El centenario del Torneo de las Cuatro Tierras ha llegado antes de lo esperado. Para conmemorar los cien años desde la creación del brutal torneo, los Padres de la Patria han decidido adelantar el evento, ignorando las reglas tradicionales y usando esta ocasión para demostrar su poder y someter aún más a las Nueve Ciudades.
Nolan, el mejor amigo de Nora, ha sido elegido para representar a Altum, enfrentando los peligros de las traicioneras tierras artificiales: hielo, desierto, sabana y bosque. Nora, consciente del destino que le espera a Nolan, no está dispuesta a permitir que se repita la misma tragedia. Junto a la rebelión, buscará acabar con los Padres de la Patria y poner fin a la dictadura de las Cuatro Tierras.
El reloj avanza, el torneo está a punto de comenzar, y esta vez, el objetivo de Nora no es solo salvar a Nolan, sino destruir de una vez por todas el yugo que ha esclavizado a las nueve cuidades
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Nolan esta listo
Al entrar a la base, Nora, Eli y Nolan quedaron impresionados por la magnitud del lugar. La base rebelde de Vire era un verdadero refugio, casi del tamaño de una ciudad completa, con cientos de tiendas y edificios improvisados construidos a partir de materiales reciclados, algunos de ellos lo suficientemente altos como para sobresalir entre la multitud. A lo largo del perímetro, se podían ver personas armadas, algunas comiendo en grandes comedores al aire libre, y otras llevando cajas de suministros a los distintos puntos de la base. El ambiente era vibrante y ruidoso, con voces que se alzaban en diferentes direcciones, creando una cacofonía de sonidos que recordaba a los viejos mercados antes del caos.
Nora, sintiéndose pequeña frente a la inmensidad de la base, observó todo con asombro. Era como si estuviera en el corazón mismo de la rebelión. Mientras avanzaban por el sendero principal, no pudo evitar notar que varias personas se detenían a mirarla. Los murmullos de "la esperanza de la rebelión" llegaban a sus oídos, y sentía el peso de aquellas miradas sobre ella, como si todos estuvieran esperando algo.
—Mira esto, Nora —dijo Nolan mientras giraba lentamente sobre sus talones, observando el lugar—. Este sitio es enorme, casi tan grande como el centro de nuestra ciudad, Altum. Nunca pensé que la base fuera así de extensa.
Nora asintió, todavía impresionada. —Sí, es increíble. Pero no solo es grande, también parece estar mucho mejor organizado que lo que teníamos en Altum. Todo parece tener un propósito claro, incluso los edificios están mejor cuidados… Es difícil no sentir un poco de envidia —admitió con una sonrisa cansada.
Eli, que caminaba a su lado, se percató de la incomodidad de Nora y puso una mano en su hombro. —Entiendo si te sientes incómoda, Nora. Pero recuerda, todos aquí te miran porque eres la esperanza de la rebelión. Para estas personas, eres una luz en la oscuridad.
Ella dejó escapar un suspiro profundo. —Lo sé, Eli. Pero es extraño. Siento que no hice lo suficiente para merecer esto… Aun así, tomé la decisión de estar aquí. No puedo quejarme.
Mientras continuaban caminando, vieron acercarse a una mujer de unos cuarenta años, acompañada por dos hombres que parecían ser sus guardaespaldas. La mujer tenía el cabello rubio y brillante, atado en una coleta alta, y vestía con un uniforme que destacaba su autoridad. A medida que se aproximaba, sus ojos se clavaron en el grupo con una mezcla de curiosidad y reconocimiento.
—¡Bienvenidos! —exclamó con una voz firme pero amigable—. Me llamo Sora, soy la jefa de la rebelión aquí en Vire. He escuchado mucho sobre ustedes, especialmente gracias a Marcos. Él me habló bastante de sus hazañas. Es un honor tenerlos aquí.
Eli cruzó los brazos y la miró con escepticismo. —¿Ah, sí? ¿Y qué tanto sabes sobre nosotros? —preguntó con una leve sonrisa en los labios.
Sora esbozó una sonrisa segura. —Bueno, Eli, tú eres el hermano mayor de Nora, también conocido como "el protector de la esperanza de la rebelión". Eres el. Segundo al mando después de Marcos , lo que te convierte prácticamente en mi jefe. —Luego, volvió su atención hacia Nora—. Y tú… eres la joven que desafió a los Padres de la Patria. —Finalmente, se giró hacia Nolan, haciendo una pausa deliberada antes de decir—: Y tú… bueno, tú no pareces ser tan importante.
Nolan frunció el ceño, claramente incómodo. —Ah, ya veo —murmuró con voz tensa.
—No te preocupes, solo bromeaba —dijo Sora con una risita—. Pero, bueno, síganme. Les mostraré sus alojamientos para las próximas semanas. Estoy segura de que estarán cómodos.
Sora los condujo hacia una edificación blanca en el corazón de la base, que contrastaba con el resto de la construcción improvisada. Era una casa de dos plantas, con un jardín que alguna vez habría sido hermoso, pero que ahora consistía en hierbas secas y arbustos marchitos. Al entrar, quedaron asombrados al ver que el interior estaba decorado con lujos que ninguno de ellos había visto en años: muebles tapizados, cuadros antiguos en las paredes, y hasta una lámpara de araña en el techo, una reliquia de tiempos mejores.
—Eli y Nora, esta será su residencia. Tiene dos dormitorios en la planta superior, y una pequeña sala de estar. Es un lugar mucho más seguro de lo que parece. —Luego, señaló a Nolan con un gesto de la mano—. Tú, ven conmigo. Te llevaré a tus propias instalaciones.
—¿Qué? —protestó Nora, dando un paso al frente—. ¿Por qué Nolan no puede quedarse con nosotros? No me sentiré segura si no está cerca. Además, él es mi mejor amigo.
Eli intervino antes de que Sora pudiera responder. —Nora, estará bien. Solo es temporal. —La forma en que lo dijo fue casi mecánica, como si él mismo no creyera en sus palabras.
Sin decir más, Sora y Nolan se alejaron de la casa. Mientras caminaban, Sora se inclinó ligeramente hacia Nolan. —Lamento lo que acabo de hacer, pero necesitaba hablar contigo a solas.
—¿De qué se trata todo esto? —preguntó Nolan con franqueza, mirando de reojo a la líder de la rebelión.
Sora se detuvo frente a una puerta que llevaba a una oficina improvisada, ubicada al otro lado de la base. Era un lugar pequeño y modesto, en contraste con la casa blanca. —Los Padres de la Patria han decidido adelantar el próximo Torneo de las Cuatro Tierras. Será en dos semanas, bajo el pretexto de celebrar el centenario de su creación —dijo con un tono de voz serio.
Nolan sintió un nudo formarse en su garganta. —No puede ser… Pensé que no tendrían los recursos para hacerlo tan pronto. ¿Qué tiene que ver eso conmigo?
—La razón por la que necesitaba hablar contigo es que… hemos confirmado que serás el representante de Altum. Fuiste seleccionado para participar —dijo Sora, mirando directamente a los ojos de Nolan con una expresión de profunda preocupación.
El joven sintió que el aire se escapaba de sus pulmones. —¡Esto no es justo! —gritó, golpeando la pared con el puño—. No quiero participar en ese torneo. ¡Estamos luchando precisamente para detener cosas como esta!
—Lo sé, Nolan —replicó Sora con una voz calmada, aunque cargada de resignación—. Pero ahora mismo no podemos permitirnos desafiar abiertamente a los Padres de la Patria. Necesitamos ganar tiempo para que la rebelión se fortalezca. Y eso significa jugar su juego, aunque sea temporalmente.
Nolan se pasó una mano por el cabello, sintiendo un creciente pánico. —No quiero morir, Sora. Quiero vivir para ver cómo derrocamos a los Padres de la Patria. Quiero disfrutar de esa victoria.
—No estamos planeando dejarte morir, Nolan. Te entrenaremos con las mejores técnicas y te daremos todo lo que necesites para que sobrevivas. Además, la rebelión tiene sus propios planes para intervenir durante el torneo. —Se acercó y le puso una mano en el hombro—. Pero necesito que hables con Nora. Debe entender la situación. Y dile que insististe en quedarte con ellos en la casa. Es mejor así.
Nolan asintió con la cabeza, aunque el miedo aún latía en su pecho. Cuando regresó a la casa, encontró a Nora y Eli tumbados en la pequeña sala de estar, ambos mirando el techo con la misma expresión de cansancio.
—¿Dónde crees que estará durmiendo Nolan? —preguntó Nora, inquieta.
Eli sonrió con una chispa en los ojos. —Aquí, por supuesto. Sora solo se lo llevó para hablar de algo importante. No tardará en volver.
Nora sonrió y le dio un suave empujón. —Siempre mientes, Eli. Pero al menos esta vez es una buena noticia.
Nolan se acercó y dejó escapar un largo suspiro. —Todo está bien. Insistí en quedarme con ustedes —dijo, aunque sus pensamientos seguían enredados en el peso de lo que se le venía encima.