*Amor sin edad * es una novela romántica con toques de comedia, que narra la historia de Juliana, una joven soñadora que se enamora de Francisco, el mejor amigo de su padre. A través de situaciones cómicas y agridulces, Juliana enfrenta la realidad de un amor aparentemente imposible, marcado por la diferencia de edad. Francisco, un hombre encantador y seguro de sí mismo, se ve atrapado en un dilema emocional cuando empieza a notar los sentimientos de Juliana.
La historia también introduce a Nicolás, un amigo cercano de Juliana, quien confiesa su amor por ella, creando un triángulo amoroso lleno de humor, malentendidos y momentos tiernos. A lo largo de la novela, los personajes reflexionan sobre el amor, el destino y las decisiones que nos llevan a encontrar la felicidad, todo envuelto en un tono ligero y entretenido.
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Capítulo 14: Un Nuevo Comienzo
Juliana despertó con una sensación de claridad que no había sentido en semanas. Durante los últimos días, su mente había sido un torbellino de emociones y pensamientos. Pero ahora, todo parecía más claro. Se sentó en la cama y miró por la ventana, viendo cómo los primeros rayos de sol iluminaban la ciudad. Era un nuevo día, y con él venía una nueva perspectiva.
Había pasado mucho tiempo analizando sus sentimientos, tratando de descifrar lo que realmente quería. Sabía que tenía dos hombres maravillosos en su vida, cada uno con cualidades que admiraba y apreciaba. Nicolás, con su alegría contagiosa y su lealtad inquebrantable, había sido un pilar en su vida durante los últimos meses. Y Francisco, con su experiencia y su forma de ver el mundo, había sido alguien que admiraba desde siempre. Ambos eran especiales para ella, pero de maneras muy diferentes.
Mientras se vestía, Juliana se dio cuenta de que la respuesta que había estado buscando no era tan complicada como pensaba. No se trataba de elegir entre dos personas, sino de elegir qué tipo de vida quería para sí misma. Había pasado tanto tiempo preocupándose por lo que los demás pensaban y esperaban de ella, que había olvidado lo que realmente quería.
Con esa nueva claridad en mente, Juliana decidió que era hora de tener una conversación con ambos. No era justo seguir manteniéndolos en un limbo emocional, y tampoco era justo para ella misma. Quería empezar este nuevo capítulo de su vida con honestidad y sin arrepentimientos.
Llamó primero a Nicolás, y luego a Francisco, pidiéndoles que se encontraran en el parque donde solían pasear juntos. Ambos accedieron sin dudarlo, aunque la curiosidad y la ansiedad eran palpables en sus voces. Juliana no podía evitar sonreír ante la idea de cómo se desarrollaría la conversación.
Al llegar al parque, Juliana vio a Nicolás primero. Estaba de pie junto a un banco, jugando con las llaves de su moto mientras esperaba. Al verla, levantó la vista y le sonrió de esa manera cálida y despreocupada que siempre lograba tranquilizarla.
"Hola, Juli," la saludó mientras ella se acercaba. Juliana le devolvió la sonrisa y se sentó junto a él en el banco, sintiendo cómo la ligera brisa matutina acariciaba su rostro. Nicolás la miró, esperando que ella iniciara la conversación, pero antes de que pudiera decir algo, vio a Francisco acercándose por el camino.
Francisco caminaba con paso decidido, aunque en su rostro había una mezcla de preocupación y curiosidad. Cuando llegó al banco, se detuvo, miró a Nicolás y luego a Juliana. Hubo un momento de tensión, pero Juliana rompió el silencio con una risa ligera, sorprendiendo a ambos.
"Bueno, chicos, gracias por venir", comenzó, mirando a los dos hombres a los ojos. "Sé que todo esto ha sido un poco complicado y confuso, pero he tomado una decisión, y creo que es lo mejor para todos".
Francisco y Nicolás intercambiaron miradas, cada uno tratando de ocultar su nerviosismo. Juliana los observó y, por un momento, se dio cuenta de lo ridículo que había sido todo esto. Había permitido que su vida se convirtiera en una especie de telenovela, cuando en realidad, las cosas eran mucho más simples.
"Nicolás, Francisco", continuó Juliana, "quiero agradecerles a ambos por todo lo que han hecho por mí, y por estar a mi lado durante este tiempo. He aprendido mucho sobre mí misma, y también sobre lo que realmente quiero en la vida".
"Y… ¿qué es lo que realmente quieres, Juliana?" preguntó Nicolás, tratando de sonar casual, pero sin poder ocultar del todo su ansiedad.
Juliana sonrió suavemente. "Lo que quiero es vivir mi vida con libertad, sin sentir que estoy obligada a tomar una decisión que no estoy lista para tomar. Me he dado cuenta de que no necesito estar con alguien para sentirme completa o feliz. Por ahora, quiero centrarme en mí misma, en mis metas y en mis sueños".
Francisco asintió lentamente, procesando lo que Juliana decía. "Entonces, ¿esto significa que...?"
Juliana levantó una mano para detenerlo. "No significa que no valore lo que tenemos. Significa que quiero que nuestra relación evolucione de manera natural, sin presiones. Y lo mismo va para ti, Nicolás. Nuestra amistad es importante para mí, y no quiero que nada cambie eso".
Nicolás se recostó en el banco, soltando un suspiro aliviado, pero también un poco decepcionado. "Supongo que eso tiene sentido. Siempre has sido una chica independiente, Juliana, y eso es parte de lo que me gusta de ti".
"Exacto", añadió Francisco, relajándose también. "Y es admirable que sepas lo que quieres y no tengas miedo de perseguirlo".
Juliana rió, agradecida de que ambos tomaran la noticia con tanta madurez. "Además", continuó con una sonrisa juguetona, "no quiero que ustedes dos se sigan peleando por mí. Parecían dos niños discutiendo por un juguete".
Francisco y Nicolás se miraron y, tras un breve momento, no pudieron evitar soltar una carcajada. La tensión entre ellos se desvaneció en el aire, reemplazada por una sensación de camaradería y alivio.
"Así que", dijo Francisco, levantándose del banco, "¿amigos?"
"Amigos", coincidió Nicolás, extendiendo la mano.
Juliana observó cómo los dos hombres estrechaban manos y sintió que un gran peso se levantaba de sus hombros. Había tomado la decisión correcta, y estaba feliz con ello. Más aún, sabía que tenía dos personas increíbles en su vida, que la apoyaban y la entendían.
"Bueno, ahora que todo está claro", dijo Juliana, poniéndose de pie, "creo que es hora de celebrarlo. ¿Qué les parece un desayuno? Invito yo".
"Eso suena genial", respondió Nicolás, y Francisco asintió con entusiasmo.
Los tres caminaron juntos por el parque, hablando y bromeando como si la tensión de las últimas semanas nunca hubiera existido. Juliana se sintió libre, más libre de lo que se había sentido en mucho tiempo. Sabía que este era solo el comienzo de una nueva etapa en su vida, una en la que podía ser fiel a sí misma y a sus deseos.
A medida que caminaban hacia la cafetería más cercana, Juliana no pudo evitar reflexionar sobre lo absurdos que pueden ser los sentimientos juveniles. Se dio cuenta de que había aprendido mucho de todo esto: sobre el amor, la amistad, y, lo más importante, sobre sí misma.
El humor y la ligereza con la que ahora veía la situación la hacían sonreír. Había dejado atrás la confusión y la indecisión, y ahora estaba lista para lo que viniera, ya fuera una nueva amistad, un romance, o simplemente, la emocionante aventura de ser quien realmente era.
Y mientras avanzaban, bromeando y riendo, Juliana supo que, sin importar lo que el futuro le deparara, estaba lista para enfrentarlo con la misma valentía y alegría que había encontrado en sí misma.
Cada autor tiene el derecho de contar la historia que desea, y la ausencia de contenido sexual no desmerece la obra. Es esencial respetar el trabajo ajeno, especialmente si una novela no se ajusta a los gustos personales. Criticar sin comprender la intención detrás de una obra suele provenir de quienes no han experimentado el reto de escribir. La literatura es un arte en todas sus formas, y cada historia tiene su lugar y propósito.