LA FAMILIA OLVIDADA DEL CEO

El amanecer se filtraba por las cortinas del gran ventanal, tiñendo la habitación de un tono dorado.

Las aves comenzaban a cantar en los jardines de la mansión Mars, y el murmullo lejano de la ciudad despertando se mezclaba con el susurro del viento.

Dalila Rosales abrió lentamente los ojos, por un instante no supo dónde estaba, el techo era demasiado alto, las paredes pintadas delicadamente y tan pulcras, la cama demasiado cómoda y las sábanas demasiado suaves para ser las de un alojamiento militar a lo que estaba acostumbrada.

Una punzada de dolor en la cabeza la hizo fruncir el ceño y salir del ensueño con el que miraba la habitación.

La resaca le recordaba que había bebido más de la cuenta el día anterior, algo muy poco común en ella.

Se dio la vuelta en la cama y entró en pánico al ver quién dormía a su lado, el corazón le dio un vuelco, temerosa de que la acusara como lo había hecho seis años atrás, intentó levantarse, pero Julio la sujetó con fuerza, atrayéndola hacia su pecho.

Con voz ronca, aún adormecida, murmuró "Cariño… todavía es temprano. Duerme un poco más" Su nariz se hundió en su cabello, respirando su aroma.

Dalila frunció el ceño "¿Dónde está el arrogante de mi esposo? Quizás ni sabe a quién está abrazando…" pensó.

Aun así, se arriesgó, ya habi pasado por eso. Se acurrucó en su pecho firme y cálido, permitiéndose disfrutar, aunque fuera por un instante de aquella sensación, grabándola en su memoria como si fuera un recuerdo robado.

Sus dedos comenzaron a delinear inconscientemente el abdomen de Julio, trazando las líneas marcadas bajo la tela.

Él, sin abrir los ojos, le tomó la mano con suavidad y la guió más abajo descaradamente.

Dalila asustada quito su mano de allí, sus mejillas ardieron, y con la voz entrecortada exclamó "Eh… yo no quise meterme en tu cama te lo juro, no sé qué sucedió. Yo no sé" Necesitaba defenderse antes que la acuse como lo había hecho antes.

Julio sonrió, encantado con su desconcierto y el sonrojo de las mejillas de su esposa.

"Entonces hace seis años, cuando concebimos a nuestro querubín, sí te metiste en mi cama" dijo con picardía, solo para provocarla.

Dalila lo fulminó con la mirada "¡Claro que no! ¿Quién querría meterse contigo?... No soy como esas mujeres con las que te acuestas, que te mueven la cola como perros a sus dueños" replicó.

Inmediatamente, tomo distancia, apartándose de él y cruzando los brazos.

Julio la observó divertido :¿Me estás reclamando, señora Mars? ¿Y si te doy la oportunidad de acostarte conmigo y también moverme la cola?"

Dalila abrió los ojos con desconcierto ante tal sinvergüenza que tiene ese hombre "¿Quién te está pidiendo oportunidad?" respondió sin titubear "No me interesas, ni siquiera estás en mis pensamientos"

Él soltó una risa breve "Umm… si bien recuerdo, anoche me llamaste y me rogaste que fuera a verte" presumió, mintiendo con descaro, seguro de que ella no recordaría nada.

Dalila abrió los ojos, incrédula "¿Qué? ¡Seguro estás mintiendo! Yo no te llamaría nunca" replicó, intentando recordar lo sucedido la noche anterior.

Julio alzo la ceja "No te estoy mintiendo cariño. Te muestro el historial de llamadas, si gustas y me dejas de llamar mentiroso" contestó Julio, buscando su celular.

Dalila exasperada lo detuvo "Está bien, no hay necesidad" avergonzada soltó un suspiro "¿Cómo llegué aquí?"

Julio se incorporó un poco y la miró con serenidad, pero por dentro seguía burlándose de la mujercita "Me llamaste, fui a tu trabajo a buscarte, te traje a la mansión y dormimos juntos" explicó con naturalidad.

Dalila se quedó pálida "No puede ser… ¿me trajiste cargada? ¿Quién te vio? ¡Qué vergüenza" gritó, llevándose las manos al rostro.

Julio contuvo la risa "Sí, te cargué en mis brazos. Hablé con el general para que me permitiera el ingreso"

La expresión de Julio de pronto cambió, y con un dejo de celos preguntó "¿Hay algo de malo? ¿Acaso tienes a alguien que no debería verte conmigo?" Con reproche le recordó "Eres mi esposa Dalila Rosales"

Dalila con molestia e incredulidad le pregunto

"¿Es en serio Julio Mars? tú reclamando. Y si fuera asi ¿No es lo mismo que has hecho durante estos años?"

Julio sintió los celos recorer todo su cuerpo, pero se quedó callado, ella tenía toda la razón.

Dalila se calmó un poco y volvió a responderle "Me preocupa mi reputación, recuerda que debo ser un ejemplo a la sociedad" hizo puchero.

A Julio le volvió el alma, no se imagina a su esposa con otro hombre, ¿es machista pensar asi?, si lo es, pero ahora no volverá a cometer los mismo errores.

Dalila se dio cuenta que no traía su uniforme, con voz baja y avergonzada "¿Acaso fuiste tú quien me cambió?" preguntó.

Julio volvio en sí y sonrió con orgullo "¿Quién más crees que lo haría?, claro que fui yo, jamás permitiría que alguien toque tu cuerpo o lo vea"

Dalila apretó los labios, incómoda al saber que él la había visto desnuda.

Para desviar las sinvergonzonadas de su marido, pregunto por su uniforme "¿Dónde está mi ropa?"

Julio se dio cuenta de las intenciones de Dalila, pero esta vez lo dejo pasar, ya su esposa estaba demasiado apenada "La deseché. Estaba vieja y desgastada, esa ropa es horrible" contestó sin un atisbo de culpa.

Un golpe con la almohada lo tomó por sorpresa "¡Cómo te atreves imbécil! ¡No debiste hacerlo!" gritó ella, con los ojos enrojecidos.

Ese uniforme representaba años de servicio, sacrificio y orgullo.

Julio alzó las manos arrepentido "Calma, mi amor. No la tiré, es mentira lo que dije, la dejé en el cesto de ropa sucia para que la laven, no recuerdas que hasta vomitaste" aclaró con voz suave.

Dalila suspiró, tratando de controlar su enojo y a la vez la vergüenza, como fue posible que Julio la viese en esas condiciones.

Apenada se levanto de la cama, observaba la habitación con desconfianza, buscando cualquier rastro de otra mujer, pero todo estaba ordenado, impecable…

Julio la miró con una mezcla de ternura y desconcierto; la inocencia de Dalila lo desarmaba.

Se levanto también de la cama, se acercó despacio a ella y sin perder tiempo la rodeó con los brazos y la besó, probo esos labios que lo tentaban.

Dalila no preparada para el momento, aún sorprendida, mantenía los ojos abiertos.

Julio sonrió entre sus labios "Cierra los ojos, mi amor…" susurró y nuevamente la volvió a besar, esta vez mas largo y profundo.

La falta de experiencia de Dalila le paso factura, la mujer coloco las manos en el pecho de Julio y lo aparto, el aire le falto y por poco se ahoga.

Nadie la había besado, no recordaba lo ocurrido en su primera vez con Julio, de modo que, en su memoria, este se sentía como su primer beso.

Una parte de ella fue feliz y la otra parte, temerosa, temió que todo fuese un espejismo.

Recobró el aliento y lo miró a los ojos "¿Dónde está mi pequeño? Lo extrañé muchísimo, quiero verlo: expreso con anhelo.

Julio aun con los brazos rodeándola, le sonrió "Lo se cariño" dijo él, levanto su mano y acaricio la mejilla pálida de Dalila "Déjame ir a buscarlo, no puedes salir así, solo con mi camisa"

Dalila, poco acostumbrada a esas atenciones, asintió "Está bien... ¿Puedo usar tu ducha y alguna camisa tuya?"pregunto.

Julio le dio un beso breve y añadió " No necesitas pedir permiso" replicó con suavidad "También es tuyo, recuerda que somos esposos... Iré a buscar a nuestro hijo y ropa para ti" dijo saliendo de la habitación.

Dalila sonrió, vio salir al bombón de su marido, el porte y la elegancia de ese hombre la tenía enamorada, pero jamás se lo diría a ese presumido y arrogante.

Fue al baño, hizo sus necesidades y se metió a la ducha, dejando que las gotas del agua la relajen.

Después de varios minutos, salió de ducha renovada, con una toalla se seco el cuerpo y otra la utilizo en la cabeza para secar su cabello.

Tomo la camisa de Julio entre sus manos y la llevo a la nariz, no tenia idea de que perfume usaba ese hombre, pero le encantaba el aroma.

Con cuidado se la coloco sobre su cuerpo, luego salió a esperar que Julio llegue con la ropa que le ofreció.

Mientras estaba sentada sobre la cama, la puerta se abrió de golpe: Aron asomó su pequeña cabeza, al reconocer a su madre, sin dudarlo, corrió hacia ella con una enorme sonrisa.

"Mamá… ¿a qué horas llegaste? Papá dijo que había una sorpresa para mí, ¡pero no pensé que eras tú!" exclamó Aron, emocionado, después de llenarla de besos y sus bracitos descansaban sobre los hombros de Dalila.

"Mi niño hermoso, mamá ya está aquí. Parece que mi pequeño se ha portado muy bien" dijo Dalila; sus ojos desbordaban amor por su querubín "Por cierto, ¿dónde está tu padre?"

"Ya estoy aquí, cariño. ¿Me extrañaste? Solo fueron como cinco minutos" intervino Julio con malicia juguetona, recostado en el marco de la puerta, aún con la bata de dormir: Encantado la vista que tenía al frente.

"Nunca dije que te extrañé. Solo preguntaba por qué el ambiente tenía tanta paz… y era por tu ausencia" replicó Dalila, perdiendo la calma con la insolencia de su marido.

Julio sonrió; estaba por responder cuando una empleada interrumpió "Señor Mars, llegó esto para usted" dijo, entregándole unas bolsas de ropa y zapatos

"Vaya, qué eficientes" respondió él, recibiéndolas. Con una mirada le indicó que se retirara, ahora solo tenia atención para su esposa e hijo.

Con bolsas en manos, se adentró a la habitación y acercó "Mi pequeño, no canses a mamá, ya estás pesado. Ve a ver si el desayuno está listo" Tomó a Aron de los brazos de su madre y lo dejó en el suelo.

Aron frunció el ceño, celoso por tener que compartir a su mamá con su papá "No demoren" dijo, saliendo con un puchero.

"Esto es para ti, por el momento. Luego llamare que traigan a la mansión más modelos para que elijas" anunció Julio con una sonrisa, entregándole las bolsas a Dalila.

"Gracias… pero no hay necesidad de comprar más. En la base militar tengo" respondió ella, con cierta pena "Además, ¿cómo sabes mi talla?"

"Claro que necesitas más ropa. Y pues… anoche te medí con mis manos" bromeó él.

Dalila abrió los ojos, indignada "¡Eres un sinvergüenza!" le gritó, lanzándole las almohadas.

"Solo con mi hermosa esposa" replicó Julio, atrapándo las almohadas y dejandolas caer a la alfombra "Ahora te dejo. Te esperamos abajo para desayunar"