Elizabeth trabaja como la asistente ejecutiva de Alexander, el CEO de una empresa muy importante. Él, es un hombre atractivo y exitoso, lo que cualquier mujer podría desear. Elizabeth y Alexander tenían un trato profesional, pero la constante cercanía entre ambos los llevó a iniciar una apasionante aventura.
Pero más pronto de lo que Elizabeth se podría imaginar, Alexander terminó la relación, dejándola a ella con el corazón roto y una sorpresa inesperada. Elizabeth estaba embarazada, temerosa de cómo podría afectar esto a Alexander y negándose a decirle sobre el embarazo, ella toma un avión en busca de iniciar una nueva vida.
¿Qué hará Alexander cuando sepa que Elizabeth se ha marchado?
¿Descubrirá lo que ella oculta?
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SOLO TÚ DECIDES
Pov Alexander
Estaba sentado en mi oficina, mirando fijamente la pantalla de mi computadora, pero mis pensamientos estaban lejos de los números y gráficos que tenía delante. No podía dejar de pensar en Elizabeth y en todo lo que había sucedido. De repente, la puerta se abrió y mi mejor amigo, Eric, entró sin previo aviso.
—¡Alexander! —exclamó, interrumpiendo mis pensamientos.
Levanté la vista y le sonreí, aunque mi sonrisa no alcanzó mis ojos.
—Eric, ¿qué haces aquí? —le pregunté, tratando de sonar más animado de lo que me sentía.
—Vine de visita. Estaba viendo unos negocios con unos socios y decidí pasar por aquí —respondió, acercándose a mi escritorio—. Además, conocí a una nueva socia. Es muy hermosa y atractiva. Siento que haremos grandes negocios juntos.
—Me alegro por ti —dije, intentando mostrar entusiasmo.
Eric me observó detenidamente y frunció el ceño.
—¿Qué te pasa, Alexander? Te ves preocupado y triste —dijo, con genuina preocupación en su voz.
Suspiré y me recosté en la silla, sintiendo el peso de mis problemas.
—Es por Elizabeth —admití, finalmente.
—¿Qué pasó con ella? —preguntó Eric, sorprendido.
—Volvió —dije, sintiendo un nudo en la garganta—. La vi y todos esos sentimientos volvieron. No solo eso, también tiene dos hijos.
Eric se quedó en silencio por un momento, asimilando la noticia.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó finalmente.
—Voy a recuperarla —respondí, con determinación.
—Nunca llegué a conocer a Elizabeth. Solo sabía que mantenías una relación con tu secretaria, pero nunca la conocí —dijo Eric, pensativo—. Pero aún no entiendo del todo por qué terminaste con ella si según la amabas.
Me quedé en silencio por un momento, recordando esos días oscuros.
—Fue una situación complicada, Eric. En ese instante, no tenía claro qué pensamientos ni emociones me invadían. Solo me pareció que lo más sensato era poner fin a nuestra relación en lugar de seguir ocultándola. Creía que, de esa forma, podría protegerla de cualquier problema o dificultad que pudiera surgir. Pero, a pesar de mis buenas intenciones, me di cuenta de que estaba totalmente equivocado. Nunca dejé de amarla —le expliqué, sintiendo cómo la emoción impregnaba cada palabra.
Eric asintió con la cabeza, entendiendo la seriedad y la complejidad de lo que estaba compartiendo.
—¿Y qué harás con Vanessa?.
—Aún estoy resolviendo eso —continué, frotándome las sienes—. Lo primero que hice fue mandar a que me consiguieran las cámaras de seguridad de aquel hotel donde estuve con Vanessa. Necesito comprobar si realmente estuve con ella. Necesito quitarme la duda. Necesito saber si está embarazada o no, y si lo está, debo asegurarme de si el bebé es mío o no.
Eric asintió de nuevo, comprendiendo la gravedad de la situación.
—Amigo, tienes muchos problemas que resolver. Si necesitas mi ayuda, solo dímelo —dijo, con sinceridad.
Le agradecí con una sonrisa débil y me quedé en silencio, pensando en todo lo que tenía que hacer para recuperar a Elizabeth y aclarar mi situación con Vanessa. La vida se había vuelto increíblemente complicada, pero estaba decidido a enfrentar cada desafío.
Eric rompió el silencio de nuevo.
—Por cierto, esta noche hay una cena de bienvenida para la nueva socia. Será en mi empresa. ¿Te gustaría venir? Quién sabe, tal vez hagas algunos negocios también —dijo, tratando de animarme.
—¿En tu empresa? —pregunté, tratando de mostrar interés.
—Sí, será una buena oportunidad para despejarte un poco y pensar en otra cosa —respondió Eric, con una sonrisa.
Asentí, aunque mi mente seguía ocupada con Elizabeth y todo lo que había sucedido. Pero tal vez una distracción era justo lo que necesitaba.
Después de mantener una conversación con Eric, escuché un nuevo golpe en la puerta de mi oficina. Era mi secretaria, Ana, quien me informó que tenía visita.
—¿Quién podría ser? —pregunté, alzando una ceja.
Antes de que Ana pudiera responder, una figura apareció en el umbral de la puerta. Era mi madre.
—¡Sorpresa!
Me levanté rápidamente de la silla y me acerqué a ella para abrazarla.
—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo volviste de tu viaje? —pregunté, lleno de emoción.
—Hijo, hijo, tranquilo. Tantas preguntas. Déja descansar un poco a tu pobre madre, por favor —respondió, con una suave risa.
Después, vio a Eric y también lo saludó, dándole un fuerte abrazo.
—¡Te ves más guapo cada día, Eric! —exclamó ella, con un tono lleno de afecto.
Eric la recibió con un abrazo fuerte y cálido, una sonrisa iluminando su rostro.
—¿Verdad que sí, tía? ¿Cómo te encuentras? —preguntó, mostrando su habitual entusiasmo contagioso.
Luego de unos minutos charlando animadamente, Eric se despidió, dejándome a solas con mi madre. Buscamos un lugar cómodo para sentarnos y comenzamos a hablar sobre su reciente viaje, compartiendo detalles sobre todas las experiencias y aventuras que había vivido.
—¿Papá está al tanto de que estás aquí? —le pregunté, intrigado.
—Aún no lo sabe. Quería sorprenderlo —contestó, esbozando una sonrisa pícara.
Desde siempre, mi mamá ha tenido una habilidad especial para percibir mis emociones; es capaz de darse cuenta cuando estoy bien y cuando algo me preocupa. No pasó mucho tiempo antes de que notara la inquietud que me afligía.
—¿Qué te sucede, hijo? —preguntó con un tono suave y lleno de cariño.
Tomé aire profundamente, sintiendo cómo la tensión aumentaba en mi pecho, y le planteé la pregunta que llevaba tiempo en mi mente.
—Mamá, ¿te molestaría si decidiera cancelar mi compromiso con Vanessa?
Ella me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación, sus ojos reflejaban la seriedad del momento.
—¿A qué se debe eso, hijo? —preguntó ella, con un tono de voz sereno y apacible.
Me quedé en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder. Sin embargo, como era habitual en ella, su sabiduría iluminó la conversación.
—Es tu vida, Alexander. Eres tú quien tiene el poder de decidir qué camino seguir. Si sientes que tu felicidad no está a su lado, entonces no dudes en buscarla en otro lugar. No tienes ninguna obligación hacia ella —afirmó con determinación—. Además, para serte sincera, esa chica no me cae nada bien —añadió, soltando una risa que aligeró la tensión del momento.