Cuando Sophie Dubois, una joven de 25 años con dependencia emocional, comienza a sospechar la infidelidad de su esposo, Ricardo Conti, su mundo se desmorona. Sophie hace de todo por mantener su matrimonio, preparando cenas a las que su esposo no llega. En vez de eso, él se dedica a recalcar que Sophie ha desmejorado su aspecto.
Decidida a salvar su matrimonio, Sophie acude a una terapia de pareja aconsejada por su mejor amiga. Sin embargo, el terapeuta que la recibe no es quien dice ser.
Lorenzo Moretti, un mujeriego y adinerado empresario de 30 años adicto al trabajo, se hace pasar por su hermano, el terapeuta, cuando este no llega. Desde el momento en que ve a Sophie, él se siente atraído por ella.
A través de las falsas terapias, él intenta que Sophie aprenda a amarse a sí misma y deje la dependencia que tiene hacia Ricardo. Entre risas, lágrimas y situaciones inesperadas, Sophie deberá decidir si vale la pena luchar por un amor que la ha traicionado o es momento de volver a amar
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Me quedo
"Yo no te di permiso para besarme" dice Sophie levantando una ceja.
"Tampoco pusiste resistencia, así que lo tomé como un permiso", ella se ríe y él termina de secar sus lágrimas y se pone serio.
"Lo lamento, no quise que te sintieras así por pensar cosas que no son; jamás imaginé que Lizzie iría a la empresa, aunque sí pensaba decírtelo, pero no sabía cómo". Sophie suspira y asiente.
"Estuvo muy mal, pero tienes razón y tú me ayudaste mucho sin saber nada, aunque quizás tienes dotes ocultas de psicólogo", él se ríe.
"No tienes idea de cómo pasaba mis noches buscando información para ayudarte y poniéndole un toque divertido". Eso de hablar y que te respondan, solo "Aja" no va conmigo; ahora son ambos quienes se ríen.
"Con razón, cuando Isabella llamó ayer a tu supuesta secretaria, ella le dijo algo sobre devolverle el dinero, aunque dijo que hablaría con el doctor primero". Lorenzo abre los ojos y luego se ríe.
"Leonardo me va a matar, si quieres puedes demandarme por daños y perjuicios" dice y ella sonríe.
"Bueno, aún lo estoy pensando, pero creo que debo buscar un nuevo doctor" dice y Lorenzo abre sus ojos muy grandes.
"¿Otro doctor?", niega un poco.
"No es buena idea, yo puedo seguir atendiéndote" dice y ella se ríe.
"Tú no eres doctor, aunque me ayudaste; además no estoy del todo bien y lo sabes".
Él asiente.
"De acuerdo, pero que te atienda una doctora o mi hermano; estará feliz de conocerte". Esta vez Sophie sonríe.
"Bueno, ahora tengo que pensar qué haré; debo renunciar, no veo correcto trabajar con Alejandro", dice y Lorenzo asiente.
"Estoy de acuerdo contigo" dice sonriente.
"¿De verdad?", pregunta sorprendida.
"Totalmente, trabajarás en mi empresa, en mi oficina, si no te gusta algo se cambia y listo", ella suelta una carcajada mientras niega.
"Estoy hablando en serio, L, digo Lorenzo", él le acaricia el rostro con dulzura.
"Yo igual, cariño, no estoy bromeando, te pusiste mal al pensar que era casado y eso es porque me quieres y yo casi muero de pensar que me odiarías y eso también es porque te quiero y más, Sophie", ella lo mira directo a sus ojos.
"Vas muy rápido, entiende que aún estoy abrumada". Lorenzo asiente.
"Bien, vamos despacio, te parece una cena diaria", sube y baja sus cejas de manera graciosa.
"Me parece que eres muy intenso para ser un amigo ex doctor". Él se ríe.
"¿Amigo? Yo soy tu esposo sin papel, pero eso solo es un trámite". Sophie se ahoga con su propia saliva de la impresión y Lorenzo no para de reírse.
"Estás loco, Lorenzo", él se acerca más a ella.
"Lo estoy por ti y haré que me perdones día a día, pero no lo puedo hacer si estoy lejos; te mentí, pero no fue con mala intención" dice acariciando su rostro.
"¿Qué hubieses hecho si me acerco y te digo, hola, no soy doctor, pero necesitas de uno, pero no para salvar tu matrimonio, sino para ver que tienes un problema?", le pregunta y ella asiente. Ella jamás habría aceptado que tenía un problema y menos con un desconocido.
"De acuerdo, pero no sé si trabajar para ti sea buena idea; solo quiero ganar experiencia, confianza y poner mi propio negocio y lo sabes", él asiente sonriendo.
"Puedes empezar a trabajar conmigo y ver cómo trabajo, qué hacemos si te gusta, nos volvemos socios, qué te parece", ella suspira y solo sonríe.
"No tomaré ninguna decisión ahora; por los momentos solo quiero terminar de procesar esto; además, Ricardo no ha respondido, pero lo va a hacer". Lorenzo se acomoda y toma una respiración profunda antes de decir.
"Ricardo fue hoy a la empresa, estaba como loco, dijo muchas cosas sobre que por eso era que estabas tan rara y tenías un show montado; él piensa que hacer que lo dejara es parte de alguna treta mía, pero solo tú sabes si fuiste manipulada para dejarlo cierto". Ella asiente.
"Tú no tuviste nada que ver; solo me hiciste darme cuenta de mi vida desde otro punto de vista; yo sola lo vi, aunque ya lo sabía; solo no quería quedarme sola". Él toma sus manos y las besa.
"Y no lo estarás; así decidas no perdonarme y alejarte de mí, seguiré allí como un apoyo siempre", un abrazo sella esa promesa.
"Bueno, ahora que ya hablamos te puedes ir" dice Sophi con una ceja levantada y él sonríe.
"De acuerdo, tendrás alguna cobija, porque necesitaré una para el frío en el sofá", dice de una manera muy casual.
"¿Qué? No, tú no te vas a quedar aquí, creo que también necesitas terapia", dice riéndose.
"Isabella se fue, así que no te dejaré sola", el ceño de Sophie se frunce.
"¿Se fue? Pero no me avisó, ella seguro regresa más tarde", dice y él niega.
"No lo va a hacer, está ocupada y de verdad no creo que la veas hoy". Los ojos de Sophie casi se salen de su rostro.
"¿Qué le hiciste a mi amiga, Lorenzo Moretti?", pregunta, pero él solo se ríe.
"Yo nada, digamos que Alejandro se quiso contagiar de mi locura hoy". Los ojos de ella se achican en sospecha.
"Cuidado con lo que le pase a ISA porque me vuelvo una fiera, Lorenzo", él solo se ríe.
"Primero, ella no puede estar en mejores manos y segundo, es Isabella de quien estamos hablando; yo creo que el que debe estar preocupado soy yo por Alejandro", ella suelta una carcajada porque conoce a su amiga y de verdad es otro que tiene que temer.
"Está muy bien, pero igual no te quedarás aquí, adiós, Lorenzo", él niega y se cruza de brazos.
"No me voy a ir y a dejarte sola con Ricardo dando vueltas por allí, aquí me quedo", ella suspira y niega con su cabeza. Busca unas cobijas y una almohada y se las pega en el pecho.
"No te atrevas a intentar nada porque aún sigo muy molesta, okey". Él levanta una mano en señal de que lo promete.
"Iré a recostarme un rato, necesito pensar en qué haré", él asiente. Sabe que todo esto es demasiado, es más, lo ha tomado bastante bien y eso es un progreso.