Atada A Un Alpha

El amanecer llego iluminando sus cuerpos desnudos cubiertos por las sabanas, abrazados sintiendo su calor, Maximiliano podía sentir los latidos del corazón de Talia justo en la palma de su mano, de esa forma se despertó sintiendo el aroma de su cabello suelto, visualizando la curvatura de su cuello, la mujer estaba plácidamente dormida entre sus brazos. Acomodo su cabello hacia un lado dejando en completa visibilidad su cuello, luego le dio un pequeño beso antes de apartarse de ella para poder levantarse, Talia hizo un ruido quejumbroso en el momento en que el aparto su brazo, pero luego volvió a dormir profundamente, Maximiliano se sentó y la miro por unos minutos.

Era la primera mujer con la que tenía sexo y luego se quedaba a dormir toda la noche abrazados, la mayoría de las veces él prefería irse y dejarle la habitación a la dama, no le llamaba la atención el estar pegado a una persona durante tanto tiempo, acto que no llego a interpretar si quiera con la mujer que había durado más tiempo soportándolo que era Alondra, era irónico el pensar que ahora lo haya hecho con Talia, no una, sino dos veces, aunque la primera fue un error y no se encontraba en sus cinco sentidos, esta vez fue diferente. Pensar que ahora esa mujer era su esposa, el hombre que jactaba de repudiar el simple acto del matrimonio, ahora estaba casado y el pensar en ello, no era algo que le causara molestia, por alguna extraña razón.

Se levantó de la cama y cubrió los hombros de Talia con las sabanas, la mujer se acurruco sintiendo la suavidad de la tela, luego esbozo una pequeña sonrisa de comodidad.

-          Parece una niña – dice Maximiliano sonriendo

 Camino al baño para ducharse, al terminar salió de allí, verificando que la mujer aún seguía dormida, miro por la ventana el excelente día que estaba haciendo, así que decidió salir por un rato a estirar las piernas antes de desayunar.

Llego al lugar y se sentó en una de las mesas en el lado de la terraza, quería sentir los rayos del sol en su cuerpo, por algún motivo se sentía con demasiada buena energía, en seguida un mesonero se acercó a él.

-          Buenos días seño, ¿Qué desea ordenar?

-          Por ahora solo quiero un café negro–le dice al hombre – aunque ordenare dos desayunos para la suite matrimonial – le dice mientras el hombre toma nota

-          ¿Algo más? – le pregunta

-          No, eso sería todo – le dice mientras observa el paisaje de la ciudad que le brindaba la terraza a esa altura, la brisa fresca y el cielo azul despejado, sin duda un día perfecto.

-          Enseguida le traeré su café señor – le dice el hombre retirándose del lugar.

Maximiliano disfrutaba de su bella mañana cuando apareció una persona indeseada sentándose a su mesa.

-          Maximiliano Hillcen – dice la mujer de forma seductora mientras se sienta a la mesa – había escuchado que te casaste, incluso los programas de chismes publicaron un hermoso video de la ceremonia – le dice – debo admitir que casi vomito al verlo, no hay nada más falso que ver a un hombre que no desea casarse fingir que quiere hacerlo – le dice sonriéndole de forma provocativa – debo tomar nota de tu esposa para saber cómo se las arregló para amarrarte – le dice riendo.

-          ¿Qué quieres Isadora? – la mujer con falta de decoro era Isadora Larrain, uno de los mayores errores cometidos por Maximiliano en una de sus noches de pasión, la mujer resultó ser una acosadora, obsesionada por algún extraño motivo con él.

-          Que frio eres, ¿Cómo puedes hablarle de esa forma a una antigua amante? – le dice fingiendo estar ofendida

-          Solo fueron dos noches, un error catastrófico, si me permites decirlo – le dice Maximiliano

-          El error catastrófico es que un hombre libertino como tú se haya casado – le dice sonriendo, luego mira alrededor – que, por cierto, ¿Dónde dejaste a tu querida esposa? – le dice en forma de burla – ¿tan rápido te deshiciste de ella?, pobre chica en que manos ha caído – le dice riendo

-          Tan sínica como siempre – le dice Maximiliano

-          Por favor, ¿no pretenderás que crea que te casaste porque la amas? – le dice mirándolo – te puedo apostar, que ninguna ni siquiera una de tus miles de amantes, cree si quiera por un segundo que has salido del mercado, incluso te has vuelto más provocativo de lo que eras antes de casarte – le dice riendo

-          Gracias por compartir la información Isadora – le dice levantándose de la silla – ahora debo volver con mi esposa – le dice tomando su teléfono de la mesa.

-          Señor, aquí está su café – le dice el mesonero colocando la taza en la mesa.

-          Ya no lo quiero – le dice al hombre – de igual forma cárguelo a la cuenta, envié el otro pedido a la habitación – le dice mostrando seriedad, la tranquilidad que sentía se había visto opacada por esa mujer.

-          Si señor – le dice el hombre colocando el café nuevamente en la bandeja

-          Nadie cree en esa ridícula actuación de esposo Maximiliano – le dice Isadora mientras el hombre abandonaba el lugar.

Regreso a la habitación hecho una furia, Isadora siempre sabia como amargar sus días con su sola presencia, fue hasta el balcón, respiro profundo, tomando una gran bocanada de aire, tratando dejar salir el mal rato, luego volteo hacia la cama y vio a Talia dormida de forma placida, camino hacia ella y la mujer abrió sus ojos.

-          Buenos días – le dice al verlo, parecía que aun quería seguir durmiendo.

-          Buenos días – le responde sonriendo - ¿dormiste bien? – le pregunta, mientras la mujer se sienta y estira su cuerpo.

-          Sí, me siento relajada – le dice, luego toma rápidamente la sabana para cubrirse.

-          ¿Por qué te cubres? – le dice Maximiliano riendo – olvidas que ya te he visto desnuda, además soy tu esposo no debes sentir vergüenza – le dice

-          Es la costumbre - le dice apenada, en ese momento tocan la puerta de la habitación - ¿Quién podría ser? – pregunta Talia

-          Debe ser el desayuno – le dice Maximiliano mientras camina hacia la puerta y la abre – Muchas gracias, yo tomare esto – le dice al personal tomando el carrito de pedido, luego cierra la puerta – Bien, hora de desayunar – le dice llevando la bandeja hacia la cama y colocándola frente a Talia.

-          ¿Pediste todo esto? – era mucha comida

-          No sabía que te gustaría así que – le dice – come lo que más te guste – le dice sonriendo

-          Muchas gracias, es la primera vez que me sirven el desayuno en la cama – le dice sonriendo

-          Me alegra entonces ser el primero – le dice sonriendo, sintiendo como la paz que sentía, volvía con solo mirar la sonrisa de esa mujer.