Primer libro de la saga Lobo.
⚠️ CONTENIDO (+18)⚠️
Ella es una hermosa peliroja vendedora de flores, que trabaja duramente para la mujer que la recogió después de la trágica muerte de su familia, la cual fue cruelmente asesinada.
Él es el futuro líder de la mafia italiana y para poder posicionarse en ese puesto primero su padre le exige matar a un traidor, y luego le exige también una Dama que gobierne a su lado. Un día cualquiera conoce a una vendedora de flores que lo deja cautivado desde el primer instante, se obsesiona con ella y la rapta para que sea su Dama, su Reina, su esposa...
Lo que ambos no saben es que tanto su pasado como su futuro están relativamente unidos.
¿Nacerá el amor o el odio?
¿Podrán perdonar o condenarse?
¿Podrán olvidar y superar?
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Todo lo que me pidas.
Maximiliano Lobo❤️🔥
Nunca me había considerado un hombre celoso. Claro, nunca me ha gustado que toquen lo que me pertenece, pero con esta pelirroja todo es diferente. No quisiera que nadie la mirara siquiera. Todavía siento el enojo en mis venas al saber que ella pensaba escapar con el malnacido de Martini. Prefería ser mujer de él antes que mía, sin saber que ese desgraciado pensaba venderla como carne al matadero.
Ver su equipaje y los documentos falsos que llevaba en su bolso me hicieron perder la cordura. Lleva veinticuatro horas en su habitación; no he querido verla, y me han dicho que no ha dejado de llorar, que no quiere comer ni salir de la cama. Para colmo, Nelly no se encuentra en la mansión para ayudarme con ella; son mujeres, por ende, deben entenderse mejor.
Paso todo el día por fuera verificando envíos y la calidad de los cargamentos, tanto de armas como de drogas.
Llego a la mansión pasadas las diez de la noche. Le echo un vistazo a papá y luego me dirijo a mi habitación. Me ducho y me acuesto con ganas de dormir, pero lo único que hago es pensar en Angélica Moretti. Debería ir a verla y obligarla a comer; no quiero que se enferme. Pero los celos hacen estragos en mí al pensar que su estado es por la muerte del tipejo al que maté. Me martiriza imaginar que lo sigue amando, que lo extraña, incluso después de lo que ese bastardo le hizo. Pensarlo me revuelve la bilis.
Me da tanta rabia imaginar que, si no llego a tiempo, ahora estaría siendo vi0lada por cualquier cerdo asqueroso. Pero no habría dejado títere con cabeza si eso hubiera pasado. Si le hubiesen tocado aunque fuera un pelo, no habría quedado un prox3n3ta vivo en este país ni en los más cercanos. Me habría encargado de todos los que se dedican a la trata de bl@ncas, uno por uno, acribillándolos sin piedad.
La ansiedad me gana y termino levantándome de la cama. Me pongo el pijama y salgo hacia la habitación de Angélica. Abro la puerta despacio y lo primero que llega a mis oídos son sus sollozos. Eso me estruja el pecho; no me gusta oírla llorar, y menos por otro.
Me acerco despacio y me siento sobre la cama. Está de espaldas, así que no logro verle el rostro, pero noto cómo tiembla su cuerpo mientras llora.
—¿Hasta cuándo seguirás llorando? —le pregunto, acariciando su cabello rojo.
No me contesta; llora con más fuerza todavía.
—¿Estás llorando por él? ¿Lo extrañas? ¿Te duele su muerte? ¿Lo lloras, te lamentas por él aun sabiendo lo que iba a hacerte? —los celos me inundan de preguntas—. Contéstame, Angélica. ¿Preferirías ahora mismo estar en un prostíbulo que conmigo?
Se sienta de golpe en la cama y me mira con los ojos llenos de lágrimas, hinchados y rojos. Me mira con rabia y, a la vez, con dolor. Puedo verlo en su mirada.
—Lloro por todo. Me duele todo. No tengo a nadie. Me traicionaron, vendieron a mi mejor amiga, quisieron hacer lo mismo conmigo. Mataron a mi novio delante de mí, y fue el mismo que me traicionó. Lo vi morir frente a mis ojos. Tengo a un mafioso detrás de mí, obsesionado conmigo. Dígame, ¿cómo quiere que esté después de todo esto? —continúa llorando.
—Angélica, yo no quiero hacerte daño. A mi lado tendrás todo lo que necesites: dinero, poder, lujos… todo lo que quieras.
—Sí, menos amor.
—Si me pides amor, te daré amor. Haré todo lo que me pidas con tal de verte feliz.
—Déjeme ir, entonces —me pide.
—No. Eso sí que no. Podría darte todo lo que me pidas, menos dejarte ir.
—¿Por qué, habiendo tantas mujeres en su círculo social, no se casa con una de ellas? Hay mujeres más bonitas que yo, con más porte, más experiencia, que saben de esto, que seguro se mueren por estar con usted, por ser su esposa y todo lo que usted quiera.
—Las hay, de eso no tengas dudas. Pero el problema radica en que a mí no me gusta ninguna de ellas. A mí me gustas tú. Me traes loco tú. La que quiero que sea mi esposa eres tú. Entiéndelo.
—No lo entiendo ni lo entenderé —grita, levantándose de la cama, y yo la imito—. Y tenga por seguro que buscaré la manera de escaparme de este lugar. Yo no quiero ser la esposa de un asesino.
Sus palabras son cuchillas en mi corazón.
—Inténtalo, amore, intenta escapar, a ver si puedes. Y si lo logras, te prometo que no quedará vivo quien permita tal cosa. No quedará piedra donde no te busque. Te buscaré por cielo, mar y tierra, y te traeré de regreso a mi lado.
—Y yo volveré a escapar —grita otra vez y corre hacia el cuarto de baño, encerrándose allí.
—Y volveré a matar a los que te dejen escapar, y te volveré a buscar, y te traeré de regreso. Si te escapas mil veces, mil veces te busco, te encuentro y te traigo —le digo pegado a la puerta.
Sigue llorando. Yo quiero abrazarla, darle mi cariño y decirle que todo estará bien, pero no puedo con la distancia que ella pone entre los dos. Sé que le será difícil aceptar las cosas, pero espero que tarde o temprano lo asimile. Yo sería capaz de poner el mundo a sus pies si así ella lo pidiera, con tal de que se quede conmigo.
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