"Dos almas gemelas, unidas por el dolor y la lucha. Nuestras vidas, un eco de la misma historia de sufrimiento y desilusión. Pero cuando el destino nos ofrece una segunda oportunidad, debemos elegir: venganza o redención.
En un mundo donde las apariencias engañan y los rostros esconden secretos, la privacidad es un lujo inexistente. Las cámaras nos observan, juzgan y critican cada movimiento. Un solo error puede ser eternizado en la memoria colectiva, definir nuestra existencia.
Ante esta realidad, nos enfrentamos a una disyuntiva: buscar justicia personal y arriesgarnos a perpetuar el ciclo de dolor, o proteger y amar a quien necesita consuelo. La elección no es fácil, pero es nuestra oportunidad para reescribir nuestra historia, para encontrar un final feliz en este mundo de falsas apariencias."
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En medio del caos
Las semanas pasaban como un torbellino, llenas de agendas apretadas y responsabilidades ineludibles. Aunque la crisis con Ha-na estaba comenzando a calmarse, las cicatrices de esa experiencia aún pesaban sobre nosotras. CLOUD9 había salido adelante, pero yo sabía que en el fondo, cada una de nosotras seguía lidiando con la presión de ser perfectas ante los ojos de todos.
Fue en medio de ese caos que volví a cruzarme con Yeon-Jun. El evento era uno de esos compromisos obligatorios de la industria, una ceremonia de premiación donde todas las caras conocidas se reunían para sonreír bajo las luces y fingir que todo estaba bajo control. ECLIPSE, el grupo de Yeon-Jun, estaba presente, pero algo en su energía se sentía diferente. Había una tensión en el aire que no lograba descifrar.
Después de los aplausos y las fotos de rigor, me encontré con Yeon-Jun en el pasillo detrás del escenario. Estaba apoyado contra la pared, con la cabeza inclinada y el ceño fruncido, como si cargara con un peso invisible que lo agobiaba. Su usual carisma parecía desvanecido, y en su lugar había una expresión de cansancio que me resultó dolorosamente familiar.
—Yeon-Jun, ¿estás bien? —pregunté suavemente, sin querer invadir su espacio, pero preocupada por la evidente tensión en su rostro.
Él levantó la vista, y por un segundo, vi en sus ojos algo que había visto muchas veces en el espejo: la lucha interna de alguien que llevaba demasiado tiempo fingiendo estar bien. Intentó sonreír, pero no logró que la expresión llegara a sus ojos.
—Jia, hola —respondió, su voz sonaba cansada y un poco quebrada. Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie más nos escuchara, antes de suspirar profundamente—. Ha sido un día largo... bueno, una temporada larga, para ser honesto.
Nos apartamos del pasillo principal y encontramos un rincón más tranquilo, lejos de las miradas curiosas y las cámaras indiscretas. Sentados en un pequeño banco, Yeon-Jun se pasó la mano por el cabello, como si con ese simple gesto pudiera aliviar la presión que lo rodeaba.
—¿Qué sucede? —pregunté, apoyando suavemente mi mano en su brazo. No sabía por qué, pero sentía una conexión con él, como si nuestras luchas internas resonaran de alguna manera, incluso sin decirlo en voz alta.
Yeon-Jun se quedó en silencio unos segundos, como si estuviera debatiéndose entre abrirse o no. Finalmente, soltó un suspiro y me miró con una sinceridad que me sorprendió.
—Son los chicos... Elixir está atravesando una crisis. Las cosas entre los miembros no están bien. Hay muchas tensiones, desacuerdos... y parece que todos se están desmoronando a la vez. La presión de mantenernos en la cima nos está destrozando.
Escucharlo hablar así me hizo recordar los momentos de mayor dificultad en CLOUD9, cuando la presión amenazaba con separarnos. La industria era despiadada y, muchas veces, olvidábamos que detrás de los éxitos y las actuaciones impecables, también éramos humanos con nuestros propios miedos y debilidades.
—Lo siento mucho, Yeon-Jun —dije con genuina empatía—. Sé lo difícil que puede ser mantener todo unido cuando parece que todo está a punto de romperse.
Yeon-Jun asintió, agradecido de tener a alguien que comprendiera. —Es agotador. Intento ser el líder que ellos necesitan, pero a veces siento que no soy suficiente. No tengo todas las respuestas, y verlos pelear solo me recuerda que tal vez no estamos tan unidos como creíamos.
Lo miré, reconociendo en sus palabras los mismos miedos que yo había sentido tantas veces. Las expectativas de ser perfectos, de liderar sin fallar, podían aplastar hasta al más fuerte. Era un peso que solo entendían quienes vivían bajo esa constante presión.
—Eres un buen líder, Yeon-Jun. Lo sé porque te importa. —Mis palabras salieron con sinceridad, queriendo darle al menos un poco del consuelo que él necesitaba. —No siempre vas a tener todas las respuestas, pero estar ahí para ellos, incluso en los momentos más difíciles, ya es mucho. A veces, eso es todo lo que necesitamos para seguir adelante.
Yeon-Jun sonrió, esta vez de verdad, y vi un atisbo de alivio en su mirada. —Gracias, Jia. No sabes cuánto necesitaba escuchar eso. Me siento como si estuviera fallándoles, pero tus palabras... me ayudan a ver que no estoy solo en esto.
Nos quedamos en silencio unos momentos, compartiendo esa quietud que solo se encuentra entre dos personas que entienden la carga del otro. Era un pequeño refugio en medio del caos, un momento donde podíamos ser solo nosotros mismos, sin las expectativas del mundo colgando sobre nuestras cabezas.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo —dije finalmente, dándole un apretón suave en el brazo antes de levantarme—. No tienes que cargar con todo solo. No somos perfectos, pero al menos podemos apoyarnos en el camino.
Yeon-Jun asintió y, por primera vez en todo el día, vi un brillo de esperanza en sus ojos. —Gracias, Jia. De verdad.
Nos despedimos con una promesa silenciosa de que estaríamos ahí para el otro, y mientras me alejaba, me di cuenta de que, en medio de nuestras propias crisis, habíamos encontrado un apoyo inesperado en esa conexión. Y aunque nuestros caminos seguían siendo complicados, al menos sabíamos que no estábamos tan solos como habíamos pensado.
Yeon'sPOV
La sala de ensayo de la agencia estaba llena, pero se sentía vacía. Mis seis compañeros de ELIXIR y yo estábamos allí, reunidos por una mezcla de obligación y desesperación. El ambiente era tenso; las paredes, que habían sido testigos de nuestros triunfos y risas, ahora solo reflejaban el agotamiento que todos sentíamos. La presión de mantenernos a la altura de nuestras propias expectativas, de ser el grupo perfecto que todos conocían, estaba desgastándonos de una forma que ya no podíamos ignorar.
Me quedé de pie en medio de la sala, observando cómo mis compañeros se mantenían en sus propios mundos, evitando mirarse entre sí. Hyun-Soo revisaba su teléfono con expresión apática, Ji-Ho se sentaba en una esquina con los auriculares puestos, y Seong-Min no dejaba de tamborilear los dedos contra la mesa, como si ese sonido rítmico pudiera calmar la inquietud que nos envolvía. Nadie hablaba, pero la incomodidad era palpable.
Finalmente, Seong-Min rompió el silencio, su voz cargada de frustración. —Esto ya no está funcionando, ¿no? Cada ensayo es una pelea, cada presentación se siente forzada. Estamos cayendo a pedazos y nadie quiere admitirlo.
Sus palabras cayeron como una bomba. Todos sabíamos que tenía razón, pero escucharlo en voz alta hacía que la realidad fuera más difícil de ignorar. Hyun-Soo levantó la mirada, y su expresión no ocultaba su enojo.
—¿Y de quién es la culpa, entonces? —preguntó, sin disimular su sarcasmo—. Porque parece que cada vez que algo sale mal, solo buscamos a quién señalar en lugar de arreglarlo.
Seong-Min se puso de pie, sus manos apretadas en puños. —No es cuestión de buscar culpables. Es que esto ya no se siente como antes. Ni siquiera sé si seguimos queriendo lo mismo.
Ji-Ho se quitó los auriculares y se levantó de su asiento. —¿Cómo puedes decir eso? —preguntó, visiblemente molesto—. Hemos trabajado tan duro para llegar hasta aquí, y ahora estamos dispuestos a tirarlo todo por la borda porque no sabemos cómo lidiar con un mal momento. No somos los únicos bajo presión, pero sí somos los únicos que estamos reaccionando así.
Sentí que la situación se salía de control, como si cada palabra se sumara a una montaña de resentimientos no resueltos. La atmósfera se volvía cada vez más densa, y nadie parecía dispuesto a retroceder. Todos estábamos exhaustos, y la verdad era que las expectativas de ser el grupo perfecto nos estaban devorando.
—Esto no es solo un mal momento —intervino Min-Soo, el miembro más calmado pero también el que solía ocultar sus verdaderos sentimientos detrás de un silencio distante—. Hemos pasado por malos momentos antes, pero esta vez es diferente. Esta vez parece que ya no nos importa si seguimos juntos.
Sus palabras fueron un golpe bajo, y podía ver cómo el dolor y la verdad de lo que decía resonaban en cada uno de nosotros. Min-Soo no solía hablar a menos que realmente sintiera la necesidad de hacerlo, y saber que incluso él estaba perdiendo la esperanza me hizo darme cuenta de lo lejos que habíamos llegado en nuestra propia autodestrucción.
—No podemos seguir así —dije finalmente, tratando de intervenir antes de que la conversación se convirtiera en algo irreparable—. Sé que estamos cansados, que todo se siente como una carga insostenible, pero tenemos que recordar por qué estamos aquí. No empezamos este grupo solo para ser famosos; lo hicimos porque queríamos hacer algo grande juntos.
Hyun-Soo soltó una risa amarga. —¿Y eso qué significa ahora, Yeon-Jun? ¿Qué significa 'hacer algo grande' cuando ya no podemos ni mirarnos a la cara sin pelearnos?
Me quedé en silencio, sin una respuesta inmediata. Habíamos pasado tanto tiempo presionándonos por alcanzar metas y cumplir con las expectativas que habíamos olvidado lo más básico: ser un equipo. La fama nos había dado todo lo que queríamos, pero también nos estaba arrebatando lo más importante.
Ji-Ho se acercó y me miró directamente a los ojos. —Yeon-Jun, eres nuestro líder. Si tú no sabes qué hacer, ¿cómo esperas que nosotros sepamos? —Su voz no era dura, pero sus palabras tenían un peso que no podía ignorar.
Me dolía admitirlo, pero tenía razón. Me había esforzado tanto en mantener la fachada de que todo estaba bajo control que no me había permitido ver lo mucho que estábamos sufriendo como grupo. La responsabilidad de ser un buen líder me pesaba más que nunca, y aunque quería ser la guía que ellos necesitaban, también estaba perdido.
—No tengo todas las respuestas, lo admito —dije finalmente, sintiendo un nudo en la garganta—. Pero sé que no quiero vernos desmoronarnos. No sé cómo arreglar esto de inmediato, pero sí sé que si seguimos culpándonos, nunca lo haremos.
La sala quedó en silencio, roto solo por la respiración pesada de todos nosotros. Era un momento decisivo, y aunque no teníamos todas las soluciones, al menos habíamos dado el primer paso: reconocer que estábamos mal y que necesitábamos cambiar.
—Vamos a tomarnos un respiro —propuse, sintiendo que el aire volvía lentamente a mis pulmones—. No sé si eso solucionará todo, pero al menos podemos empezar por escucharnos y apoyarnos en lugar de seguir dividiéndonos.
Todos asintieron lentamente, sin entusiasmo, pero con la aceptación de que debíamos intentar algo diferente.
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El trayecto de regreso a mi apartamento fue largo y silencioso. Cada uno de los chicos se había marchado por su lado, perdidos en sus propios pensamientos y conflictos. Nadie dijo mucho al despedirse; solo un intercambio breve de miradas que confirmaba lo que todos sabíamos: que estábamos en problemas y que no había soluciones fáciles a la vista. Mientras caminaba hacia mi edificio, las luces de la ciudad parecían más frías y distantes de lo habitual, como si reflejaran el vacío que sentía por dentro.
Al llegar a mi apartamento, el silencio me golpeó de lleno. Cerré la puerta detrás de mí y dejé caer la mochila en el suelo, sintiendo cómo el peso del día se acumulaba en mis hombros. Me quedé allí un momento, tratando de procesar todo lo que había pasado en la sala de ensayo, pero el torbellino de emociones no me dejaba pensar con claridad. Sabía que necesitaba desconectar, encontrar alguna forma de distraerme de la realidad que me estaba aplastando.
Fue entonces cuando decidí hacer un Live. No era raro para mí; solía hacerlo para conectar con los fans, darles un vistazo de mi día a día y compartir un poco de mi vida con ellos. Hoy, más que nunca, necesitaba ese contacto. No porque quisiera hablar de lo que estaba pasando, sino porque quería perderme en la ilusión de que todo estaba bien, al menos por un rato.
Me dirigí al sofá, encendí la cámara del teléfono y configuré la transmisión. En pocos segundos, los comentarios comenzaron a aparecer, saludos y emojis inundando la pantalla mientras el contador de espectadores subía rápidamente. Era reconfortante, en cierto modo, ver tantas caras conocidas, aunque fueran virtuales.
—¡Hola, chicos! —saludé con una sonrisa, la misma que siempre mostraba en estos momentos. —¿Cómo están? Ha sido un día bastante largo, pero me alegra poder pasar un rato con ustedes.
Los comentarios se dispararon de inmediato: "¡Yeon-Jun oppa!", "¡Te extrañamos!", "¡Qué guapo como siempre!" Cada mensaje me arrancaba una sonrisa, aunque por dentro seguía sintiendo el peso de lo que habíamos dejado sin resolver en el ensayo.
—Estaba pensando que hace mucho no hacíamos esto, ¿no? —dije, acomodándome mejor en el sofá. —A veces me pregunto qué haría sin ustedes, siempre tan apoyadores y llenos de energía. Ustedes son el verdadero ELIXIR para nosotros, ¿saben?
Los fans reaccionaron con corazones y emojis de risas, y me permití seguir hablando con ellos como si no hubiera problemas, como si todo estuviera perfectamente bien. Les conté sobre pequeños detalles de mi día, bromas internas sobre el grupo y algunas anécdotas tontas que lograban arrancar risas. Cada vez que veía un comentario positivo, una parte de mí se sentía un poco más ligera, como si la calidez de sus palabras pudiera barrer las nubes de mi mente, aunque solo fuera por un momento.
—Alguien preguntó sobre mi comida favorita —dije, leyendo uno de los comentarios en la pantalla—. Bueno, últimamente he estado obsesionado con la barbacoa coreana, pero ya saben, siempre hay que cuidarse. Aunque, entre nosotros, creo que me lo merezco después de tanto ensayo, ¿no creen?
Las risas virtuales y los mensajes de apoyo no paraban de llegar. Hablamos de todo y de nada, de las próximas actividades del grupo y de sus propios días. Era una interacción sencilla, pero para mí, significaba mucho más. Estaba llenando el vacío con la energía de quienes siempre estaban ahí, los que me veían como Yeon-Jun, el líder carismático de ELIXIR, y no como el chico que se sentía cada vez más perdido.
Un fan me preguntó cómo nos estábamos preparando para nuestro próximo comeback, y aunque una parte de mí quería ser honesto y decir que las cosas estaban complicadas, mantuve la fachada. —Nos estamos preparando mucho, como siempre. Queremos darles lo mejor y hacer algo especial para todos ustedes. Sé que nos extrañan, y nosotros también los extrañamos. Todo este esfuerzo es para ustedes, de verdad.
Mientras hablaba, vi mi propio reflejo en la pantalla del teléfono. La sonrisa que llevaba puesta era familiar, pero también se sentía como una máscara pesada que me había acostumbrado a usar. Los fans no sabían lo que realmente estaba pasando detrás de escena, y yo no quería que lo supieran. Mi deber, en este espacio, era darles una versión de mí que los hiciera felices, aunque eso significara esconder mi verdadero estado.
—¡Gracias a todos por estar aquí! —dije finalmente, después de más de una hora de charla y risas virtuales—. Ustedes hacen que todo valga la pena. Prometo que seguiremos trabajando duro para hacerlos sentir orgullosos.
Antes de cerrar el Live, saludé una última vez y mandé un beso a la cámara. Los corazones seguían apareciendo incluso cuando apagué la transmisión, pero la realidad volvió a asentarse en cuanto la pantalla quedó en negro. Dejé el teléfono sobre la mesa y me recosté en el sofá, sintiendo cómo el silencio volvía a llenar el espacio.
Por un rato, había logrado distraerme, pero sabía que la verdadera lucha seguía ahí, esperando a ser enfrentada. Los fans eran mi refugio, pero no podían resolver lo que estaba roto entre nosotros. Sus palabras me daban fuerza, pero también me recordaban la responsabilidad que tenía de mantener a ELIXIR unido, de ser el líder que todos necesitaban.
Me quedé mirando el techo, sintiendo una mezcla de gratitud y cansancio. Mañana sería otro día, otro intento de arreglar lo que estaba mal. Pero por ahora, me permití descansar en la certeza de que, al menos para los fans, aún podía ser el Yeon-Jun que esperaban ver.