Violeta, La Nueva Esposa Del CEO

Capítulo Veintidós

Estaba como una niña frente al pastel, lo dulce sacaba esa parte inocente de ella. Le advertí que solo podía comer una porción, ya que había experimentado en carne propia lo que era el dolor de estómago tras comer de más de esa delicia. Petunia, la cocinera de mi infancia, me lo había advertido, pero no le hice caso y estuve dos días enfermo.

–¿Y que si no te escucho? –preguntó ella mientras yo levantaba los trastes sucios.

–Te dolerá el estómago –le volví a advertir.

Aun así, noté que mientras yo estaba de espaldas, ella robaba una de mis fresas. Me hizo gracia que lo disfrutara tanto. Ya que pude ver esa sonrisa pícara en sus bellos y tentadores labios.

–Si vuelves a robar una de mis fresas voy a castigarte –le aseguré y fui de nuevo a la nevera por agua esperando que lo hiciera, deseaba mucho que ella tratara de sobrepasarse, y así lo hizo.

–¿Y cuál sería mi castigo? Ya lavaste los platos –me recordó y vi cómo delante de mí robaba mi última fresa y se la comía con placer.

–¿Disfrutaste de mi fresa? –pregunté y me acerqué a ella, me puse a su altura e incluso la vi pasar la lengua por la comisura de su labio.

Antes de que respondiera acerqué mi rostro al de ella. Al ver que no me alejó la miré fijamente y una vez que cerró los ojos por fin la besé; lentamente pude saborear sus labios de una manera que no esperaba, mi respiración se aceleró y tuve que detenerme, esto ya no era un juego.

–Solo para que lo tengas en cuenta, no me quites mis fresas –dije y me aparté, ya que hasta mi mente estaba nublada.

Ese día ella permaneció en el estudio pintando, y yo trabajé hasta muy tarde. Mi primo entraría a la empresa en dos semanas y no podía hacérsela fácil; aun así, me sorprendió saber que llegaría tan rápido. Mi tío tenía algo que ver en eso. Ya había mandado a averiguar un poco más sobre Paola, había algo que me decía que ella tenía que ver en todo esto. De una manera que ellos mismos no esperaban.

Por otro lado, necesito saber cuan leal puede ser Violeta ahora que sé que Juan Manuel fue su pareja en el pasado. Estoy seguro de que ella no sabe cómo es él en realidad y tengo miedo de que se deje llevar por lo que le diga, ya que me gustaría que se quedara trabajando conmigo mucho tiempo más. Incluso pensé en crear un departamento de arte y proponerle dejar esto del matrimonio falso, sin importar que tenga o no ese hijo para mí. Aunque sé que permanecer en la misma casa que Paula sería un problema para Vi, puesto que, aunque le explique a mi ex que no habrá nada entre nosotros, seguirá insistiendo hasta hacer desaparecer a Violeta; y no voy a permitirle eso.

–¿Comemos pastel? –me preguntó Violeta abriendo la puerta de mi despacho y no pude evitar sonreír.

–Claro, pero ¿no prefieres cenar? –pregunté mientras movía los documentos que tenía sobre el escritorio.

–Esta será la cena –dijo ella y no pude negarme.

La última vez que cené pastel fue cuando estaba en la universidad; Violeta traía muchas cosas de mi pasado y las refrescaba dándome un momento grato cada vez que hacía este tipo de cosas.

–Te quería preguntar. ¿Posarías para mí? –la miré sin entender.

–¿Dices que quieres que sea tu modelo? –pregunté mientras tomaba el último bocado de pastel y bebía agua.

–Estuve en contacto con algunos docentes y este año tendré que hacer muchos trabajos complicados, los que me llevarán demasiado tiempo y pensé que podría adelantar algunas cosas. En caso de que si quedo embarazada no pueda hacerlo –me explicó ella, sonaba razonable. Y me gustaba que tuviera en consideración nuestro acuerdo; por momentos se notaba la madurez de su carácter.

–¿Cuándo te gustaría que lo hiciéramos? –le pregunté dispuesto a ayudarla.

–Será cuando estés libre, pero debes tener en cuenta que deberás posar mucho tiempo, ya que son muchos los trabajos que tengo que hacer –me advirtió y le aseguré que no tendría problema con eso mientras ella pudiera soportar verme–. ¿Qué quieres a cambio?

–¿Por qué pediría algo? –pregunté confundido.

–Me gustaría pagarte el favor de alguna manera –dijo y tuve que volver a advertirle que era importante que tuviera cuidado con lo que decía.

Finalmente, fuimos a su estudio y comenzó a dibujar mientras estaba sentado sobre un pequeño banquillo. Pude ver su trabajo; estaba lleno de vida, era muy alegre y lleno de color por lo que tuve que preguntar.

–¿Cómo es que haces piezas tan bellas y alegres? –me miró y me explicó que era una persona muy emocional, por lo que su trabajo solía reflejar eso–. ¿Quieres decir que estás feliz?

–No sé por qué, pero cuando estoy triste solo puedo pintar así –dijo y la miré sorprendido–. Si me siento muy feliz el cuadro parecerá algo tétrico para la mayoría de las personas. Incluso mis padres me llevaron a la psicóloga cuando era solo una niña porque temían que me pasara algo. La psicóloga les explicó que el arte tiene diferentes maneras de expresar lo que está en la cabeza del artista.

–Eres maravillosa, Vi –le aseguré y noté que se sonrojó.

No sé cuánto tiempo pasamos ahí, pero mirarla hacía que no tuviera importancia, ya que gracias a eso pude observar algunos gestos que hacía los cuales eran muy interesantes, me gustaba.

–Pararemos para descansar. Podemos seguir mañana cuando tengas tiempo –dijo ella y miré mi reloj. Habían pasado más de tres horas, no lo podía creer.

–Bebamos algo antes de ir a dormir –dije y me miró sorprendida–. Si no quieres puedo ir solo.

–Está bien, no sabía que eras de beber por la noche –me causó gracia.

–Cuando tengo una agenda apretada no lo hago, no soy muy bueno bebiendo –le aseguré–. Pero, estas son mis vacaciones. Hace más de cuatro años que no me tomo tiempo para mí.

–¿Tanto tiempo? No deberíamos estar encerrados todo el día. Podríamos salir y hacer algo – dijo y me gustó su idea.

–Mañana vamos a pasear por la zona si quieres –le dije y le mostré la barra–. ¿Qué te sirvo?

Autora: Osaku