mis hermanos. Si él dice, que ese niño que esta por nacer será su primer hijo, es porque se está olvidando de nosotros. No vuelvas a decirme que es un buen padre _ terminó de decirle el pequeño Máximo e inmediatamente subió corriendo las escaleras con lágrimas en sus ojos.
Genoveva no pudo evitar soltar el llanto retenido. Lloró por algunos minutos, pero al oír los pasos de sus hijos descender por las escaleras, se limpió sus lágrimas, recogió los pedazos de su corazón y los recibió de besos y todos se pararon frente a ella, mostrándole unas sonrisas hermosas y girando para mostrarle a su madre, el atuendo que habían escogido con la ayuda de la niñera.
__ Péiname mami _ le susurró la pequeña Camila, que no se deja peinar con la niñera
Genoveva le hizo una cola alta y le besó la frente.
__ ¿Están listos para divertirnos? _ gritó ella y todos los niños comenzaron a gritar
__ Si. Si. Si