Layla es una princesa que está destinada a casarse con alguien desconocido, pero todo eso cambia al conocer a su tutor.
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capitulo 7: Declaración.
— Darcy. Seamos razonable. Layla puede ser la princesa heredara, pero está comprometida con alguien ya. Yo estoy más que disponible para estar contigo. Sé que no eres un tutor no más, debes ser un noble y eso lo acepto. Mi madre quiere me case con el pretendiente de Layla pero yo no quiero nada de esa niña presumida.
— es una lastima que una mujer se rebajé a tanto por un hombre que no la toma en cuenta. Por eso, Layla y tú jamás podrían compararse.
Darcy retrocede y se ajusta las mangas para utilizar magia contra ella.
— Darcy, si no es conmigo tampoco con Layla. — En el momento de que ella iba a saltar sobre él alguien habla a la espalda de Isabel.
Isabel choca fuertemente contra ese muro creado con magia, el golpe fue más que todo en la cara haciendo a que se desmayara por completo. Darcy se sorprende al ver a través de esa pared de cristal Layla.
— Srta Layla...
— ¿Está bien, Sr Darcy?...— mira el cuerpo de Isabel inconsciente en el suelo...— jamás pensé que lo atacaría de esa forma...— ella chasquea los dedos y el muro se rompe en pequeños trozos de cristal, tan pequeño que parece nieve brillando. Parecía un ambiente romántico, con la excepción de que había alguien en el suelo. Luego Layla explica que como vio antes de irse a Isabel entrar a su oficina, presentía que algo iba a ocurrir. Y decidío volver.
— ya entiendo... Le agradezco por tal acto. De todas formas podía defenderme de ella...
— prefiero hacerlo yo, mi padre aprecia a Isabel por ser hija de su concubina. Y no quisiera que usted tuviera problema con eso y lo echarán del palacio.
— eso no pasará Srta Layla, ¿Acaso no se está metiendo problema por mí?
— no lo veo así, siempre he peleado con la chinche menor y a cada rato discuto con mi padre... Ahora estaba pensando... ¿Quisiera saludar a mi madre conmigo?... Ella le agrada tu presencia y me ah dicho que desea probar nuevamente ese té.
Él respondé con gusto— será un honor acompañarla y ver nuevamente a la emperatriz.
Ambos se van dejando a Isabel durmiendo con una marca en la frente por el golpe.
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La noche llega, Darcy y Layla llevan rato charlando con la emperatriz cómodamente... Una vez más, degustando el té del tutor.
— de verdad que sabes mezclar las hierbas perfectamente, Sr Darcy...
— no es por alardear pero siempre me piden que haga él té donde vivo por lo bueno que es... y por favor, dígame Darcy.
— ¿Y cómo va mi pequeña con sus clases, Darcy?
— avanza rápido. No es por nada que tiene un don natural en la magia. Sin embargo, hubo un problema.
Mi madre pregunta.
— ¿Que clase de problemas?
— madre... Isabel quiso atacar a Darcy.
— de tal palo tal astilla, su mamá es de igual de loca— mencionó la emperatriz.— no te preguntes de donde saco esa mentalidad, así mismo paso con el emperador y su concubina, pero él cayó fácilmente.
— no se preocupe, su majestad. Pues yo no caeré de una manera tan tonta. Tengo una razón poderosa para no caer ante la segunda hija del emperador.
— ¿Puedo saber cuál es esa razón?— preguntó la emperatriz.— si no es que estoy siendo entrometida.
— no, no para nada. Si le puedo decir a plenitud, la razón es que me gusta otra persona y solo la tengo a ella en mi mente a nadie más.
Había parpadeado varías veces, fue un vacío que sentí atravesando mi pecho. Llevé mi mano ahí y la verdad no desaparecía el dolor. Era extraño, y podía comprender la razón.
— ¿Layla?... ¿Te encuentras bien?— preguntó mi madre.
— ah...— respondí al vacío, Darcy me veía y cambié mi actitud— si, si, por supuesto madre, estoy un poco cansada, eso es todo.— complemente la oración con una sonrisa y cambié el tema.— madre, ya es hora de la cena
— me disculparan pero ahora no deseo ver al emperador. Tuvimos una discusión en camino al castillo, así que...
— madre... Sí tu no estas presente, menos yo... No tolero a la chinche de Graciela y su hija.
Darcy termina de decir.
— yo por supuesto que no estaré en la misma mesa que una loca... Bien, como los tres tenemos el mismo pensamiento, propongo lo siguiente... Le haré la cena y comeremos solo nosotros.
Madre e hija aceptan la invitación y todos se marchan a la cocina.
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Julián quería saber más sobre el prometido de la princesa y fue hablar con el emperador con respecto al casamiento misterioso.
— Julián, entiendo que quieras ayudar a Layla, pero ya hice un trato con el emperador del reino pica... Le ofrecí mi hija con su hijo para mejor la economía de ambos reinos... No puedo romper ese acuerdo.
— ¿Como es su prometido?... Tengo en claro que en el reino pica el príncipe jamás se a mostrando en público...
— ya debería haberlo visto, Julián.
El príncipe del reino de corazón se queda analizado unos pocos segundos, se asombra al saber que ya ha cruzado palabras con él.
— es su tutor...
— no fue mi idea, si no la de él. El príncipe Darcy quería conocer a su futura esposa sin que ella lo supiera. Por eso tienes que guardar el secreto hasta que ella se entere, sin embargo, el tiempo se le agota, ya que su boda es dentro de una semana y mañana haré un banquete...
— ¿Un banquete?
— por supuesto... mañana será la presentación de ambos anunciando su compromiso. Mañana Layla se enterará que su maestro es su prometido.
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— mi madre quedó encantada por la cena que le preparaste...— expresó Layla, mientas que se detenían a la entrada de su habitación...— gracias por todo.
— Srta Layla...
— ¿Que pasa, Sr Darcy?... Lo noto un poco impaciente.
— perdóneme por ser algo directo... ¿Que es lo que usted siente por mí?
— ¡¿Eh?!
— quiero que seas sincera... Layla.
Ni yo sé lo que realmente siento. ¿Pero por qué ahora me pregunta eso? Siento mi cara caliente. Supongo que la tengo de ese color por los nervios, miré a sus ojos carmesí. Le respondí seguramente.
— no entiendo. Hace rato dijo que le gustaba alguien. ¿Por qué me preguntas eso?
Él ríe suavemente.
— Layla, eres muy inteligente, y eso no lo dudo, sin embargo, para este tipo de cosas no eres muy buena.
— ¡...!— pensé que me iba a besar directamente, cuando siento su dedos en mi barbilla, él se acerca más a mi rostro, me da su confesión.
— Layla, eres tú la que me gusta.