Yeraldin guarda un secreto: su amor por Johan, el mejor amigo de su padre. La atracción es irresistible, pero el conflicto interno la desgarra. Johan, a pesar del deseo, se resiste por lealtad a su amigo. ¿Podrá Yeraldin conquistar su corazón, arriesgando la amistad paterna? ¿O este amor prohibido quedará sepultado en el olvido?
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¿Celos?
Llegué a la dirección que Yeraldin me había enviado y era una boutique llena de ropa elegante y accesorios de lujo. Ella estaba parada justo en la puerta, hablando por teléfono con una sonrisa. ¡Dios, qué hermosa se veía! Lo sabía y lo demostraba sin dudas. Ya es toda una mujer, con excelentes curvas. Al verme, sonrió, terminó su llamada y se acercó al auto.
Yeraldin: —¡¡Qué bueno que llegaste!! ¿Estás listo para irnos?
Ella se sube al auto, se pone el cinturón y cruza las piernas.
Johan: —Lo siento por hacerte esperar, pequeña. Dime, ¿a dónde vamos? Tu padre no me dio muchos detalles.
Yeraldin: —No te preocupes, ya estás aquí; es lo que importa. Vamos a este lugar.
Ella me muestra el lugar, acercándose a mí, y su delicioso perfume tocó mis fosas nasales, haciéndome inhalar hondo. Olía muy bien. Luego de poner la dirección en el navegador, partimos.
Durante el trayecto íbamos en silencio, pero yo no podía evitar mirarla de reojo, notando la forma en que sus dedos jugaban con su collar mientras mordía su labio distraída; algo que hizo despertar algo allá abajo. Aclaré mi garganta y finalmente le hablé para romper el silencio.
Johan: —¿Estás nerviosa?
Yeraldin: —Un poco. A estos lugares y a estas cosas aún no logro acostumbrarme del todo.
Johan: —No te preocupes, todo saldrá bien. Además, solo irás a supervisar que todo esté bien, y yo estaré ahí cuidándote.
Yeraldin: —Muchas gracias, Johan. Realmente aprecio tus palabras, pero eso de cuidar… creo que puedo hacerlo perfectamente bien yo sola.
Ella me lo dice con una enorme sonrisa, y solo me quedé en silencio. Sabía que lo que decía era verdad; ella podía cuidarse sola, lo hizo muy bien durante cinco años.
Al llegar al lugar donde se haría la subasta algo alejado de la ciudad, por cierto ya había muchas personas por todos lados, y la mayoría con armas. Al identificarnos, nos dejaron entrar. Realmente me siento muy incómodo con todo esto, pero debía hacerlo. Me estacioné, y ella tocó mi mano con una sonrisa y me dijo que no tardaría y volvería pronto. Me guiñó un ojo y salió.
Caminó hasta donde la estaban esperando y comenzó a hablar con ellos mientras miraba unos papeles. Decidí agarrar mi computadora y ponerme a trabajar para matar el tiempo mientras ella volvía.
Seguía en el auto con mi computadora, terminando unos documentos importantes. De vez en cuando levantaba la mirada para verla a ella y sus malditas curvas mientras daba órdenes con seriedad.
Al parecer, su encargo no estaba saliendo bien. Seguía viéndola como un maldito depravado, y me culpó por mis pensamientos. No puedo sentir deseo por ella… realmente necesito coger nuevamente, murmuré para mí mismo, para volver a concentrarme en mi trabajo.
Un rato después, ella volvió al auto dando un suspiro. Volví a mirarla, aunque lo hice más para oler su perfume; es tan rico que no puedo evitar respirar profundo intentando controlarme.
Yeraldin: —En serio, no puedo creer que nada esté quedando bien. Mi padre había planeado esto y es un desastre. ¡No pueden hacer nada si no los están supervisando!
Comencé a conducir, saliendo lentamente del lugar.
Johan: —¿Y eso te molesta?
Yeraldin: —Claro que me molesta. Tendre que volver mañana con Brian o mi padre seguramente.
Johan: —El evento es en unos días, ¿verdad?
Yeraldin: —Sí, lo es. Tiene que salir todo bien; es muy importante para mi padre.
Johan: —Tranquila, seguramente todo saldrá bien…
Ni siquiera pude terminar de hablar. Ella estaba casi encima de mí, ya que se había acercado a mi ventana para hablar con el encargado del lugar. Me detuve, detallé su cuerpo, mordiendo mis labios disimuladamente, hasta llegar a su trasero. Estuve orgulloso de no darle una nalgada.
Al terminar de hablar, volvió a su lugar, pidiendo disculpas y se puso el cinturón. En el camino, estaba escribiéndose con alguien. Por momentos sonreía, y una molesta sensación de celos surgió de mi interior sin aviso, apretando el volante hasta que mis nudillos se pusieron blancos.
Johan: —Al parecer, te hace muy feliz.
Yeraldin: —¿Disculpa?
Johan: —Habló de la persona con la que hablas.
Yeraldin: —Solo es mi amigo y compañero de mi estudio de arte. Es muy fácil entablar una conversación fluida con él.
Johan: —Ya veo… un compañero.
Yeraldin: —¿Por qué? ¿Te molesta que hable con alguien más? ¿Quieres saber de qué hablábamos?
Johan: —¿Por qué me molestaría? Pequeña Solo me causó curiosidad, eso es todo. Y no es necesario que me digas de qué se trataba su conversación.
Yeraldin: —Pareces molesto. ¿Estás seguro de que no quieres saber de qué hablábamos?
Johan: —Mira, pequeña, no te hagas ideas equivocadas. ¿Por qué estaría molesto? Eso es absurdo.
Yeraldin: —Bueno, está bien, si tú lo dices.
Ella volvió a su celular y a su conversación hasta que me pidió que la dejara en el lugar donde abriría su negocio, que sus amigos la esperaban. La llevé hasta allí, y ella se despidió con un beso en mi mejilla y me dijo: “Adiós, lindo”. Algo que realmente me tomó por sorpresa. La miré por unos minutos hasta que se despidió con la mano, y me fui a la empresa.
Narra Yeraldin
Después de unos minutos, Johan llegó finalmente por mí. Terminé mi llamada con Aiden y subí a su auto. Él se disculpó por la demora y por no contestar mis llamadas. Comenzamos a conducir. Mi plan de provocarlo se fue al demonio al notar el labial en el cuello de su camisa. ¡Qué asco!
Iba en el camino, pensando algo molesta, sin hacerle ningún tipo de conversación. Estaba metida en mi cabeza hasta que él rompió el silencio. No me quedó de otra que contestarle, aunque también me causó un poco de gracia lo que dijo.
Al llegar, me bajé de su auto, no sin antes hacer algo. Fui con la persona encargada de la seguridad y la logística de la subasta. ¡Todo era un desastre! La decoración, la seguridad… todo estaba mal organizado. No me quedó más remedio que comenzar a dar órdenes para que quedara como mi padre esperaba.
Después de un tiempo, finalmente subí a su auto para irme. ¡Ya quería salir de ese maldito lugar! Hablé con él mientras salíamos, pero vi que el encargado también se estaba por ir. Prácticamente me subí encima de Johan para hablar con ese idiota, que también se iba. Le dije que se quedara, si era necesario, toda la noche. Él volvió a su lugar, pidiéndome disculpas.
En el camino de vuelta, me la pasé hablando con Aiden, Liam y Haimi. No podía dejar de sonreír, a punto de reír a carcajadas por las ocurrencias de esa pareja. Acordamos vernos en el antro y ver cuánto faltaba para que terminaran de arreglar el lugar. Entonces él dijo algo. Volteé a verlo y pude notar algo de… ¿molestia? en la forma en que apretaba el volante y lo serio que estaba. ¿Podría ser que estuviera celoso?
Rápidamente me aproveché de eso, provocando aún más esa molestia, pero él se negó a aceptar que lo estaba. Solo me reí por dentro. Al parecer, no le era tan indiferente como pensaba.
Hice que me dejara en el antro, donde ya estaban Liam y Haimi. Antes de salir, me atreví a darle un beso en la mejilla y decirle un piropo, algo que al parecer le sorprendió. Unos minutos después, finalmente se fue.
Haimi: —¿Qué sucedió? ¿Pudiste hacer algo con ese bombón?
Liam: —Y no lo niegues, porque por tu sonrisa, algo hiciste.
Yeraldin: —Solo le di un beso en la mejilla, eso fue todo.
Liam _¿Un beso? ¿Acaso sucedió algo entre ustedes en el camino?
Haimi _No lo creo; si no, ella no estaría aquí con nosotros.
Yeraldin _Tiene razón. La verdad, no hice mucho, ya que me ofendí un poco porque me dijo que estaba esperando por él mientras se cojia a quien sabe quién.
Luego de decir eso, entré a nuestro negocio. Aún había muchas personas trabajando en el lugar, y la verdad, está quedando mejor de lo que me imaginaba. Sin duda, será el mejor antro de toda Italia. Revisamos cada detalle entre risas y bromas. Al final, cuadramos los últimos detalles y nos dieron la noticia que tanto esperábamos: en tan solo un mes ya podríamos abrir nuestro negocio. Realmente, eso me puso muy feliz.
Quiero saber que sucede con esta pareja🥺