Una noche. Un secreto. Una obsesión que lo cambiará todo.
Stefania solo buscaba escapar.
Damián solo buscaba control.
Pero cuando sus mundos chocan en Atenas, el deseo los arrastra a una noche tan intensa que marca a fuego sus almas.
Ella huye antes de que él descubra quién es.
Él la busca sin saber cómo encontrarla.
Lo que ninguno imagina es que un lazo invisible ya los ata para siempre:
un hijo concebido entre la oscuridad y la pasión.
Cuando la verdad salga a la luz, deberán enfrentarse a sus familias, a sus demonios…
y a una obsesión que ni el tiempo ni la distancia han podido destruir.
La Obsesión del Jefe de la Mafia.
Un romance oscuro donde amar es peligroso…
pero pertenecer es inevitable.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Mi debilidad
Damián
Nunca pensé en combinar un puro con una copa de whiskey, pero creo que fue un error. Es justo lo que necesito en este momento.
El humo se filtra entre mis dedos mientras saboreo el líquido ámbar de mi copa. No sé si lo estoy descubriendo ahora o esto es un conocimiento que todos los hombres han compartido generación tras generación, pero el sabor del whiskey se intensifica con un buen puro cubano.
–¿Mal día? –pregunta Salvatore y se sienta a mi lado sobre la arena de la playa privada, que da con la parte trasera de nuestra casa.
–Llevo menos de cuarenta y ocho horas casado y ya lo arruiné todo. ¿Tú que crees?
Golpea mi hombro con el suyo. –Noo, ¿tú crees? Exageras, hermano –devuelve y sus labios se elevan en una media sonrisa que quisiera golpear de su rostro–. Que tu esposa haya huido a otro continente no quiere decir que esté todo perdido.
–¿Estás disfrutando con esto?
Se encoge de hombros. –¿La verdad? Un poco, sí –responde con una sonrisa irritante–. Es bueno saber que no todo se te da tan fácil.
–No todo se me da fácil –gruño antes de beber otro trago.
Salvatore toma la botella que está botada en la arena con un suspiro. La destapa y se toma un largo trago.
–Bueno, ahora estoy de acuerdo contigo. El amor se te da fatal.
Una risa sube a mi garganta y miro la espuma que brilla contra la oscuridad de la noche.
–Sé serio. No es amor. Es compromiso y obsesión.
–Tú y tus obsesiones… ¿Recuerdas cuando te obsesionaste con esos asquerosos helados de arándanos?
–Eran deliciosos.
–Si tú lo dices... –murmura mientras oculta una sonrisa detrás de otro sorbo de whiskey que da directo de mi botella–. Como sea, subiste unos ocho kilos, porque tenías que comerte al menos seis helados de esos al día.
Sonrío. –Iris estaba desesperada. No lograba que comiera otra cosa.
–Creo que esa fue la época dónde mamá fue más creativa en la cocina –dice con una sonrisa contagiosa–. Lo que trato de decir es que cuando te obsesionas con algo se vuelve tóxico y eso no puede ser sano ni para ti ni para ella. ¿Sabes qué cocina por estrés? –pregunta y yo niego con mi cabeza–. ¿Has notado que arruga su nariz cuando está molesta por algo? ¿Sabes que sus dedos se escabullen en su cabello y lo desordenan cuando está nerviosa?
–¿Cómo sabes todo eso? –gruño furioso.
–Porque la he mirado, Damián, porque he conversado con ella y he estado presente.
–Mi trabajo es…
–Es tu esposa y la madre de tus hijos, imbécil –interrumpe–. La excusa del trabajo no te salvará esta noche. ¿Quieres perderla?
Miro el océano y me encojo de hombros mientras la necesidad que siento por ella nubla mis sentidos.
–No puedo perder algo que nunca he tenido –digo sin atreverme a mirarlo, porque no quiero que vea el anhelo que siento por esa caprichosa mujer.
Cuando se fue pensé que no volvería a sentirme como lo hice por meses cuando estaba buscándola, porque ahora sabía dónde estaba y quién era. Y sé, que si quisiera, podría ir a buscarla y traerla a mi casa. Pero no fue así. Siento esa misma inquietud que no se va con nada. Una necesidad que no podré callar hasta que pueda tenerla a mi lado nuevamente.
–Stefy no es una cosa que puedas poseer, hermano. Es una mujer que piensa y siente, y que tiene su propia opinión sobre las cosas. Es una mujer que luchará incansablemente por sus hijos, porque puedo ver el mismo fuego que veo en los ojos de mi mamá –dice antes de incorporarse–. Es una mujer que vale la pena cualquier esfuerzo –agrega–. Y es una lástima que la hayas visto primero.
–Recuérdalo, Salvatore. Stefy es mía –siseo cuando camina hacia la casa.
–Pensé que no podías perder algo que no tenías –devuelve desde las sombras.
Suspiro y me bebo lo que me queda de whiskey.
Salvatore no lo entiende. Él no ve el amor como una debilidad, porque en su caso, Iris se volvió más fuerte por él, pero en mi caso no fue así. Mamá murió sin luchar, según las palabras de mi abuelo, y mi papá… Bueno, él también se rindió y ni siquiera el amor por su propio hijo lo hizo querer cambiar.
Tuve que asumir una responsabilidad que no tenía que haber asumido a mis trece años, porque papá no podía hacerse cargo del peso de ser la cabeza de la organización que gobierna Grecia. Quizá nunca estuvo en él. Imagino que para trabajar en esto hay que tener un corazón frío como el mío o el de mi abuelo.
Apago el puro cuando pienso en mi abuelo. Incluso él fue débil cuando el amor tocó su puerta. Se enamoró de Irene y sucumbió ante cada una de sus demandas, olvidándose de que era la mujer de su propio hijo y de que lo manipulaba a su antojo.
La sonrisa de Stefy baila frente a mis ojos junto a ese delicioso mohín que consigue absolutamente todo.
Mimada y caprichosa.
Pero tan mía…
Es cautivante y peligrosa. Muy peligrosa. Al menos para la supervivencia de mi cordura.
Si no fuera por mis hijos quizá podría olvidarme de ella, porque es la única persona en este mundo que tiene un real poder sobre mí.
–¿A quién engañas? –pregunto mientras una risa brota de mi garganta.
No puedo olvidarme de ella. No quiero olvidarme de ella.
No lo haré. Y su familia tendrá que entenderlo.
Stefy es mi mujer y lleva a mis hijos en sus entrañas… Y si no lo entienden, siempre podría iniciar una guerra para recuperarla y tenerla a mi lado.
Mi celular vibra con un mensaje de mi esposa.
Volveré mañana.
Dos simples palabras.
Dos palabras que tienen el poder de calmar mis demonios y hacer crecer mi obsesión.
Esta vez no la dejaré marchar.
A HUEVO!!!
vamos Stefy no seas egoísta y dale a Damian de tu comida y veras como se vuelve loco con su sabor...