Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Marcados para siempre
Camila se encontraba de vacaciones, así que tenía mucho más tiempo para compartir con Gabriel, su círculo amistoso se limitaba solo en Amanda y Gabriel, y sus roo mies que aunque siempre estoy fuera, este año de conocerlas me ha encantado. Nunca había sido una chica muy sociable, aunque soy de esa clase de personas que luego de conocerme, puedes sentirte a gusto conmigo.
Era un día nublado, pero eso no les impidió salir a explorar a Amanda y a Gabriel. Su destino era una galería de arte que había estado en la ciudad durante años, un lugar donde podían perderse entre colores y formas, dejando volar su imaginación. Camila, con su espíritu artístico, siempre había disfrutado de la idea de ver la obra de artistas locales, mientras que Gabriel, con su ojo fotografico, quería disfrutar un poco de la compañia de Amanda e intentar capturar su aura amable y hermoso.
Al entrar en la galería, un aire de creatividad los envolvió. Las paredes estaban adornadas con pinturas vibrantes, esculturas intrigantes y fotografías que capturaban la esencia de la vida en cada rincón. Camila se detuvo frente a una pintura abstracta que brillaba con una mezcla de colores cálidos.
—Mira esto, Gabriel. Es como si estuviera contando una historia —comentó, su voz llena de entusiasmo. Gabriel se acercó, observando cada trazo y cada sombra.
—Es hermosa. Me hace pensar en cómo cada color representa una emoción —respondió.
Pasaron horas explorando la galería, hablando sobre lo que cada obra les hacía sentir y cómo el arte era un reflejo de sus propias vidas. Pero en medio de su recorrido, algo capturó la atención de Camila: una pequeña tienda de tatuajes justo al lado de la galería. La puerta estaba abierta, y una suave música de fondo salía de su interior.
—¿Ves eso? Deberíamos entrar —sugirió Camila, con una chispa en sus ojos. Gabriel la miró, intrigado.
—¿Te refieres a hacernos un tatuaje? —preguntó, su expresión reflejando sorpresa e incertidumbre.
—Sí, ¡exactamente eso! Sería algo simbólico, algo que represente nuestra amistad —insistió ella.
Sin pensarlo dos veces, ambos cruzaron el umbral de la tienda. El ambiente era acogedor, con paredes decoradas con diseños de tatuajes y una atmósfera artística que resonaba con su día. El tatuador, un hombre de aspecto amable con piercings en las cejas y una sonrisa cálida, los saludó. —¿Están pensando en hacerse algo? —preguntó, notando la emoción en sus rostros.
Camila, llena de energía, fue la primera en hablar.
—Sí, queremos hacernos un tatuaje que simbolice nuestra amistad. Algo pequeño, pero significativo —Gabriel asintió, sintiéndose igualmente entusiasmado. —Quiero una ola, porque el mar siempre ha sido parte de mi vida", explicó, mientras Camila pensaba en su elección.
Después de unos momentos de reflexión, Camila decidió que era una decisión perfecta, la experiencia que le dejo esa noche la habia marcado de por vida. Constantemente mencionaba que todas las salidas que tenía junto a Gabriel, eran su favorita, el constantemente la hacia divertirse y disfrutar cada segundo, y creo que eso hacia querer puntuar de excelente todas las salidas junto a el.
El tatuador tomó nota esta idea y les mostró un par de diseños. Ambos eligieron un lugar en sus cuerpos: Camila optó por el antebrazo y Gabriel por el costado, donde podría mirarla y recordar a su amigo cada vez que lo deseara.
Mientras el tatuador preparaba las máquinas, el ambiente se llenó de nerviosismo y emoción. El sonido del zumbido comenzó a llenar el aire, creando una atmósfera de anticipación.
-–¿Lista para esto? —le preguntó Gabriel a Camila, su tono bromeando un poco para aliviar la tensión. —¡Por supuesto! Es solo un pequeño pinchazo —respondió ella, tratando de parecer segura. La forma en la que le pregunto si estaba lista Camila le recordó el dia del acantilado donde hicieron un conteo y se lanzaron.
A medida que el tatuador comenzaba a trabajar en el diseño de ella, Camila sintió una mezcla de emociones. La aguja tocó su piel, y el pequeño dolor fue superado rápidamente por la sensación de que estaban creando un recuerdo duradero. Mientras tanto, Gabriel esperaba su turno, observando con atención y sintiendo la intensa conexión que compartían.
—¿Sabes, Camila? —comenzó Gabriel, su voz reflexiva. —A veces pienso en lo frágil que es la vida. Pero también me recuerda lo importante que es vivir cada momento al máximo —Camila lo miró, sintiendo el peso de sus palabras.
—Tienes razón. A veces nos olvidamos de lo valioso que es el tiempo que pasamos con las personas que amamos —respondió ella, sintiendo que cada palabra resonaba en su corazón.
Mientras el tatuador continuaba su trabajo, compartieron sus pensamientos más profundos sobre lugares más o menos dolorosos para realizarse un tatuaje. Gabriel, con su sonrisa característica, le dijo a Camila que siempre estaría a su lado, sin importar lo que pasara. —No importa qué desafíos enfrente, siempre estaré aquí para ti. Esa promesa queda grabada en mí, como este tatuaje —afirmó, con sinceridad en sus ojos.
Camila sintió una oleada de emoción. —Y yo también, Gabriel. Siempre estaré aquí para ti, en cada paso del camino —prometió, sintiendo que esa declaración era más que palabras; era un pacto que sellaban la amistad.
El tatuador terminó el diseño de la Camila, y ella miró su brazo con una mezcla de entusiasmo y orgullo.
—Es perfecto —exclamó, sonriendo. Gabriel, a su vez, observó cómo el tatuador comenzaba a trabajar en el suyo. sintiendo que cada trazo representaba su amor por aquel momento tan hermoso en el mar y su conexión con la vida. La ola era más que un simple diseño; era un recordatorio de que, a pesar de las tormentas, siempre habría calma después de la tempestad.
La música suave de fondo les permitió relajarse mientras hablaban de los momentos que habían vivido juntos y de los que aún les quedaban por experimentar.
—¿Te imaginas en diez años? Espero que sigamos siendo tan cercanos como hoy —dijo Camila, sintiendo una mezcla de esperanza y tristeza por el futuro incierto.
—Claro que sí. Y quizás tengamos más tatuajes que contar —respondió Gabriel, riendo. —Un tatuaje para cada aventura que vivamos —La idea de seguir creando recuerdos juntos les llenó de emoción y determinación.
Finalmente, el tatuador terminó con la ola, y Gabriel miró su costado con una sonrisa de satisfacción. "¡Listo!", dijo el tatuador, limpiando la piel y aplicando una capa de loción para asegurarse de que todo sanara correctamente. Ambos se miraron, sus corazones llenos de alegría.
—Esto es más que un tatuaje, ¿verdad? —comentó Camila, mirando a Gabriel. —Es un símbolo de nuestra amistad, de todo lo que hemos compartido.
Gabriel asintió, sus ojos brillando con emoción. —Exacto. Siempre recordaré todos estos días que hemos compartido juntos y cómo nos apoyamos mutuamente y prometimos estar siempre ahí el uno para el otro.
Mientras salían de la tienda, la lluvia comenzó a caer suavemente, pero no les importó. Se sintieron como si estuvieran en una burbuja de felicidad, incluso cuando las gotas de agua comenzaban a mojar sus rostros. Camila levantó la mano para mostrar su nueva adquisición recién tatuada. —Mira, ¡es hermosa! —exclamó, riendo mientras el agua caía sobre ella.
Gabriel levantó su camiseta para mostrar la suya, sintiéndose orgulloso de su elección. —¡Y esto me recordará siempre que la vida puede ser un viaje emocionante, lleno de giros y sorpresas! —dijo, sonriendo ampliamente.
Mientras se refugiaban bajo un toldo, Gabriel le expresó a su amiga su nuevo deseo adquirido después de conocer a Camila.
—Quiero viajar por el mundo, ver el océano en diferentes lugares y sentirme libre, —confesó Gabriel, su mirada perdida en el horizonte. Camila, escuchando muy atentamente respondió.
—Mi deseo más profundo es que puedas salir del hospital, y puedas conseguir aquellos que amas y deseas.
El clima refrescante y la lluvia suave solo añadían a la magia del momento. Ambos sabían que, pase lo que pase, siempre tendrían a alguien a su lado para apoyarse en los momentos difíciles y celebrar los buenos. El tatuaje en sus pieles no solo era un diseño; era una promesa de amistad eterna.
Y así, con los corazones llenos de esperanza y una nueva historia grabada en su piel, caminaron juntos bajo la lluvia, listos para enfrentar el mundo, un paso a la vez.