Ya Te Olvidé

La noche se extendió silenciosa y cargada de tensión entre ellos. Ruby, con una sonrisa traviesa, se movía cerca de Orlando con lentitud calculada, dejando que él sintiera cada roce de su cuerpo, cada susurro al oído que lo hacía temblar.. Sus manos rozaban accidentalmente las de él, sus hombros se encontraban en un leve contacto que enviaba pequeñas descargas de deseo, y su aliento cálido rozaba la piel de Orlando cuando hablaba o susurraba alguna frase provocativa..

Ruby: creo que… te estoy volviendo loco otra vez..

Orlando, conteniendo la urgencia que le provocaban sus gestos y palabras, la abrazaba con fuerza, pero ella lo esquivaba con suavidad, apartándose en el último instante para mantener la distancia, prolongando la espera, jugando con cada impulso que él tenía.. Sus piernas se rozaban al caminar alrededor de la cabaña, sus miradas se encontraban con intensidad, y cada gesto.. cada movimiento.. era un desafío silencioso que lo tenía al borde de perder el control.

Ella se sentó en la cama, cruzando las piernas lentamente mientras él la observaba, incapaz de resistirse a su magnetismo.. Ruby hablaba sobre cosas triviales, sobre cómo quería que organizaran la cabaña o el desayuno del día siguiente, pero cada palabra era dicha con un tono cargado de insinuación, de juego, que hacía que Orlando respirara más rápido y sus manos se tensaran, queriendo tocarla más de lo que podía..

Ruby incluso se permitió pequeños roces.. el hombro rozando el pecho de Orlando mientras pasaba por su lado, la mano apoyada ligeramente sobre la suya cuando le pasaba algo cerca, siempre con una distancia mínima que lo torturaba. Sus ojos brillaban con picardía y desafío.. no cedía, no lo dejaba llegar al clímax de su deseo, y eso hacía que cada segundo se sintiera eterno para Orlando.

Al final, cuando la noche avanzaba Ruby se recostó cerca de él, permitiendo un contacto más relajado, apoyando la cabeza en su pecho, dejando que él la abrazara mientras todavía sentía esa tensión entre ambos.. Era un juego de poder, de control y deseo

.. Ruby había decidido que esta vez, aunque sus cuerpos se rozaran y provocaran fuego, la intimidad completa no sería inmediata.. Orlando, aunque frustrado, sentía que cada instante junto a ella valía la espera, y que la paciente provocación de Ruby tenía su propio hechizo irresistible..

Aun asi decidió seguir molestándolo..

Ruby suspiró con exageración y, dandose vuelta con un aire de cansancio fingido.. le dijo en un tono casi caprichoso..

Ruby: me tienes agobiada, Orlando… hazme un masaje, a ver si así se me pasa un poco..

Antes de que él pudiera responder, ella ya se había recostado boca abajo en la cama.. descubriéndose lentamente la espalda, dejando a la vista su piel blanca bajo la tenue luz de la lámpara.. Orlando tragó saliva, nervioso, porque sabía que aquello era más una provocación que una petición inocente.. aun así, se sentó a su lado y con torpeza comenzó a mover sus manos sobre sus hombros..

Al principio lo hizo con inseguridad.. sus dedos rígidos apenas presionando.. como si temiera lastimarla.

 Ruby se rió suavemente.

Ruby: eres duque.. pero como masajista no sirves..

Orlando apretó un poco más, siguiendo la línea de sus omóplatos, intentando copiar lo que alguna vez había visto hacer a otros.. Ruby suspiró.. pero esta vez no fue una risa.. sino un quejido suave,.. un sonido cargado de placer involuntario que se le escapó entre los labios..

El duque se quedó paralizado. Ese suspiro, ese gemido contenido, encendió en él algo nuevamente que llevaba meses reprimido.. Sintió su cuerpo arder de deseo.. sus manos comenzaron a temblar contra la piel de ella, y por un instante estuvo a punto de inclinarse y recorrer su espalda con besos..

Ruby, consciente de la reacción que había provocado.. escondió una sonrisa traviesa contra la almohada y dejó escapar otro quejido suave, esta vez aún más intencional, solo para ver qué tan lejos podía llevarlo..

Orlando ya no pudo seguir.. su respiración era agitada, su cuerpo temblaba, y de pronto se levantó bruscamente.. como si necesitara escapar de su propio deseo.

Orlando (susurro): maldita sea, Ruby…

Ella alzó la cabeza con fingida inocencia.

Ruby: qué pasa? apenas estabas aprendiendo a hacerlo bien..

Pero él ya había salido de la habitación, caminando rápido hacia afuera. Unos minutos después, Ruby escuchó el sonido del agua fría cayendo en la tina improvisada de la cabaña. El duque se había metido de golpe, intentando calmar con ese baño helado el fuego que ella, con un par de suspiros provocadores, había encendido en él.

Ruby rió bajito contra la almohada.. satisfecha, mientras pensaba que jugar con Orlando de esa manera era una dulce venganza y a la vez… una peligrosa tentación.

Al dia siguiente Ruby se levantó temprano, fingiendo normalidad, pero en realidad ya tenia todo calculado.. Dejo su vestido y la toalla cuidadosamente doblados sobre la cama de la habitacion, mientras ella se metía a la tina con agua tibia que había preparado. Cuando estuvo dentro, y el vapor subía suavemente, sonrió para sí misma..

[Que sufra... jajaja]

Pasaron unos minutos, y su voz clara resonó desde la bañera..

Ruby: Orlando… olvidé mi ropa… tráemela ahora, por favor…

Él, que estaba ordenando algunas cosas en la mesa, se tensó. Dudó unos segundos, pero al final, resoplando, tomó la toalla y el vestido y abrió la puerta. Apenas entró, la vio. Ruby estaba en el agua, su cabello rojo mojado pegado al cuello, gotas resbalando por sus hombros, apenas cubierta por la espuma. Sus ojos brillaban divertidos, como si esperara justo esa reacción de él..

Orlando sintió un golpe de calor recorrerle el cuerpo entero.. el aire se le hizo pesado, y supo al instante que no podía ocultar lo que su cuerpo le estaba traicionando. Se le enrojecieron las mejillas y la mirada se le quedó fija en ella más de lo que debía.

Ruby: vas a quedarte ahí mirándome? o me vas a dar la toalla…

El duque tragó saliva, se acercó rápido y casi lanzó la tela hacia ella, intentando no mirarla, pero fue imposible. Cada curva, cada gota de agua brillando sobre su piel lo atormentaba.

Orlando (susurro): maldita sea, Ruby…

Ruby: qué pasa, duque? no has visto nunca a una mujer bañándose?

Él respiró hondo, intentando calmarse, pero su cuerpo ya había reaccionado, evidente bajo sus ropas. Apretó los puños y giró hacia la puerta..

Orlando: voy a… voy a bañarme al río… —dijo con torpeza, casi huyendo, mientras salía de la cabaña rápidamente..

Ruby se quedó en la tina, riendose bajito, victoriosa. Sabía perfectamente lo que había provocado.

Orlando regresó del río completamente empapado.. las botas chorreando agua y la camisa pegada a su torso marcado. El cabello oscuro se le pegaba a la frente y las gotas le caían por el cuello.. Aun así.. su porte orgulloso y fiero no desaparecía.. aunque el brillo en sus ojos delataba que había estado luchando consigo mismo..

Ruby ya envuelta en su bata y sentada tranquilamente en la cama lo miro con una falsa expresión de inocencia aunque por dentro estaba disfrutando cada segundo.

Ruby: y bien… dime, Orlando… estas arrepentido? de haber perdido la oportunidad de disfrutar de mi cuerpo?

El duque se detuvo en seco..la miró con el ceño fruncido, la mandíbula apretada y un fuego que parecía querer devorarla.. no contestó de inmediato, solo respiró hondo, intentando dominarse.

Ruby: sufres, verdad? por no poder tenerme… sufre un poco más, así aprenderás… así nunca más me vas a mentir, ni a ocultar cosas…

La voz de ella era un veneno dulce, cada palabra era como un dardo directo al orgullo del duque. Orlando avanzó despacio, dejando charcos en el suelo, y se inclinó frente a ella.

Orlando: crees que no estoy sufriendo ya? . cada noche, cada instante, cada maldito respiro lejos de ti fue un tormento…

Ruby sostuvo su mirada, pero en el fondo tembló. No esperaba esa intensidad.

Orlando: si quieres que pague por mis errores, lo haré… pero no creas que vas a quebrarme con tus juegos.. mi deseo por ti no se apaga, aunque intentes torturarme.

Ella, sin mostrarlo, sintió que la seguridad le flaqueaba por un segundo. Su corazón latía con fuerza, porque lo había provocado para dominarlo… pero él, incluso sufriendo, seguía siendo una tormenta que podía arrastrarla.