Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
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Capitulo XXIII Enemigos al acecho
Elena se sentía asfixiada ante las miradas de todos los presentes, nunca pensó que estar en ese lugar la haría sentir así.
“Ester, necesito algo de aire fresco, ahora regreso”, Elena no podía decirle mamá a Ester, ella no podía perdonarle que dejara botada a su otra hija, sea por la razón que fuera, Elenita era de su propia sangre y no merecía que la dejarán de lado.
Elena salió del salón, llegó al jardín donde respiro profundo y observó las estrellas, estaba por empezar una etapa peligrosa en su nueva vida, tenía que estar centrada y sin distracciones innecesarias. Estaba ordenando sus ideas, cuando una voz masculina que le erizaba la piel cada vez que la escuchaba la trajo de nuevo a la realidad.
“Quien diría que eres hermana de mi Elena”, comento Diego atrayendo la atención su atención.
“Señor Miranda. Déjeme decirle que no me agrada verlo”, Elena era muy directa y no se iba a detener en decir lo que pensaba.
“En cambio, para mí es un placer volver a verte. Aunque nunca imaginé que fuera en esta situación”, dijo Diego con voz firme.
“Claro, era mejor verme como la oportunista que quería seducirlo imitando a su amada Elena Del Castillo”, la manera tan sarcástica en la que había pronunciado el nombre sé su amada, hizo que Diego mostrará una mirada oscura.
“Así es, Elena Del Castillo, la verdadera Elena, fue, es y será siempre mi verdadero y único amor, a las demás solamente las utilizo para satisfacer mis necesidades”, después de decir esas palabras Diego se arrepintió, esta joven lo sacaba fácilmente de sus casillas.
“Gracias por la información, lo tendré presente. Aunque déjeme decirle señor Miranda que yo también tuve un único amor y al igual que usted los demás hombres que he conocido solo los he utilizado para pasar el tiempo”, Elena volvió al salón dejando a Diego sin palabras, ella sonrió de manera cínica mientras caminaba hasta el interior del restaurante.
“Ester me voy a retirar, han sido muchas emociones juntas y me duele la cabeza”, señaló Elena.
“Está bien hija, le voy a decir al chófer que te lleve de vuelta a la casa”, respondió Ester con una sonrisa.
“Gracias”, Elena se levantó y fue a la salida.
En las mesas contiguas estaban sus primos y sus tíos, estaban sorprendidos por la revelación que esa noche, nadie se lo hubiera imaginado, ese secreto lo tenían bien escondido. El más sorprendido era Leandro, ya que tenía un secreto que lo estaba atormentando y ahora estaba lleno de dudas.
“Padre es increíble que los tíos nunca nos hablaran de su supuesta hija perdida, esto está muy sospechoso”, Iván miraba a la joven salir del salón, mientras decía aquellas palabras.
“No sé que se propone Augusto con esto, pero sea lo que sea no se saldrá con la suya”, respondió Leandro con una mirada oscura.
En esa misma mesa estaban Camila Amelia y Melisa, quienes miraban a Elena con ojos de odio, la llegada de esta chica echaría para atrás todos sus planes, especialmente los de Amelia, pues se dio cuenta en como Diego miraba a esa mujer. Esta vez ella no perdería ante ninguna Elena, así que debía adelantar sus planes.
Mientras la familia de Elena planeaban como deshacerse de ella, Diego la siguió con la mirada, al darse cuenta de que se estaba retirando decidió ir tras de ella. Tenía que arreglar sus desaciertos y hacer que Elena lo viera de una manera diferente.
“¿Puedo llevarte?”, la ronca voz de Diego hizo que Elena se detuviera en seco.
“No es necesario, ya mi chófer viene a buscarme”, respondió Elena fríamente.
“Mi auto ya llegó, por favor permite que te lleve a casa”, insistió Diego admirando la belleza de esta Elena.
“No señor Miranda, ya le dije que estoy esperando a mi chófer”, volvió a repetir, pero ahora mirándolo con rabia.
Diego iba a decir unas palabras, pero fue interrumpido por Ester quien estaba buscando a su hija. “Elena mi amor, el chófer tuvo un percance con el auto y no podrá llevarte, lo siento, pediré un taxi para ti”.
“No es necesario, Ester, también estoy por irme si quieres yo puedo llevar a tu hija a la mansión”, intervino Diego con amabilidad.
“¿Estás seguro hijo?, no quiero molestarte”, respondió Ester con una falsa vergüenza.
“Yo me estoy ofreciendo, así que no me estarías molestando”, indico Sergio de forma descarada.
“¿Acaso yo estoy pintada? Ester prefiero que llames al taxi, no quiero molestar al señor que seguramente tiene muchas cosas que hacer”, respondió Elena de manera cortante.
“Elena ya basta de tu malcriadez, me sentiría más segura si vas con Diego.
“No te preocupo antes. Que quede claro, estuve solo durante veinte años y nada me pasó, creo que puedo seguir así”, Elena era muy cruel en sus palabras, pero ella pensaba que si les permitía inmiscuirse en su vida terminaría como antes.
“Elena Del Castillo ¿qué forma es esa de hablarle a tu madre?, si Diego se está ofreciendo a llevarte, entonces te subes al carro y te vas con él y no se discute”, Elena volteo a ver a su papá quien estaba furioso, pero ella no le tenía miedo, así que lo enfrentó.
“Augusto, acaso soy una niña para que me den órdenes, estás equivocado, yo soy libre y si quiero me voy caminando y punto”, respondió Elena con ironía.
“Augusto entendió que está joven no era su Elena, así que cambió la táctica con ella, no podía permitir que nada le pasará, pues ya tenía planes con la hija de Ester.
"Está bien pequeña, se que no es la forma de pedir las cosas, por eso quiero que por favor permitas que Diego te lleve, nos preocupa que algo te ocurra, no queremos perder a otra hija, nosotros confiamos en Diego y por eso estaremos más tranquilos si vas con él”, Elena sabía que Augusto solo estaba tratando de manipularla y solo para no seguir esa estúpida discusión acepto que Diego la llevara a casa.