Esta historia trata sobre un hombre muy poderoso y con enormes riquezas, pero con el corazón de hielo…
Y una mujer rechazada desde su nacimiento, pero con el corazón lleno de calor…
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Capítulo 18
GUSTAV
Permanezco de pie, mirando fijamente la puerta cerrada. El silencio en la sala pesa. Liam entra apresurado, preocupado, ya hablando:
Liam: Ella salió muy nerviosa.
Gustav: Lo sé. La presioné demasiado... Pero no puedo dejar que desista.
Liam: Comprendo.
Gustav: Liam. Asegúrate de que llegue a salvo.
Liam: Sí, señor.
ELLA
Camino apresurada. Mis pasos resuenan en el mármol del edificio. Tan pronto como paso por las puertas de vidrio, tomo el celular con las manos temblorosas y llamo a Asha.
Ella: Asha... estoy yendo a casa. Espérame, por favor.
Asha: ¿Estás bien?
Ella: No. Pero voy a estarlo.
Cuelgo. Entro al coche. Mis ojos se llenan de lágrimas. Me trago el llanto, intentando parecer firme frente al conductor.
Tan pronto como llego, entro y dejo caer el bolso con fuerza en el suelo. Las lágrimas se deslizan finalmente sin control.
Asha: ¿Quieres té, vino... o una almohada para golpear?
Ella: Tal vez los tres.
Asha me atrae a un abrazo apretado. Me derrumbo, llorando en su hombro. Todo lo que contuve durante el día ahora sale a la luz.
Me quedo con Asha, en su habitación, hasta quedarme dormida, ella permanece a mi lado, en silencio, solo sosteniendo mi mano. Es ese tipo de presencia que sustenta, sin palabras, sin preguntas, solo presencia.
Me duermo allí, como una niña exhausta después de un día demasiado largo.
Y me despierto con la luz de la mañana invadiendo la habitación, me quedo despierta, acostada de lado, encarando el vacío. No sé si dormí o solo cerré los ojos para huir un poco.
Respiro hondo. Hoy es el día. El día en que necesito dar una respuesta que puede cambiarlo todo.
Me siento despacio, miro al suelo por algunos segundos... Y me preparo para levantarme. Porque huir no es una opción.
Asha se mueve entre las sábanas y, al notar que estoy despierta, se sienta lentamente, aún soñolienta.
Asha: No dormiste, ¿verdad?
Ella: No mucho.
Nos quedamos en silencio por algunos minutos.
Asha: Y entonces... ¿ya sabes qué vas a hacer?
Respiro hondo, cierro mis ojos por un instante, después encaro a Asha.
Ella: Voy a aceptar... Voy a aceptar casarme con él.
Asha me observa por algunos segundos, sorprendida, pero sin juzgar.
Ella: No es por él. Ni por el contrato, ni por la imposición... Es por Lilly. Ella me pidió... con la mirada, con cada gesto... que yo cuidara de ellos. Y yo prometí, no voy a quebrar esa promesa. Aunque duela, aunque sea difícil.
Yo soy todo lo que ellos tienen ahora.
Asha: Eres más fuerte de lo que imaginas, ¿sabías?
Ella: No sé si es fuerza... o terquedad.
Asha: Es amor. Y lealtad. Eso asusta a quien no lo tiene. Pero yo estoy aquí. No vas a pasar por esto sola, ¿oíste? Vamos a arreglar ese cabello, levantar esa cabeza, y entrar allá no como alguien que fue comprada... Sino como una mujer que está decidiendo, por cuenta propia, honrar algo que nadie más tuvo coraje de cargar.
Ella: Gracias... por ser mi suelo.
Sonreí por primera vez aquella mañana. Una sonrisa tímida, cansada, pero verdadera.
Asha: Siempre. Ahora vamos, tienes un matrimonio para aceptar y dos corazones pequeños para proteger.
Ella: Tienes toda la razón.