Ander Hernández, un futbolista nacido en cuna de oro, decide ocultar su apellido para construir su carrera sin la sombra de su influyente padre. En su camino, conoce a Dalia Molina, una mujer que desafía los estándares tradicionales de belleza con su figura curvilínea y sus adorables mejillas.
Dalia, que acaba de sufrir una pérdida devastadora, se enfrenta al reto de sacar adelante a su madre y a su hermana menor. Pero su mundo da un giro inesperado cuando un hombre, tan diferente de ella en apariencia y situación económica, irrumpe en su vida, alterando todos sus planes.
A pesar de sus diferencias, tanto físicas como sociales, los corazones de Ander y Dalia laten al unísono, mostrando que, aunque sean polos opuestos en muchos aspectos, comparten lo más importante: un espíritu noble y un amor que trasciende todas las barreras.
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Parte 21
Dalia
El silbato final sonó, y el estadio estalló en aplausos. Nos habíamos coronado campeones. La emoción era indescriptible.
Quería correr hacia mi novio, pero lo veía a lo lejos, lleno de emoción, le sonreí cuando nuestros ojos chocaron, ambos conocíamos el amor del otro. Siempre podíamos entendernos con la mirada, siempre estaba eso entre nosotros, la química pura.
Vi al capitán del otro equipo dirigiéndose hacia nuestro entrenador, furioso y gesticulando. Empezaron a discutir, y rápidamente me acerqué para intervenir.
—¡Esto es una farsa! ¡Ustedes son unos tramposos! —gritó el capitán, empujando a nuestro entrenador.
—¡Cálmate, esto es solo un juego! —le dije, tratando de calmar la situación.
Mala mía por decirle a un jugador de fútbol profesional que solo era un juego.
Me empuja con bastante fuerza que me aturde un segundo porque me hace retroceder varios pasos.
—Tú eres una mujer, se nota que ni haces ejercicio, no es tu lugar, cerdito —Lo único que veo es Ander dándole un golpe en el rostro, todos nuestros compañeros lo detienen.
—¡Vuélvelo a decir! —Grita furioso —No te metas con ella, no la insultes, que al menos tiene más pelot*as que tú y yo juntos, cobarde.
El hombre se levanta furioso y nadie lo detiene para darle un golpe a Ander en el rostro.
Todo se vuelve un desastre, seguridad tiene que intervenir para frenar la pelea.
Terminamos en una oficina, muy distinguida, un hombre mira todo estresado.
—¿No se podían comportar por unos segundos? Tuvimos que detener toda la ceremonia por la pelea —No mira al capitán, nos mira a nosotros, enarco una ceja, ¿era o se hacía?
—Me ofende que nos esté mirando a nosotros cuando el que inicio todo fue este hombre —Señala al capitán del equipo contrario.
—Aun así, tampoco fue que su asistente haya dicho que solamente era un juego.
—¿Le salí a deber? —No dudo ni un segundo en contestarle, todos me giran a ver —¿Me quiere echar la culpa por ser mujer? ¿por ser un cerdito cómo dijo su amigo? —Me cruzo de brazos con una sonrisa burlona —. Porque ya sé de donde lo reconozco, ha estado en fotos con ese —Señalo al que golpeo la cara hermosa de Ander.
—Señora, en ningún momento dije eso —Me mira fijamente, pero yo no quito mi sonrisa burlona, ¿quería apostar cuándo podía ganar?
—Primero que todo, no siempre se necesita decir las cosas explicitamente, después de todo somos seres pensantes que captan las cosas, que nos hagamos los ciegos es una cosa totalmente diferente —Sonrió esta vez más cordial. —Lo segundo es que, si nos llega a poner una multa o algo parecido, le voy a destruir por completo la carrera a su favorito, porque usted sabe que los rumores pueden dañar muchas cosas y lamentablemente yo para eso si estoy buena, todo se grabó, ¿usted cree que no saldrá al aire?
Puedo notar la tensión del hombre, incluso del capitán.
—Oh, ¿No lo pasaron tanto? —Suelto una risa —. Creí que eran más inteligentes, me equivoque, mi error.
Rabia, sus ojos estaban llenos de ese sentimiento.
—¿Qué quiere?
—Saldré a hablar y a decir que simplemente fue un pequeño error de esa persona, que jamás atacaría a una mujer o le diría cosas groseras, porque es alguien respetable —Alzo mi dedo índice —Con una condición o bueno, dos.
—¿Qué es?
—La mitad del dinero que va a ir los segundos campeones, irán para nosotros, pero no se hará público, ¿por qué? —Señalo a mi novio —Mire lo que le hizo a su cara, es mi cosa favorita de él, además de otras cosas.
—¿Y qué más?
—Ah, van a tener que firmar un contrato, de que si llegan a decir algo, nos van a tener que pagar, el triple de lo que dieron sumado el dinero de campeones y subcampeones.
—Elegiste una loca de asistente —Se gira a ver el entrenador, este mira con una sonrisa mientras se encoge de hombros totalmente despreocupado.
—Ahora me tiene que dar el 60%, solo dejo que me digan así mis amigos, de resto nadie más —Sonrió feliz.
Finalmente, los organizadores anunciaron el inicio de la ceremonia. La multitud estalló en aplausos y vítores, y los focos se encendieron, iluminando el campo con una luz brillante y festiva. Los jugadores del equipo contrario fueron los primeros en subir al podio para recibir sus medallas de plata. Aunque algunos aún mostraban signos de frustración, la mayoría aceptó su premio con dignidad.
Me miraban de reojo, mientras aplaudía a mi gran equipazo, que había dado lo mejor de ellos, sentí como alguien me abrazaba, era Olivia.
—¡Hermana! ¡Ganaron! —Me rio mientras asiento, los chicos se giran a vernos y saludan con la mano a mi hermana y mi mamá que se hizo conmigo.
Luego llegó nuestro turno. Uno a uno, fueron llamados al podio. La emoción en el aire era palpable mientras los aficionados coreaban nuestros nombres. Ander subió primero, su figura alta y firme destacándose bajo las luces. Recibió su medalla con una sonrisa amplia, y el público estalló en aplausos cuando levantó el trofeo de campeón. La imagen de él sosteniendo el trofeo, con su sonrisa radiante y los flashes de las cámaras, quedará grabada en mi memoria para siempre.
No sabía que era a todos quienes les daban medallas y demás, pero también me llamaron, la típica foto de ganadores y se descontrolaron porque fueron hacia mi mamá y mi hermana para festejar.
Gritos, saltos, de todo para festejar que habíamos ganado la copa América, cada uno volvería a su respectivo club, ahora Ander tendría que decidir si iría a firmar con algún equipo europeo o se quedaría para pensar todo mejor.
Eso era el fútbol, no sabía cuando ibas a ganar o cuando ibas a perder.
—¡Señora Molina! —Muchos periodistas estaban en una fila para entrevistar —¿Es verdad que usted es la novia del arquero Hernández?
Iba a responder, después de todo no era algo malo, pero veo como mi novio camina firme, hacía a mí y me roba un beso, un beso profundo, para abrazarme por los hombros.
—Futura esposa, en realidad —Gritos de la multitud que estaba escuchando, yo sonreí para asentir.