Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Entre miradas y decisiones
La noche en la discoteca avanza, pero sigo en el mismo lugar, observando a Valeria desde la distancia. Ella no parece haberme notado, y me pregunto si eso es lo mejor. Tal vez, en el fondo, no esté listo para enfrentarla aún. No después de todo lo que ha pasado. El bullicio de la música y las luces no hacen más que intensificar mi confusión.
Cristian y Fer están hablando animadamente con algunos conocidos, aunque noto que, de vez en cuando, echan un vistazo en mi dirección, probablemente preguntándose qué voy a hacer. Tomo otro sorbo de mi bebida, intentando calmar los nervios, pero no ayuda.
—¿Estás bien, Alex? —me pregunta Cristian, acercándose a la mesa donde estoy—. Has estado callado toda la noche.
Asiento, aunque no estoy muy convencido de mi respuesta. —Sí, solo estoy... pensando.
—Mira, entiendo que estés nervioso, pero tienes que tomar una decisión —me dice, con ese tono directo que siempre tiene—. O vas y hablas con ella, o te relajas y disfrutas la noche. No puedes quedarte atrapado en ese limbo.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —respondo, mirando hacia Valeria de nuevo.
Cristian se ríe suavemente. —Te conozco, Alex. Siempre has sido de pensar demasiado las cosas. Pero a veces solo tienes que dejar de pensar y actuar. No vas a perder nada por intentar.
Le miro, sabiendo que tiene razón, pero aún siento ese nudo en el estómago. Desde el momento en que la vi en la facultad, sabía que este momento llegaría tarde o temprano, pero nunca imaginé que sería así, en una discoteca, en medio de una multitud. El ambiente parece todo menos adecuado para una conversación seria, pero también sé que puede ser mi única oportunidad de verla fuera de la universidad.
Respiro profundamente y me levanto de la mesa, sintiendo la mirada de Cristian y Fer sobre mí. Mi corazón late rápido mientras cruzo el salón hacia donde está Valeria. A cada paso que doy, la distancia entre nosotros se acorta, y con ella, el miedo a su posible reacción se vuelve más palpable.
Cuando estoy a solo unos metros de ella, se gira ligeramente, y en ese momento nuestras miradas se cruzan. Su expresión cambia. Parece sorprendida de verme aquí, y no estoy seguro de cómo interpretar ese cambio en su rostro. No parece molesta, pero tampoco parece emocionada de verme.
—¿Alex? —dice finalmente, con un tono que no reconozco del todo.
Mi boca se siente seca, y me esfuerzo en formar palabras. —Hola, Valeria. No esperaba verte aquí.
Ella levanta una ceja, como si no estuviera segura de qué decir. —Lo mismo digo. No te imaginaba en un lugar como este.
Me encojo de hombros, tratando de sonar casual. —Cristian y Fer me arrastraron aquí. No suelo venir a estos sitios.
—Lo sé —responde, y por un momento, hay una pequeña chispa de complicidad en su voz, como si recordara los días en que solíamos hablar de nuestras preferencias.
El silencio entre nosotros se alarga, y por un segundo me siento como si estuviera de vuelta en esos incómodos momentos después de nuestra ruptura, cuando cada palabra se sentía cargada de algo no dicho. Siento la necesidad de romper el hielo, de decir algo que alivie la tensión, pero no sé por dónde empezar.
—Te ves bien —digo finalmente, sabiendo que es lo más cliché que podría haber dicho.
Valeria sonríe un poco, pero no es una sonrisa cálida. Es más como una mueca de cortesía. —Gracias. Tú también.
Otro silencio incómodo. Daniela, que estaba hablando con Valeria antes de que llegara, se ha alejado, probablemente intuyendo que este es un momento que necesita privacidad. Estoy agradecido por eso, pero al mismo tiempo, la presión de estar a solas con Valeria solo aumenta.
—¿Cómo has estado? —pregunto, consciente de lo frágil que suena la pregunta.
Ella se encoge de hombros. —Bien. Ocupada con la carrera, ya sabes.
—Sí, lo mismo digo. Medicina no da mucho tiempo para nada más.
Valeria asiente, pero no parece interesada en continuar la conversación. Me doy cuenta de que este no es el lugar adecuado para tener la charla que realmente necesitamos. Aquí, en medio de la música y las luces, no hay espacio para resolver lo que quedó pendiente entre nosotros. Y aunque me muero por decirle lo que realmente pienso, por explicarle todo lo que nunca pudimos aclarar, sé que no es el momento.
—Mira, sé que este no es el mejor lugar para hablar... —empiezo a decir, pero Valeria me interrumpe.
—No creo que haya nada que hablar, Alex —su voz es firme, pero no dura—. Lo que pasó entre nosotros... ya está en el pasado.
Su respuesta me deja helado. No porque no la esperara, sino porque, a pesar de todo, una parte de mí seguía aferrada a la esperanza de que hubiera una pequeña posibilidad de reconciliación. Pero al escucharla decir esas palabras, me doy cuenta de que, al menos para ella, lo nuestro realmente terminó.
—Entiendo —respondo, aunque no estoy seguro de que lo haga de verdad—. Pero si alguna vez cambias de opinión...
Ella me mira con una mezcla de cansancio y algo que no logro descifrar del todo. —Alex, de verdad. No quiero volver a abrir ese capítulo de mi vida.
Esas palabras me golpean más fuerte de lo que esperaba, pero trato de no mostrarlo. Solo asiento lentamente, dándome cuenta de que, al menos por ahora, no hay más que decir.
—Está bien. Nos vemos —digo, intentando mantener la compostura mientras me doy la vuelta y camino de regreso hacia Cristian y Fer.
Siento sus miradas sobre mí cuando regreso a la mesa, y aunque no digo nada, ambos parecen entender lo que acaba de pasar. Fer me da una palmada en la espalda, y Cristian me ofrece una sonrisa de apoyo.
—Hiciste lo que tenías que hacer —dice Cristian, como si intentara consolarme.
Pero no me siento consolado. Todo lo contrario. Me siento vacío, como si algo se hubiera roto dentro de mí. Aunque sabía que las cosas no iban a ser fáciles, escuchar a Valeria decir esas palabras ha hecho que esa esperanza que aún guardaba se desvanezca.
La noche sigue su curso, pero para mí, ya ha terminado.