Emma con 18 años llega a trabajar a la empresa Lamborghini, cuyo dueño es Osvaldo un CEO prepotente, que no cree en el amor. Los años pasan y ella se vuelve una profesional, que por cosas de la vida, se vuelve su secretaria, las cuales se convierten en sus amantes. ¿Ella aceptara ser su amante?.
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Convivencia
Ha pasado un mes y prácticamente Osvaldo y Emma ya viven juntos, aunque no se han dado cuenta y no le han puesto un nombre a esa relación, más que el amante del CEO, ellos viven en pareja, realizando una rutina.
Hay días que los dos salen y cada uno se va en su auto, normalmente el compra la merienda, al llegar al departamento y comen juntos, después ella se dirige a recibir sus clases, algunas veces él la espera o en otras se duerme.
A veces Osvaldo por motivos de trabajo se queda un poco más tarde en la oficina, mientras ella sale, llega a su departamento, realiza la merienda dejando separado para Osvaldo y ella se dedica a sus estudios. Cuando él llega, revisa la cocina, ya que sabe que Emma le dejó la merienda, come tranquilo, después se va a bañar, quedandose en bóxer.
Él se dirige al despacho, sé sienta en unos de los sillones, saca su lapto y comienza a trabajar en algo que necesite, mientras Emma está en la misma habitación, recibiendo sus clases, él la mira con admiración, sabe que los sentimientos que tiene por ella son más grandes de lo que quiere admitir. Ella lo mira y le regala una sonrisa, sus expresiones no son serias ni indiferentes, cuando están encerrados en esas cuatro paredes, haciendo que su corazón lata cada vez más fuerte.
Al terminar sus clases, ella va a ver la comida, para comer junto a él, al terminar comienza a realizar un par de deberes, cuando él termina o ella, se dirigen a la habitación, en ocasiones a entregándose a la pasión, algunas veces solo duermen abrazados, todas las noches se dan un beso y se dicen buenas noches.
En las mañanas, dependiendo quien se levanta temprano, hace el desayuno, algunas ocasiones él ha llegado muy tarde, así que lo deja descansar, mientras ella le prepara el desayuno, lo va a despierta con un beso, informándole sobre el desayuno y ella se va a trabajar, él desayuna y así mismo llega una hora después al trabajo, en la oficina el trato es formar de secretaria y jefe.
Pero en ocasiones, él le ha arrancado un par de besos, lo cual provoca sonrisas gratas en los dos.
En cambio los fines de semana, ella se dedica a hacer sus deberes y él cerro de ropa que le espera, aunque él le ha dicho que contraté a alguien, ella prefiere hacerlo. Osvaldo por algún motivo sale con sus amigos o va a visitar a sus padres, cuando regresa él trae la comida; meriendan juntos, él le pregunta cómo va sus estudios y ella le pregunta cómo le fue a él, se comentan todo, después para terminar envuelto de lujuria y pasión, ya que los fines de semana son los días que más se entregan sin desenfrenado, como en este momento.
Osvaldo está revisando unos pendientes, probablemente tendrá que viajar a la ciudad de sus abuelos maternos a cerrar un trato con un socio, dirige su mirada a Emma y ella va saliendo del baño con una sexy lencería de encaje con una bata de seda.
Ella se acostó en la cama con una clara invitación para Osvaldo.
Lencería de Emma
Osvaldo se acercó a ella, Emma le sonrío, le extendió la mano para poder jalarlo y que caiga a la cama, pero él fue más rápido y la jala parandola.
La cara de confusión de ella, se hizo presente, no sabía qué pasó, pero él caminó hasta el mueble sentándose y abriendo su pantalón, sacando su notable sable, que estaba listo para la guerra.
Él estaba a la orilla del mueble que solo era respaldar y asiento, Osvaldo hizo que ella se subiera en el mueble, se arrodillara, mientras su boca lo complacía.
Semanas antes, ella le había dicho que no sabía cómo hacerlo, cómo complacerlo a él y él le fue dando indicaciones, cada día ella mejoraba y esta vez ella sentía que era su examen, tenía que hacerlo muy bien.
Comenzó despacio, pasando por la punta su lengua, dando pequeñas lamidas.
Mientras, que Osvaldo hizo que levantara sus caderas, la parte de atrás era una fina y delgada piola, que metió dos dedos en su boca y se dirigió a su centro, solo movió la tela y se adentro en ese lugar que ya se encontraba mojado. Cuando Emma sintió, como él se introdujo en ella, su cuerpo se calentó, haciendo que ella se aferre más a esa grande erección, lo saca y lo volvía a meter en su boca.
Él la embestia con sus dedos cada vez más rápido, mientras ella lo complacía con su boca, no era una posición normal, pero a los dos los excitaba cada vez más, él sentía en cualquier momento se venía en su boca, ella sentía que la bestia estaba creciendo, sus venas y firmeza se hacian más dura.
Osvaldo sentía qué en cualquier punto explotaría, así que la paró, no dejó que se bajara del mueble, él se paró haciendo que se acostara, la jaló hasta la orilla y se arrodilló, abrió sus piernas y las puse en sus hombros y comenzó a besar ese punto, que le causaba más placer a ella, él comenzó a jugar con su centro, su boca y sus dedos se adueñaron del lugar secreto de ella, haciendo la gritar de placer, hasta llegar al clímax, él sacó sus dedos desde dentro de ella, se los llevó a su boca chupando los, el cual era el mejor elixir para él: los jugos de su mujer.
Él quería seguir haciendo la suya, la giró dejándola boca abajo, subió su caderas y comenzó a embestirla, más fuerte, haciendo que gritará de placer, el vaivén de sus caderas chocando era la sensación más exquisita para ambos, en un momento él sacó su miembro y se agachó y comenzó a dar pequeños mordidas a los lados de ese lugar que lo volvía loco, comenzó a pasar su lengua desde el comienzo de sus labios hasta su centro, pero en esa posición, puedo ver otro hueco que pedía también su atención.
Así que comenzó a darle pequeñas lamidas, haciendo que el cuerpo de Emma templara de lo excitada que estaba, no se asustó, fue una sensación de gusto y placer,
Él se sentó y la hizo sentar ahorcada encima suyo, haciendo que sus caderas suban y bajen, el brasier de encaje fue bajado y sus montañas sobresalieron, tomando una en su boca, dejando pequeños mordidas, chupando esos botones rosados que estaban ya excitados, el ambiente se volvió placentero para los dos, mientras ella subía y bajaba.
Ella se sentía cansada, la había cambiado en tantas posiciones que sentía que sus piernas ya no daban para seguir subiendo y bajando, él al verla así la acostó, subió sus piernas en sus hombros, penetrando la, haciendo que los gemidos y gruñido se hicieron más fuertes, hasta que llegaron al clímax.