PRISIONERA DEL DOLOR.

Luisa despertó un poco aturdida observo todo a su alrededor y se percató de que estaba en una habitación, intento abrir la puerta pero esta no se abrió por lo que supuso que estaba con llave desde afuera fue a hacer lo mismo con las ventanas pero de igual manera no se abrieron.

Recorrió toda la habitación en busca de algún objeto para abrir las ventanas pero su búsqueda se truncó cuando la puerta se abrió.

- Buenas tardes, señorita mi nombre es Lucía aquí le traje ropa.-. Coloco las prendas sobre la cama.

- Donde estoy.

- No puedo decirle si me disculpa en un momento le traigo algo de comer.-. Volvió a cerrar la puerta con llave.

Iba a seguir buscando algo para abrir las ventanas pero de nuevo fue interrumpida esta vez era un hombre muy guapo pero a Luisa su rostro sé le hacía conocido más no recordaba a donde lo había visto antes.

- Hola Luisa soy Thomas Moretti de ahora en adelante vas a vivir aquí espero no seas un problema para mi.

Luisa no decía nada seguía buscando en lo más profundo de sus recuerdos su rostro, tardo casi diez minuto en reconocerlo.

- Es el.-. susurro.

- Preferiría que hablaras claro y no mormures detesto eso.

- Porque estoy aquí que le hice para que me aleje de mis seres queridos.

- Jajjaja Luisa no me hagas reír en esa casa nadie te quería.

Al oír esas palabras Lucía entristeció pues lo mismo le había dicho su padre e incluso su gran amor se lo restregó en la cara.

Pequeñas gotas callaron al piso, cuando Thomas se percató de sus palabras se sintió miserable más no se disculpo.

- Solo puedes salir de esta habitación cuando te ordene entendido.-. Luisa solo asintió y el se marcho.

Al cerrar la puerta se quedó unos segundos y oyó como Luisa lloraba no sabía porque pero sintió que si pecho le dolió.

Bajo las escaleras le dijo a Lucía que le llevara comida y salió de su casa rumbo a la empresa de su padre tenia que arreglar asuntos con el.

Cuando llego fue directo a la oficina de su padre sin ser comunicado.

- Cuantas veces tendre que decirte que no te metas en mis problemas.

- Hola hijo como has estado.-. Hablo con sarcasmo.

- No estoy para tu estupideces padre solo dime porque lo hiciste.-. El padre se hizo el desentendido.-. Se que tramas algo y quisiera saber que es.

- Lo que yo haga no es asunto tuyo.-. Hablo cortante.

Thomas dio un puño en el escritorio.-. Pasa padre que si es mi asunto porque por tu culpa una niñata esta en mi casa y nose que hacer con ella.

- Trata bien a tu futura esposa.-. Dijo tranquilo el padre.

- Que dijiste.

- Que aquella niñata como tu la llamas será tu futura esposa.

- Estas demente Raul.-. lo llamo por su nombre.

- No, no lo estoy.-. se levantó de su asiento.-. Solo pienso en grande.

- A que te refieres.

- Que con esa muchacha aparte de que Santiago te pague todo lo que te debe te quedaras con todo lo de el y al fin cumplirás con tu venganza.

Thomas aún no entendía que era lo que su papá le trataba de decir ya había mandado a investigar a Luisa donde descubrió que era dueña del imperio de sus abuelos más no del de Santiago.

- Explicame padre porque no te estoy entendiendo.

- Mira hijo cuando los padres de Santiago murieron dejaron todo a nombre de esa niña.

- Eso ya lo se.

- Bueno aquí viene lo mejor la mujer de Santiago antes de que los suegros murieran le hicieron firmar un documento que consistía en que toda la ganancia que obtenga Santiago será para sus dos hijos pero cuando cualquiera de lo dos se case todo pasará a ese hijo.

- Eso quiere decir que cuando me case con Lucía todo lo de Santiago pasara a ser de ella en este caso mio.

- Así es Thomas por eso cuando Ricardo vino a proponerme el trato lo acepte sin ningún inconveniente.

- Esta bien me casaré con Luisa.

- Perfecto pero recuerda que entre más pronto mejor sabes que Santiago va a actuar de inmediato.

- Entonces que la boda sea mañana, llama a los medios y haz de esto una bomba.

- Dejamelo a mi hijo.-. Se despidió de Raul y se fue a su casa.

En en camino iba pensando en como se lo iba a decir a Luisa y que reacción tendría pero de algo si estaba seguro dejaría en la calle a Santiago Brown aunque le tocara apuntar con un arma a su futura esposa para que se case.

Llego a su casa y fue directo al cuarto de Luisa, todo pasó demasiado rápido para ambos ella estaba solo en bragas con su pecho expuesto a la vista de Thomas.

- No me mires!!.-. le grito tratando de ocultar su pequeño busto.

- Dis..discúlpame no quise verte.

- Solo no mires.-. Lo hizo girar de espalda pero Thomas con su vista puesta en aquel armario con espejo sonrió de lado, Luisa al percatarse de eso le lanzó una almohada.

- Eres un pervertido te dije que no me miraras

- En mi defensa no te estaba mirando a ti solo a tu reflejo además no fue la gran cosa he visto mejores.

La cara de Luisa se volvió de todos los colores a parte de pervertido ese hombre era un patán ignoro su comentario ella podría ser tonta en algunas cosa pero jamás insegura de su cuerpo sabía lo que tenía y con unas palabras de un pervertido no la arruinaría.

- Para que has venido.-. dijo seria.

- Es mi casa y puedo ir donde yo quiera.-. Luisa rodó ojos.

- Que quieres.

- De ti nada.-. Sonó arrogante.-. Pero de tu familia todo.

- Que tiene que ver mi familia conmigo.

- Eso no te interesa, ahora voy a ir al grano mañana te casaras conmigo y no acepto un no por respuesta.

- Que pasa si me niego.

- Eres o te haces no entiendes que no acepto ninguna negativa o te casas o te casas simple.-. Dijo encongiendose de hombros.

- Cuanto durará esta farsa.

- Quizás de dos o tres años.

- Será lamentable sacrificar esos años a tu lado.

- No tienes otra opción ahora se buena y no me causes molestias.

- Hagamos un trato.

- No.

- Pero ni siquiera me has escuchado.

- No pienso hacer tratos contigo.

- Porque.

- Primero no estas en posición de hacer uno y segundo no quiero tener tratos con tu apellido, quien asegura que eres igual de rata que tu padre.

Aquellas palabras volvieron a lastimar a Luisa más no lo desmotro, ella solo quería asegurar su libertad.

- Entonces no te quejes de nada.

Thomas lo pensó por unos minutos no sería bueno llamar la atención de la gente peor aún de su antiguo suegro sería un dolor en el culo si se enterara.

- Solo por la curiosidad de que se trata.

- Cuando cumpla con los años estipulado de casados me des mi libertad.

Thomas no lo pensó pues su intención no era quedarse con ella para siempre y vio que su trato era justo.

- Listo apenas tenga el documento lo firmaremos.

Luisa extendió su mano como símbolo de cerrar un trato aunque no hayan firmado todavía el se la recibió y ambos sintieron una electricidad por todo el cuerpo.