Entre Dos Mundos

Mi corazón latía con una intensidad desgarradora al observar a mi mamá en medio de una situación tan difícil. Decidí quedarme a su lado durante todo el día, mientras que mi abuelo se veía obligado a regresar al trabajo, ya que no podía permitirse perder su empleo en ese momento tan crítico.

Al llegar a casa, encontré a mis abuelos en el comedor, y la preocupación en sus rostros era palpable, y era evidente que el estado de mi madre los afectaba profundamente.

Fue entonces cuando mi abuelo, con una voz temblorosa pero resuelta, anunció: 'He vendido el auto, y eso nos ayudará a cubrir los gastos de su tratamiento, al menos por ahora.' Sus palabras estaban llenas de sacrificio, y mientras tanto, las lágrimas de mi abuelita comenzaban a deslizarse por sus mejillas, evidenciando el dolor y la angustia que ambos sentían en esos momentos tan difíciles.

Tranquilos, buscaré un empleo de medio tiempo. Así podré ayudar con los gastos, dije, tratando de calmar mis nervios y no generarles más preocupación.

Al subir a mi habitación, me invadió la inquietud y no lograba pensar en nada más que en mi madre. Empecé a buscar algunas ofertas de trabajo que pudiera solicitar para ir al día siguiente, justo después de salir de la universidad.

Cuando llegué a la universidad, me encontraba en plena conversación con Paola, hablando sobre la difícil situación de mi madre. Ella intentaba calmarme y brindarme palabras de aliento para que no me sintiera tan abrumada. En medio de nuestra charla, un auto deportivo se detuvo justo enfrente de nosotras. Era inconfundible; se trataba del coche de Matilde.

Ella apareció del vehículo, acompañada de Franco, y en un momento que me pareció eterno, los vi entrelazando sus manos justo frente a mí. Esa escena me golpeó emocionalmente y sentí una punzada de dolor en el pecho. Franco me miraba, pero su expresión era un enigma, no podía descifrar lo que estaba pensando.

Sin poder contenerme más, me levanté y me alejé de ellos, tratando de mantener la compostura. Limpié mis lágrimas con la esperanza de que no se dieran cuenta de cuán herida me sentía. No quería darles la satisfacción de verme llorar mientras pasaba por los pasillos de la universidad.

Vamos hermosa, no dejes que ese par de idiotas te lastimen tu eres mejor.!_ dijo Paola molesta.

Ahora no tengo tiempo para dramas de amór, tengo que conseguir empleo.!_ dije suspirando, conteniendo mi dolor.

Yo puedo ayudarte con los gastos tengo dinero ahorrado.!_ dijo Paola.

No puedo aceptarlo se que tú ayudas con la colegiatura de tus hermanas y yo necesito demasiado._ dije preocupada suspirando.

Jess, quiero ofrecerte mi ayuda con tu trabajo, pero antes necesito que me escuches atentamente y que, por favor, no me juzgues. Hace un par de años, tuve la oportunidad de trabajar en una agencia de modelos, pero no es una agencia convencional; allí se contrata a chicas para que simulen ser novias, amigas o esposas de hombres, dijo Paola con una expresión seria en su rostro.

¿Ser novia o esposa? ¿Pero, entonces, tú tienes relaciones con ellos? pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme mientras la miraba con sorpresa y desasosiego.

¡Tú eres quien establece las reglas con el cliente! Además, debes saber que todo esto es exclusivo para fiestas de personas adineradas. Tienes que sonreír, arreglarte bien y caminar de la mano con él, eso es lo único que se espera de ti, explicó Paola con una claridad tajante.

Esa declaración me dejó un tanto aturdida, así que me atreví a preguntar: ¿Y cuánto te pagan por eso?, mientras tragaba saliva, sintiendo la tensión en el aire.

¡Mil dólares la hora!, respondió con entusiasmo Paola, como si esa cantidad fuera lo más natural del mundo.

Una mezcla de incredulidad y preocupación se apoderó de mí. No puedo hacer eso. Si mi mamá o mis abuelos se enteran, no sé cómo reaccionarían. Creo que debería buscar un empleo como asistente en una oficina, respondí, sintiendo que un rubor de vergüenza me invadía.

Sin embargo, la respuesta de Paola no se hizo esperar. _ Si decides no hacerlo, no te preocupes; de cualquier manera, yo te ayudaré con algo de dinero. ¿Está bien?, me dijo con una sonrisa comprensiva y un tono que me reconfortó un poco.

sonreí Paola jamás me había dejado sola en momentos duros de mi vida.

Al salir de la universidad salí en búsqueda de empleo nadie me quería contratar y algunos no tenían medio tiempo.

Camine por varías horas mis pies me dolían cansada camine asta el hospital para ver mamá, mi abuelita estaba llorando en el pasillo.

Que pasa abue, por qué lloras.!_ pregunté nerviosa.

Tu mamá tuvo una recaída y la llevaron a un estado de coma inducido para poder colocarle un tubo de respiración que la ayude a respirar. Los médicos la han inscrito en una lista de espera, y su número es mil... dijo mi abuelita, con lágrimas en los ojos mientras yo la abrazaba, sintiendo una profunda desesperación en mi corazón.

¿Es por el dinero, verdad? pregunté mientras secaba mis lágrimas con la mano.

Así es, quieren dinero para poder colocarla en los primeros lugares de donación, respondió mi abuelita con tristeza.