Entre El Control Y La Pasión~

Thailor caminaba con el corazón latiendo con fuerza mientras se acercaba a la oficina de Dimitrei. El espacio que lo recibía al cruzar la puerta, majestuoso y elegante, solo aumentaba su nerviosismo. La decoración sobria pero imponente reflejaba el poder del hombre que lo esperaba adentro.

Para Thailor, un empleado que apenas comenzaba a hacerse un nombre en la empresa, una reunión privada con Dimitrei Uvarov era un honor, pero también un desafío monumental. Más aún, después de haber presentado ante el hombre que encabezaba uno de los imperios más grandes de la industria.

La ansiedad se apoderaba de él. Su mente repasaba cada palabra, cada gráfico de su presentación. ¿Lo había hecho bien? ¿Se le habría escapado algún error crítico? A pesar de haber practicado hasta el cansancio, el nerviosismo no dejaba de perseguirlo mientras cruzaba el umbral hacia la oficina, donde Dimitrei ya lo esperaba, de pie junto a un enorme ventanal, observándolo con una mirada firme e impenetrable.

Dimitrei, quien pasaba la mayor parte de su tiempo en Rusia, rara vez visitaba la sede en América. Este hecho no hacía más que aumentar las dudas en la mente de Thailor. ¿Por qué estaba Dimitrei allí en esa ocasión? ¿Sería para señalar algún fallo que otros habían pasado por alto?

La puerta se cerró tras él con un leve chasquido, y Dimitrei, sin moverse, le indicó con un leve gesto que tomara asiento en un sofá cercano.

—Siéntate allí —ordenó el alfa, su voz baja pero autoritaria.

El peso de su mirada hacía que Thailor se sintiera expuesto, como si cada uno de sus secretos estuviera al descubierto. Tragó saliva, intentando mantener la compostura mientras obedecía.

—¿Cometí algún error en mi presentación, señor? —preguntó, intentando que su voz sonara tranquila, aunque por dentro sentía cómo todo en él temblaba.

Era el momento que había anticipado y temido al mismo tiempo. Esperaba alguna señal, cualquier cosa que le diera un indicio de lo que Dimitrei pensaba.

Dimitrei caminó con calma hacia él y se sentó en el sofá frente a Thailor, inclinándose hacia atrás con aparente relajación. Sus ojos seguían fijos en él.

—Hiciste un buen trabajo. Diría que fue impecable —dijo finalmente, su tono tan neutral que a Thailor le costaba leer sus intenciones—. Sin embargo, hay algo que quiero de ti.

El alivio que sintió Thailor fue casi palpable, pero la incertidumbre no desaparecía. ¿Qué podría querer Dimitrei de él?

—¿Es algo relacionado con el trabajo? ¿Voy a ser trasladado? —preguntó con cautela, su mente buscando posibles explicaciones.

Dimitrei no respondió de inmediato. En cambio, se quedó mirándolo un momento más, como si estuviera evaluando cada aspecto de Thailor antes de hablar.

—Espera a mi asistente —dijo al fin, con un tono que no dejaba espacio para objeciones—. He solicitado tu expediente y tomaré una decisión después de revisarlo.

El tiempo pasó lentamente. Después de unos minutos, Tony, el asistente de Dimitrei, entró en la oficina con una carpeta gruesa en la mano. La entregó sin decir palabra, y Dimitrei la tomó, comenzando a hojearla con detenimiento.

Thailor observaba en silencio, sintiendo cómo la tensión crecía a cada segundo que Dimitrei pasaba revisando los documentos. ¿Qué estaba buscando? Sabía que había sido contratado tras un proceso de selección exigente, pero ahora empezaba a dudar si había algo en su historial que pudiera haber escapado a su control.

Veinte minutos parecieron una eternidad mientras Dimitrei examinaba cada detalle, y Thailor comenzaba a preguntarse si también estaba revisando su caótica historia familiar. Aquellos recuerdos de su padre, la maraña de problemas legales y las disputas sobre la herencia eran temas que prefería olvidar.

Finalmente, Dimitrei cerró la carpeta y la dejó sobre la mesa. Sus ojos volvieron a fijarse en Thailor, quien sostuvo su mirada, consciente de que la franqueza era lo que Dimitrei valoraba en sus interlocutores.

—¿Te gusta trabajar aquí? —preguntó Dimitrei de repente.

—Por supuesto. Trabajar aquí es un sueño para cualquiera, y yo no soy la excepción —respondió Thailor con sinceridad.

Dimitrei se inclinó ligeramente hacia adelante, y el ambiente en la sala pareció volverse más denso.

—Te voy a ofrecer un trabajo, pero será fuera de tus funciones habituales —comenzó Dimitrei, su tono tranquilo pero cargado de tensión—. Te pagaré mucho más por ello. Pero si no aceptas, tendrás que dejar la empresa.

El mundo de Thailor pareció tambalearse en ese momento. No tenía idea de qué trabajo se trataba, pero el peso de la advertencia de Dimitrei lo golpeó con fuerza.

—Quiero que seas mi pareja exclusiva por un tiempo indefinido —dijo Dimitrei, sin rodeos—. Te llevaré a Rusia, te presentaré a mi padre, y tendrás que cumplir con ese papel hasta que yo decida lo contrario. No acepto un no por respuesta. Si te niegas, deberás dejar tu puesto aquí.

Las palabras cayeron como un martillo sobre Thailor. El aire en la habitación se volvió más denso, y una sensación de incredulidad lo invadió. Necesitaba ese trabajo desesperadamente. Trabajar en la empresa de Dimitrei había sido su mayor ambición, pero esta oferta iba más allá de cualquier cosa que hubiera imaginado.

—Está bien, lo aceptaré —dijo finalmente, aunque la rapidez con la que pronunció esas palabras no reflejaba el torbellino de emociones que lo consumía por dentro. Dimitrei asintió, satisfecho.

Thailor sabía que su vida cambiaría drásticamente, pero lo que le esperaba junto a Dimitrei aún era un completo enigma.

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