Un grupo de extraños, atraídos por razones misteriosas a un pueblo olvidado en las montañas, descubre que el lugar oculta más de lo que parece. El pueblo, en apariencia inofensivo, está marcado por una tragedia oscura de la que nadie habla. Poco a poco, cada miembro del grupo comienza a experimentar visiones y fenómenos que erosionan su sentido de la realidad. Mientras luchan por descubrir si todo es producto de sus mentes o si una entidad maligna acecha, enfrentan la posibilidad de que quizá nunca podrán escapar de lo que desataron.
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Capítulo 21: Ecos en la Noche
El fuego en el altar chisporroteaba suavemente, iluminando las antiguas paredes del templo y proyectando sombras danzantes. Erika, su hermano y Lía se sentaron en un círculo alrededor de la llama, sintiendo su calor como una promesa de esperanza. Sin embargo, la noche se acercaba rápidamente, y con ella, la oscuridad que amenazaba con engullir todo lo que habían construido.
—Ahora que hemos encendido la llama, debemos salir y buscar a los demás —dijo Lyra, su mirada fija en las llamas. Su voz era firme, pero en su mirada había una sombra de preocupación.
—¿Y si las sombras nos encuentran antes de que podamos reunir a más personas? —preguntó Lía, su voz temblando ligeramente.
—No podemos permitir que el miedo nos paralice —respondió Erika, tomando la mano de Lía—. Hemos enfrentado la oscuridad y hemos salido victoriosos. Juntas, somos más fuertes.
Con determinación, el grupo se preparó para salir del templo. Mientras se ponían en marcha, Erika sintió una extraña conexión con el lugar. Era un refugio que no solo les ofrecía protección, sino también una profunda sabiduría. Sin embargo, sabía que no podían permanecer allí para siempre.
Al salir, la luna llena brillaba en el cielo, iluminando el bosque con un resplandor plateado. Sin embargo, el aire estaba cargado de una inquietante tensión, como si la naturaleza misma estuviera conteniendo la respiración. A medida que se adentraban en la oscuridad del bosque, los sonidos del entorno se hicieron más agudos, el crujido de las ramas y el susurro del viento creando una melodía inquietante.
Erika lideró el camino, guiada por su intuición. La oscuridad se sentía más palpable a cada paso, como si algo estuviera observándolos desde las sombras. De repente, un ruido resonó detrás de ellos, haciendo que se detuvieran en seco.
—¿Escucharon eso? —susurró su hermano, su expresión tensa.
—Sí, pero no podemos quedarnos aquí. Debemos seguir adelante —respondió Lyra, aunque su voz temblaba ligeramente.
Acelerando el paso, el grupo llegó a un claro iluminado por la luna. En el centro, un antiguo pozo de piedra se alzaba, cubierto de musgo y enredaderas. La atmósfera era inquietante, y una sensación de urgencia llenó el aire.
—Este lugar... —comenzó Lía, pero fue interrumpida por un grito desgarrador que provenía del interior del pozo.
—¡Ayuda! —la voz de una mujer resonó en la oscuridad, y el grupo intercambió miradas de preocupación.
—¿Quién está ahí? —gritó Erika, acercándose al borde del pozo. La voz sonaba familiar.
—Soy Clara, del pueblo. ¡Estoy atrapada aquí! —respondió la mujer, su voz llena de desesperación.
—¿Cómo llegaste allí? —preguntó Lyra, mirando el oscuro abismo con temor.
—No lo sé... Una sombra me arrastró. Necesito ayuda —clamó Clara, y el grupo sintió un fuerte impulso de ayudarla.
—Debemos sacarla —dijo Erika, mirando a sus amigos—. No podemos dejar que la oscuridad la consuma.
Lía asintió. —Pero ¿cómo? El pozo es demasiado profundo.
Erika se agachó, mirando dentro del pozo. La oscuridad era densa, pero podía ver una figura tambaleándose. —Voy a bajar —declaró, sintiendo un ardor de determinación.
—Es peligroso —advirtió su hermano—. No sabemos qué hay ahí abajo.
—No podemos quedarnos de brazos cruzados —replicó Erika—. Clara necesita nuestra ayuda.
Sin esperar más, Erika encontró una cuerda desgastada cerca del pozo. —Voy a bajar. Sujétenme con esta cuerda —dijo, atándose la cuerda alrededor de la cintura.
—Ten cuidado, Erika —susurró Lía, su rostro pálido.
Con un último vistazo a sus amigos, Erika descendió en el pozo, sintiendo cómo la oscuridad la envolvía. A medida que bajaba, el aire se volvió denso y frío, como si cada centímetro de espacio estuviera impregnado de miedo.
Finalmente, sus pies tocaron el fondo, y una ráfaga de aire helado la envolvió. Frente a ella, Clara estaba acurrucada contra la pared, sus ojos llenos de terror.
—¡Clara! —exclamó Erika, corriendo hacia ella—. Estoy aquí para ayudarte.
La mujer levantó la mirada, sus ojos llenos de gratitud y miedo. —Gracias a Dios... pensé que nunca saldría de aquí.
—Vamos, tengo que llevarte de vuelta —dijo Erika, extendiendo la mano. Pero en ese instante, una sombra se deslizó por el pozo, envolviendo a Erika y Clara en una oscuridad abrumadora.
—¡No! —gritó Erika, sintiendo cómo la sombra intentaba atraparlas. La energía que había sentido antes comenzó a desvanecerse, y la desesperación la invadió.
—¡Erika! —la voz de su hermano resonó en la distancia—. ¡Sujétense!
Afuera, Lyra y su hermano luchaban por mantener la cuerda tensa, mientras las sombras intentaban arrastrar a Erika hacia la oscuridad. Con un esfuerzo sobrehumano, comenzaron a tirar de la cuerda, tratando de liberar a su amiga.
—¡Aguanta, Erika! —gritó su hermano, su voz llena de determinación.
Con todas sus fuerzas, Erika se aferró a la cuerda mientras la sombra intentaba consumirla. —¡Tiren! —gritó, sintiendo cómo la desesperación amenazaba con desbordarse.
Mientras la tensión en la cuerda aumentaba, la sombra empezó a ceder, pero el precio era alto. Erika sintió cómo su energía se desvanecía, pero no podía rendirse. En un último esfuerzo, concentró toda su fuerza en su conexión con sus amigos.
—¡Juntos! —gritó, mientras las llamas de la esperanza resplandecían en su interior.
La sombra se retorció, chillando en un eco doloroso, mientras la cuerda comenzó a levantarlas. Con un tirón final, su hermano y Lyra las levantaron con fuerza, sacando a Clara y a Erika del abismo.
El grupo cayó de espaldas al suelo del claro, respirando con dificultad. La luna brillaba intensamente, iluminando sus rostros cansados pero aliviados.
—¿Estás bien? —preguntó su hermano, mirando a Clara y luego a Erika.
—Sí, lo estoy —respondió Erika, sintiendo el latido de su corazón aún acelerado—. Gracias a ustedes.
Clara se sentó, temblando pero viva. —No sé cómo agradecerles. Estaba segura de que no volvería a ver la luz del día.
—Lo importante es que estás aquí ahora —dijo Lyra, su voz suave—. Pero debemos seguir adelante. La oscuridad no se detendrá.
Mientras se recuperaban, una sensación de urgencia llenó el aire. Erika sabía que cada vez que luchaban contra la oscuridad, estaban acercándose más a un enfrentamiento final. La llama que habían encendido en el templo era su guía, pero sabían que el camino sería difícil.
—Debemos encontrar a más personas —dijo Lía, mirando a su alrededor—. Si hemos podido rescatar a Clara, podemos ayudar a otros.
Erika asintió, sintiendo cómo la determinación crecía en su interior. —Juntos, podemos enfrentar lo que venga. No estamos solos en esto.
El grupo se levantó, preparados para seguir su misión. La oscuridad todavía acechaba, pero ahora estaban armados con el conocimiento de que podían luchar. La esperanza brillaba en sus corazones, y con cada paso, la luz se hacía más fuerte.
Mientras se adentraban en la noche, Erika sintió que la oscuridad ya no era una amenaza inminente, sino un eco distante. Habían encontrado su coraje, y con él, la promesa de un futuro iluminado.
con tal no le pase nada
Desde el primer instante me tiene al filo de la butaca.
Solo una duda que pasa con el hermano de Erika desde el momento en en qué liberan al ser de luz deja de salir en la trama del libro.
Y que pasa con los compañeros que van con Erika a la expedición.