Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.
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La noche en la que nos dejamos llevar.
Thalía apenas había entrado a la habitación cuando la puerta se cerró de golpe detrás de ella.
—¿Dónde estabas? —la voz de Adrián la cortó como un cuchillo.
Ella se giró, sin entender por qué el tono acusador.
—En la universidad. Te lo dije esta mañana.
—¿Y después de la universidad? —La miró con los ojos llenos de furia contenida—. ¿También era parte de tus clases revolcarte con tu amiguito en el parque?
—¿Qué…? ¿Me estás siguiendo?
—¡No necesito seguirte cuando tú misma exhibes mi apellido como si fueras una maldita celebridad! —soltó, alzando la voz—. Te vi, Thalía. Te vi con él. Y lo peor no fue eso, fue ver que llevaste a mi hija a conocerlo como si fueran una familia feliz.
Thalía frunció el ceño, retrocediendo un paso.
—No tienes derecho…
—¡Tengo todo el maldito derecho! —interrumpió con rabia—. ¿Qué clase de hipócrita eres? ¿No eras tú la que me gritaba que no daba el ejemplo correcto con mis aventuras? ¿Y tú qué haces? ¿Te das paseos románticos con otro tipo y llevas a Amelia como si fuera tuya?
Ella apretó los puños, temblando.
—No te atrevas. No te atrevas a decir que la uso. Amelia me importa más de lo que tú jamás has demostrado.
Adrián se quedó en silencio.
— ¿Ella realmente te importa? —dijo ella, dolida—. Porque para ti, Amelia es un recordatorio, una obligación, un accesorio. Yo no necesito ser su madre biológica para amarla más de lo que tú la has amado en tres malditos años.
—¡CÁLLATE! —gritó, pero su voz se quebró.
Thalía se quedó congelada.
Adrián respiraba con dificultad, como si algo dentro de él estuviera a punto de romperse. Y lo estaba.
—¿De verdad crees que esto se trata solo de Amelia? —continuó él, bajando un poco la voz pero con la misma furia en los ojos—. ¿Que estoy molesto porque la niña fue al parque contigo? ¡No, maldita sea! ¡Estoy furioso porque te vi sonriendo con él como no lo haces conmigo! Porque llevaste a mi hija a compartir un momento con alguien que no soy yo… y eso me jodió, Thalía.
Thalía dio un paso adelante, el corazón latiéndole con fuerza.
—Entonces ¿esto se trata de tu ego? —dijo en voz baja pero firme—. Admítelo, Adrián. Estás celoso.
—No. No, no, no… —negó, pasando las manos por su cabello, desesperado—. Esto no debería estar pasando. Tú no deberías importarme. ¡Tú eras solo un acuerdo!
—Y tú eras solo un hombre amargado que quería una esposa decorativa —espetó ella, furiosa—. Un idiota que creía que yo iba a quedarme callada mientras me gritabas o ignorabas. Pero sabes qué, Adrián, no soy tu muñeca. No soy tu adorno. Y si me enamoro, no será de alguien como tú.
Esas palabras lo destruyeron. Lo tocaron donde más le dolía.
—¡¿Y de Joshua sí, cierto?! —estalló—. ¡Ese idiota! ¿Te gusta que te escuche, que te mire como si fueras la mujer perfecta? ¿Es eso lo que quieres, Thalía? ¿Un tipo que te diga lo que quieres oír?
Ella lo miró fijamente, sin retroceder.
—No. Quiero a alguien que no me odie por existir.
Silencio.
Adrián bajó la mirada. Su mandíbula temblaba. No por debilidad. Sino porque por fin, después de tanto, algo en él se estaba rompiendo.
—Yo no te odio… —susurró—. Me odio a mí cuando estoy contigo. Porque tú haces que me sienta vulnerable. Que quiera ser alguien que no sé si puedo ser. Me haces cuestionar todo. Y yo no sé amar, Thalía. No fui hecho para eso.
Ella sintió un nudo en la garganta. Pero no dijo nada. Esperó.
Él alzó la vista. Y la miró como si verla doliera.
—Pensé que eras perfecta porque no me importabas. Porque podías estar aquí sin moverme nada. Sin hacerme sentir… esto.
Dio un paso más, casi susurrando:
—Y ahora no puedo sacarte de mi maldita cabeza. No puedo soportar la idea de perderte, aunque me empeñe en destruirte.
Y fue ahí donde todo cambió.
Thalía lo miró, con los ojos húmedos, la respiración contenida. Porque esas palabras no eran bonitas. No eran dulces. Eran reales. Crudas. Duras. Y verdaderas.
Adrián la miró, respirando agitadamente, sus ojos ardiendo por algo que ni él entendía.
—Yo no quería que las cosas sucedieran así… —murmuró, con el pecho alzándose con fuerza—. No quería, joder.
Thalía tragó saliva, el corazón bombeando con fuerza.
Ahora me vuelves loco. —continuó él, avanzando hacia ella, como si cada palabra le costara la vida—No soporto verte con nadie más. No soporto esta sensación en el pecho cuando no estás. Me estás desarmando, Thalía. Y no sé cómo manejarlo.
Ella retrocedió hasta que su espalda tocó la pared.
Adrián la alcanzó, sin tocarla, pero tan cerca que podía sentir su respiración agitada.
—No estoy diciendo que esté bien —susurró—. Pero si me vas a destruir… hazlo completa.
Y entonces la besó.
Furioso. Dolido. Apasionado.
Como si el mundo fuera a arder esa noche.
Thalía lo empujó al principio, pero sus manos temblaban. Todo en ella gritaba que no debía caer en ese fuego…
Pero ya estaba ardiendo desde hacía tiempo.
La tensión explotó. El resentimiento, la ira, los celos, la pasión contenida…
Las caricias eran bruscas, el deseo desbordado. Se buscaban con rabia, se reclamaban con los labios, se respondían con el cuerpo. Era un choque de almas rotas, de orgullo herido y sentimientos que ninguno había querido aceptar.
Las ropas cayeron como testigos de una guerra emocional. No buscaban placer, buscaban consuelo. Buscaban entenderse en medio del caos.
Y cuando, finalmente, quedaron enredados bajo las sábanas, sin palabras, solo respiraciones entrecortadas…
Ambos quedaron en silencio.
Respirando fuerte.
Mirándose como si acabaran de cometer un pecado que cambiaría todo.
Thalía rompió el silencio
—Adrián…
Pero él ya no la miraba a ella. Tenía la mirada fija en el techo, como si buscara respuestas entre las grietas invisibles de la habitación.
Se sentó al borde de la cama, tomándose el rostro con ambas manos. Y entonces, sin mirarla, sin suavidad alguna, murmuró:
—Esto fue un error.
Las palabras cayeron como piedras.
Thalía parpadeó, atónita, sintiendo que algo dentro de ella se quebraba.
—¿Qué…? —empezó a decir, pero su voz se apagó.
Adrián se puso de pie, recogiendo su camisa del suelo sin apuro, sin emoción.
—No debió pasar —continuó, como si cada palabra fuera un castigo para él mismo—. Yo no… no sé qué estoy haciendo contigo, Thalía.
Ella lo miró, envuelta en la sábana, con el corazón latiéndole con fuerza, como si no supiera si pelear o llorar.
—¿De verdad vas a hacer esto? ¿Después de todo…?
—¿Después de qué? —interrumpió él con frialdad, volviéndose a mirarla. Tenía el rostro serio, las emociones ocultas tras una máscara que se colocó como un escudo—. Esto no significa nada. Fue un momento. Un desliz. Los dos estábamos… confundidos.
—¿Confundidos? —repitió ella, con una risa amarga que le dolió en la garganta—. ¿Eso fue para ti? ¿Una confusión?
Adrián apretó la mandíbula, desviando la mirada.
—Tú me estás volviendo loco —confesó de pronto, casi con rabia—. No eres parte de mi plan. Nunca lo fuiste. No debería importarme si estás o no, si sonríes con otro, si Amelia te mira como si fueras su madre. ¡No debería dolerme! Pero lo hace. Y odio sentir eso. Odio sentirme débil contigo.
Se acercó un poco, mirándola con algo de rabia y dolor.
—Así que hazme un favor, Thalía. Olvida esto. Haz como si no hubiera pasado.
Ella lo miró con lágrimas ardiéndole detrás de los ojos, pero no iba a llorar delante de él.
—Está bien —dijo en voz baja, tragándose cada palabra como veneno—. Lo olvidaré.
Y sin más salió de la habitación.
Tiago ya eres grande para dejarte envolver como niño creo q los padres q te dio la vida te han enseñado valores ojalá no te corrompas con esa persona q dice ser tu padre , Thalía y Joshua hicieron mal al no decirte la verdad por cuidar tu ntegidad , ahora quien sabe lo. Q te espera al lado de este demonio