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SEDUCIENDO A MI EX SUEGRO

SEDUCIENDO A MI EX SUEGRO

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Amor-odio / Venganza de la protagonista / Casada con el millonario / Jefe en problemas / Triángulo amoroso
Popularitas:16.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Lilith James

Emma lo tenía todo: un buen trabajo, amigas incondicionales y al hombre que creía perfecto. Durante tres años soñó con el día en que Stefan le pediría matrimonio, convencida de que juntos estaban destinados a construir una vida. Pero la noche en que esperaba conocer a su futuro suegro, el mundo de Emma se derrumba con una sola frase: “Ya no quiero estar contigo.”

Desolada, rota y humillada, intenta recomponer los pedazos de su corazón… hasta que una publicación en redes sociales revela la verdad: Stefan no solo la abandonó, también le ha sido infiel, y ahora celebra un compromiso con otra mujer.

La tristeza pronto se convierte en rabia. Y en medio del dolor, Emma descubre la pieza clave para su venganza: el padre de Stefan.
Si logra conquistarlo, no solo destrozará al hombre que le rompió el corazón, también se convertirá en la mujer que jamás pensó ser: su madrastra.

Un juego peligroso comienza. Entre el deseo, la traición y la sed de venganza, Emma aprenderá que el amor y el odio

NovelToon tiene autorización de Lilith James para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7

Emma

La silueta de los edificios iluminados de la ciudad se reflejan en la ventanilla del taxi mientras mis manos tiemblan sobre mi regazo. Intento apretarlas, contenerlas, pero el temblor regresa, como si mi cuerpo gritara lo que mi voz no se atreve a decir: pídele al chofer que dé la vuelta, que regrese a casa, que esta locura termine antes de empezar.

Respiro hondo, pero el aire me quema en los pulmones. Pienso en la tarjeta que llegó con aquel ramo de flores. Tan elegante y con esa aura de seguridad. En el reverso, escrito con tinta firme, un número de teléfono. Dudé horas antes de escribirle un simple “gracias”. Y él…me respondió de inmediato. No con un saludo, no con cortesías, sino con la dirección del lugar y una propuesta: “¿Puedo pasar a buscarte esta noche?”.

Cerré los ojos al leerlo. ¿Encerrarme en un auto con él? Ni pensarlo. Me apresuré a contestar: “No es necesario, te veré allí”.

Y ahora, aquí estoy, atrapada en este taxi que parece llevarme directo a una fosa de ansiedad.

El coche se detiene frente al lugar. Mi corazón late tan fuerte que temo que el chofer lo escuche. Pago, mis dedos torpes casi dejan caer los billetes, y empujo la puerta antes de arrepentirme.

El aire de la noche me recibe como un golpe. Salgo con paso inseguro, sintiendo que cada mirada invisible me atraviesa. Mi vestido —Negro, largo y entallado, con un escote en V que apenas logro ignorar yo misma— me pesa como una segunda piel. Fue un regalo de cumpleaños de una de mis amigas, y hasta hoy permanecía intacto en el armario. Nunca lo había usado porque sabía que no era el estilo que agradaba a Stefan.

Pero esta noche no es sobre Stefan.

Es sobre mí y su padre… aunque todavía no sé si eso es un consuelo o una condena.

Me acomodo el cabello lacio, recogido tras las orejas. No hay joyas ostentosas, solo un brillo discreto en los labios y este vestido que me hace sentir desnuda y poderosa a la vez. Inspiro hondo. La sensación de querer huir no desaparece, pero mis pies ya están sobre la acera, avanzando hacia un destino que, si todo sale bien, no tendrá marcha atrás.

El aire cambia apenas pongo un pie dentro del restaurante. La luz es tenue, cálida, pero hay algo más: un estilo medieval con toques góticos que lo vuelve refinado y costoso. Candelabros de hierro forjado iluminan los muros de piedra y vitrales oscuros filtran destellos coloridos sobre las mesas. El murmullo de conversaciones, copas alzándose y risas medidas llenan el ambiente.

Me acerco al hombre que se encuentra junto a un gran atril de madera en la entrada. Él revisa con atención el libro de nombres con una pluma elegante entre sus dedos. Tiene un porte correcto, juvenil, hasta que levanta la cabeza y me ve. Su sonrisa cordial se congela, y durante un segundo parece quedarse sin palabras.

Carrapea, una vez, dos, tres, y yo casi quiero reír de lo evidente que resulta su sorpresa.

—B-buenas noches, señorita. ¿Tiene reservación?

Asiento, obligándome a mantener la compostura.

—Si, me están esperando. Soy Emma Bermont.

Él repite mi nombre como si quisiera saborearlo mientras ojea el libro, y su sonrisa se amplía con cierta sorpresa.

—Perfecto, señorita Emma. Por favor, acompáñeme.

Sus modales son impecables. Yo, en cambio, me descubro alisando las arrugas imaginarias de mi vestido mientras lo sigo, como si necesitara recordar que todavía estoy en control de mí misma. Avanzamos entre mesas y noto cómo algunas miradas se desvían hacia mí. Este vestido negro, largo y ajustado en los lugares correctos, atrae atenciones que hacía mucho no recibía.

La inseguridad me golpea en el estómago. ¿Qué hago vestida así? Durante años intenté parecer elegante, discreta, casi invisible, todo para complacer a Stefan, para no provocar, para encajar en la imagen que él tenía de una mujer “digna”. Tanto esfuerzo en esconderme bajo telas recatadas… y ahora, sentirme observada me desarma y me enciende al mismo tiempo.

Me abrazo a mi misma, apenas un segundo, como si buscara cubrirme. Pero luego recuerdo: no más Stefan. No más su voz juzgando en mi cabeza, no más la inseguridad que plantó en mi mente.

El recepcionista se detiene frente a una gran cortina de terciopelo rojo. La tela cuelga pesada y majestuosa, ocultando lo que hay detrás. Con un ademán suave, mantiene su sonrisa y me indica:

—Su cita la espera en el interior.

Trago saliva. Mis piernas parecen querer retroceder, pero me obligo a respirar hondo. Me repito en silencio que esta noche debo ser otra. No, no otra: debo ser yo misma. La versión que escondí demasiado tiempo.

La versión capaz de convertirse en Afrodita en persona.

Suelto el aire en un suspiro, siento el valor subir por mis huesos como fuego, y doy un paso al frente. El recepcionista abre la cortina y yo entro, cruzando el umbral hacia la estancia privada donde me espera Robert.

El telón de terciopelo cae detrás de mí con un susurro pesado, y el murmullo del restaurante desaparece al instante. El aire aquí es distinto: más íntimo, cargado de un silencio expectante que me eriza la piel.

Y entonces lo veo.

Robert está sentado frente a una mesa redonda, elegante, con una copa entre sus manos. Sus ojos me encuentran sin demora, como si me hubiese estado esperando con mucha calma, y el mundo entero se reduce a esa mirada. No hay disimulo, no hay cortesía: me recorre de pies a cabeza con actitud insolente, y yo siento que cada parte de mi cuerpo se ilumina bajo su inspección.

Él deja la copa despacio, casi en cámara lenta, y se pone de pie. El movimiento es sereno, calculado. Se desabrocha un botón de su saco con naturalidad y la tela se abre apenas para revelar la camisa negra, perfectamente ceñida a un abdomen esculpido que delata disciplina y poder. Mis labios se entreabren sin permiso y trago saliva con fuerza, como si mi garganta hubiese olvidado cómo funcionar.

Doy un paso hacia él. Luego otro. El suelo parece hundirse bajo mis tacones, pero no me detengo.

Robert cierra la distancia con calma, como un depredador que no necesita correr para atrapar a su presa. Cuando llega frente a mí, toma mi mano con firmeza y, sin apartar los ojos de los míos, inclina la cabeza para depositar un beso lento y seguro en el dorso.

El contacto me incendia las mejillas. Apenas logro articular una sonrisa agradecida.

—Gracias por la invitación— Susurro, consciente de que mi voz se escuche firme y segura.

Contra todo pronóstico, lo siguiente que dice no es solemne ni intimidante. Es varonil y juguetón, con ese magnetismo que parece perseguirlo.

—Esperaba poder volver a verte en un lugar donde sufrieras menos… y creo que acerté.

Mis labios se curvan, sorprendidos por el comentario, y antes de que pueda responder él ya ha despejado la silla para mí. Su galantería no parece forzada; fluye con la misma naturalidad que su autoridad.

—Estás aún más despampanante que la última vez— Añade, con su voz grave rozando algo más que un cumplido.

La inseguridad intenta asomar, pero la aplasto antes de darle espacio. Esta noche no seré modesta, no seré invisible.

—Lo sé— respondo con una sonrisa que no pide perdón, aceptando el halago con la seguridad de quien, por fin, reclama su propio poder. —Tu también luces estupendo para ser un entrenador de la KGB.

Los ojos de Robert chisporrotean con un brillo intenso, como si esa falta de modestia le hubiese dado justo lo que quería.

Robert se acomoda frente a mí, apoyando un codo sobre la mesa como si quisiera acortar la distancia, y esa leve inclinación hacia delante me obliga a fijarme en sus labios, en lo seguros que se curvan en una media sonrisa que parece esconder secretos.

—Debo confesarte algo— Dice, y su voz es grave.

Mi espalda se tensa, pero lo disfrazo con una sonrisa ligera.

—¿Debería preocuparme?— Pregunto, intentando sonar divertida aunque por dentro me arde la ansiedad.

¿Me conoce? ¿Sabrá que salí con su hijo?

Él niega con suavidad, y el gesto se acompaña de una mirada que me desarma.

—No. Deberías sentirte halagada.

Un calor extraño me recorre el pecho.

—Entonces dime.

Robert entrelaza los dedos sobre la mesa. Su mirada nunca se aparta de la mía, y siento que me atraviesa, como si no tuviera manera de ocultarme.

—Desde la primera vez que te vi, sabía que volvería a buscarte.

Mi respiración tropieza. Me obligo a reír, ligera, aunque sé que el rubor me delata.

—¿Lo dices como un cumplido bonito o como una declaración peligrosa?

Su sonrisa se amplía, y hay algo en ella que es puro magnetismo.

—Digamos que es ambas cosas.

Silencio. Silencio que no incomoda, sino que me envuelve. Lo miro fijamente y, contra mi voluntad, quiero escucharlo seguir.

—Emma— Su voz roza mi nombre con una firmeza deliciosa. —Tú crees que lograste llamar mi atención, ¿verdad? Pero lo cierto es que nunca la perdiste desde que te vi entrar al gimnasio.

Mi pecho se oprime, un nudo extraño entre incredulidad y deseo.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?— Pregunto, apenas en un susurro.

Robert inclina un poco la cabeza. Sus ojos oscuros no parpadean.

—Porque una mujer como tú no aparece y desaparece sin dejar huella. Y créeme… la dejaste.

Me muerdo el labio, atrapada entre la necesidad de creerle y el miedo de hacerlo. Él sonríe como si leyera exactamente lo que pienso.

—No quiero que pienses que te he invitado esta noche por el capricho de un hombre mayor ante un joven hermosa— Añade, con la voz ahora más seria y baja. —Si estoy aquí, si estoy contigo esta noche, es porque me pareciste una mujer interesante y quiero saber que es lo que se oculta detrás de esos ojos oscuros que desprenden sensualidad y rabia.

Mis manos se tensan sobre el regazo. El aire se siente denso, como si el cuarto entero se hubiera reducido al espacio entre nosotros y por primera vez en todo el día… no quiero huir.

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Neuris González
q se quede. q sea sincera porfis
Lissbeth Prada
ojalá el no hablar de ella dale eso que tienen🙏🫦
Aracelis Durango
En mi opinión, Independientemente de si se queda o no debe decirle en ese mismo momento lo que paso con Stefan y salir de eso lo antes posible
Alison Mendoza Sotelo
Nesesito una pareja contra viento y marea
Alison Mendoza Sotelo
Que se quede y de una vez cuente todo xfabor
Beth Bo
Será que nos pueden dar un baby Falcone por favaaaaaar
Beth Bo
Pobrecita, Stefan la traumó con eso del aburrimiento
Beth Bo
No puedo creer que este cucaracho sea hijo de Robert
Beth Bo
Esooo!!! Robert no la esconde, quiere que todos la conozcan
Beth Bo
Esooo!!! Robert no la esconde, quiere que todos la conozcan
Mauge Albornoz Diaz
sii se tiene q quedar!! deben ser felices juntos
Monica Hernández
siiii que se quede y obvio ella le tiene que decir lo que sucedió con Stefan antes de que la víbora de la ex esposa lo sepa y se lo diga ojalá que Emma ya se lo diga y que Robert falcone le de la revolcada de su vida que saque a relucir lo celoso posesivo y que la marque así Emma sabrá a aquien pertenece 🤭🤭🤭
Monica Hernández: total ya le dijo que aunque se vaya la encontrará que más da si emma le da el susto para después darle el gusto🤭🤭🤭 ya le dio una probadita o adelanto
total 1 replies
Griselda Enrique
obvió no se le puede decir NO a un papucho como el 🥵🥵🥵🥵🥰🥰🥰🥰🥰🤭🤭🤭🤭
Nancy RoMo
si q se quede 😁
Nancy RoMo
yo tambien necesito uno con urgencia 🥹🥺😅🤣
😍❤️кαяєи🍀🇻🇪
que se quedé.!!!!! que se quedé... que sigan disfrutando de los placeres de la vida.. jajajaja ❤️‍🔥❤️‍🔥😍😍
ana luisa
Que se quede es su mujer que luchen los dos que hablen y sesn sincero
ana luisa
Que se quede es su mujer que luchen los dos que hablen y sesn sincero
Emperatriz Reales
Huy q caliente este capitulo
Emperatriz Reales
Enma tiene q hablar claro, las mentiras solo entierran lo bueno q pueda existir
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