Mia es una joven que tiene muchos planes y sueños junto a su novio. Siente que todo se le viene encima cuando La familia de el la rechaza cuando se enteran que es huérfana, lo peor es cuando se entera que su novio siempre estuvo comprometido con otra.Con todo en contra ella logrará volverse una mujer sobresaliente pero algo no estaba en sus planes que una noche conoce a un hombre que la desestabilizaria en todos los sentidos, Será capaz Mía de darse otra oportunidad con el tío del que ella creyó un día era el amor de su vida?
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El hotel
Sonrío al pasar a su lado y él intenta sujetarme, pero mi mirada lo detiene.
— Karla, Mía, ¿qué hacen aquí? —pregunta su padre, y mi amiga lo mira molesta.
— ¿Qué hace este imbécil aquí? —le pregunta, cruzada de brazos.
— ¿Me permites un momento con Mía? —dice él—.
Ella me mira y yo asiento, entrando con él.
— Pensaba dejarlo para la cena de hoy, pero ahora que estás aquí quiero hablarte de algo. Por seis años evité hacer tratos con ellos.
— ¿Su empresa tiene algún problema? —le pregunto preocupada.
— No es que vayamos a caer en la ruina, pero sí es un problema que, al pasar, se hará grande. Y si no hago nada, será un problema para quien sea mi sucesor. Sabes que nuestra fortuna viene de años atrás; mi deber es hacerla crecer.
— Lo entiendo, señor.
— Sé lo que ese imbécil te hizo, y no es un hecho que acepte. Solo veré su propuesta y decidiré cuál me conviene. Si hay otra que me convenga más, créeme que no dudaré en tomarla, con tal de no aceptar la de él.
— Señor, le agradezco todo, pero usted haga lo mejor que crea para su empresa. En este mundo, cada quien juega sus cartas como le conviene. Yo nunca le pediría algo que dañara su capital o su empresa.
— No, lo siento, pero por más que quisiera, no puedo tomar decisiones a la ligera. Y de ser así, quisiera consultarlo contigo, ya que conoces bien esa área.
— ¿Y por qué no la contratas a ella? —llega Karla, entrando enojada.
— No solo es esa área, es él y su esposa —me dice—. Lo siento, Mía. Ellos juntos empezaron una carrera, cada uno ve un área diferente, pero al fin y al cabo es del mismo grupo. No sé si me entiendes.
— No, y no me interesa entender —responde ella.
— Mía lo entiende bien.
— Dime, padre: si ese desgraciado me lo hubiera hecho a mí, ¿estaríamos teniendo esta conversación? —le pregunta.
Nunca había visto a Karla tan enojada. Creo que ya se pasó; a pesar de que es por mí, se ciega cuando ve a Mario. Su padre me mira, pero no responde.
— Karla, no es necesario, no lo entiendes —intenta calmarla.
— ¿Estás diciendo que sí harías lo mismo?
— Esa no fue mi respuesta. Y sabes por qué no la entiendes: porque no te ha tocado sufrir como a Mía, que le ha costado llegar hasta donde está, y no lo logró solo estirando la mano —le grita—.
Estoy por agarrar a mi amiga y sacarla.
— Eres un mal padre. ¿Cómo le haces esto a Mía?
— Karla, por favor —le digo para que se calle.
Porque ya sé hacia dónde va todo esto. Cuando pasó lo de Mario, y ella regresó de su viaje, le conté y le hice prometer que solo le diría lo de Mario, no lo de sus padres. No sé si por vergüenza o por pena, pero ella me lo prometió.
— ¿Esa noche no fue solo Mario quien la humilló?
— ¿Cómo que la humilló? Solo dijiste que terminaron y que él encontró rápido a otra, como si ya la tuviera lista.
— Pues no fue así, y no solo eso. Sus padres, la gente que se creen tocados por Dios, la humillaron diciéndole huérfana, que no estaba a la altura del pendejo de Mario, que solo quería su apellido.
El padre de mi amiga nos da la espalda y noto cómo mueve los hombros, llorando.
Mi amiga me mira y yo solo niego.
— Tenía que saberlo —me dice en voz baja.
Él camina saliendo y, lo que nunca esperé, es que tome a Mario del cuello de la camisa. Hasta Miguel intenta detenerlo.
— Fuera de aquí, basura. Y dile a tus padres que no haré ningún trato con ellos —le dice, soltándolo.
Mario me mira, y el padre de mi amiga se pone delante de mí, tapándome.
No sé qué hacer de la pena, así que camino hacia la salida igual.
— Mía, espera —me dice Karla.
— Necesita tiempo, déjala —le dice su padre.
Estoy por salir cuando recibo la llamada que menos esperaba. Respondo, y solo volver a escuchar esa voz gruesa y firme me deja paralizada.
— Te veo en una hora, en el hotel Mayampalas.
Suspiro, sin saber qué hacer. Miro hacia adelante y veo cómo Mario sube a su carro; a su lado va su esposa. Aprieto el celular. Él sí hizo una vida, tiene hijos, siguió como si nada.
— Bien, salgo para allá —le digo, deteniendo un taxi.
En el camino le escribo a mi secretaria que envié el plan de trabajo a la empresa Arqui-tech.
No sé por qué, pero estoy muy nerviosa. Mis manos sudan y pago al taxista.
Entro y él está en el lobby esperándome; mis nervios aumentan. Lo saludo con un beso. No sé ni qué hago, él recorre mi cuerpo con la vista y me pongo peor. Me pregunto si tendrá para pagar un cuarto; quizás por eso me estaba esperando. Tampoco quiero que se sienta mal si le digo que yo pagaré.
— Voy a pagar —le digo, y sé que sonó peor.
Él me mira entrecerrando los ojos, y mejor camino alejándome. Pido un cuarto y, siendo un hotel cinco estrellas, solo se renta por día, así que pago por un día, aunque obviamente no nos quedaremos todo ese tiempo.
Me dan las llaves y regreso donde él sigue parado.
No sé ni cómo pararme, ya que es muy callado. Bueno, eso es lo que menos me importa.
— Hay que entrar —le digo y empiezo a caminar.
Siento sus pasos detrás de mí y sigo al que nos guía a la habitación.
— En la noche habrá una actividad en la parte de las albercas, por si gustan bajar.
— Gracias —le digo y entramos.
Él cierra la puerta.
— Hay que poner reglas —le digo, y por primera vez noto una pequeña sonrisa en sus labios.
👏🏼⭐✍🏼⭐👏🏼