Dos jóvenes de la misma clase social, pero con diferentes personalidades. Se verán envueltos en una difícil situación. Ambos serán secuestrados, para beneficios de otros. ¿Qué pasará con ellos? ¿Lograrán salir ilesos luego de pasar un proceso traumático? Los invito a leer
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Capitulo 24
Madolyn miró a Edgar desconcertada, de verdad no podía creer que él estaría dispuesto a sacrificarse antes de tener relaciones íntimas con ella. La joven jamás hizo nada por nadie, toda su vida se reducía a complacer sus propios gustos y necesidades. Sin embargo, por primera vez, quería hacer un sacrificio pese a su voluntad. No era sencillo volver a estar con el hombre que la despojó de su virtud despiadadamente, sería repetir la desgracia, aunque ahora ella diera su consentimiento.
Madolyn sonrió, y los demás la miraron confundidos por su actitud. Se acercó a Edgar y le acarició el cabello. — No es necesario, Samuel, Edgar y yo vamos a tener relaciones íntimas.
Si Edgar estaba confundido por la risa repentina de la joven, ahora estaba petrificado por las palabras que expresó. Él no iba a aceptar tremenda insensatez de parte de la joven.
— ¿Qué dices?— inquirió Alondra
— Lo que escuchaste. Él y yo vamos a… tener sexo, ¿No es lo que quieren?
Samuel creyó que se trataba de un plan para engañarlos, y decidió aclarar un punto con la joven. — Madolyn, lamento informarte que si se trata de un fraude, estás perdiendo tu tiempo. Si aceptan estar juntos, mañana el doctor te revisará, y obviamente tendrá que haber esperma en tu parte íntima. Si el doctor no encuentra nada, nosotros tomaremos medidas drásticas.
Madolyn palideció, ciertamente era lo que tenía pensado. Se sentó de golpe en la cama y bajó la cabeza. “Maldición”, exclamó frustrada al sentir que no había manera de llevar a cabo su propósito.
Alondra sonrió a carcajadas.— Ilusa, nos querías engañar.
— Acabemos con esta estupidez, estoy aquí, hagan lo que quieran.— expuso Edgar, decidido a pagar el precio de su negación.
Madolyn levantó la cabeza, y miró detenidamente a Alondra. Le molestaba esa risa de burla y santificación que mostraba felizmente. Sabía que no quería que ella estuviera íntimamente con Edgar, y pensó, “No sé qué pasará esta noche, tal vez me arrepienta mañana, y quizás lamente mi decisión por el resto de mi vida. Pero ahora lo único que quiero es borrar esa maldita risa de burla que tienes en este momento. Desgraciada, infeliz”.
— Perfecto, que el doctor haga su trabajo.— afirmó la joven.
Alondra dejó de reír y contempló a Edgar. Realmente era intrigante imaginar lo que pasaría entre ellos.
— Dudo mucho que…
Alondra fue interrumpida por Samuel.— Amor, dejemos a la feliz pareja para que se pongan de acuerdo en las posiciones que quieren practicar.
Salieron del lugar dejando a Madolyn y a Edgar solos.
Los rehenes se dedicaron una mirada evasiva.
Edgar caminó unos pasos alejándose de Madolyn. Al lado de ella, sentía que era un miserable poco hombre.
Madolyn se acomodó en la cama, nerviosa y preocupada por lo que pasaría a continuación.
No obstante, Edgar seguía firme en con su decisión de no tocarla.
Horas más tarde, ellos seguían en un silencio sepulcral, cada uno en su espacio. Ninguno daría el primer paso, claramente era preferible soportar el castigo.
Madolyn temblaba de miedo, escuchar el ruido de las cadenas, era aterrador. Para ella, Edgar era un hombre guapo, sin duda alguna, pero tener relaciones con él no lo asimilaba, más aún por lo dolorosa que fue su primera vez.
La joven se levantó y fue al baño, al retornar a la cama, Edgar le preguntó.— ¿Por qué les dijiste que vamos a estar juntos sexualmente? Sabes que eso no va a pasar.
Madolyn se acomodó y respiró profundamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, y le contestó.— Estoy cansada de estar aquí, de que crean que tienen derechos sobre mi vida. Ya no puedo más. Únicamente quiero darle lo que piden, para que tú dejes de sufrir maltratos físicos.
Edgar se puso de pie, más no se acercó a ella.— No llores. No te preocupes por mí, voy a estar bien.
Madolyn guardó silencio, y recordó las palabras de Pilar. El objetivo de Samuel y Alondra, era ir cortándoles las extremidades poco a poco a ambos, y de toda manera, iban a lograr que naciera el heredero.
La joven sabía que Edgar no la tocaría en su sano juicio, por esa razón ella tenía que tomar la iniciativa. Si la iban a matar, al menos quería morir con su cuerpo completo.
Edgar fue al baño, al salir se encontró con Madolyn completamente desnuda.
— Vamos a acabar con esto de una buena vez.— dijo la joven con tristeza, cabizbaja, y llena de miedo.
Para el rubio, era una obra de arte verla desnuda. Su cuerpo perfecto lo incitaba a poseerla. A pesar de ellos, Edgar no se atrevería a tocarla.
— Vístete.— le dijo y volvió a la cobija que se hallaba en el suelo.
Madolyn cubrió su desnudez con la bata, y se sentó en la cama a llorar amargas lágrimas.
— No lo entiendes, ¿verdad? No solo se trata de ti. Si no obtienen lo que quieren, mañana uno de nosotros sufrirá la conciencia. No quiero que me corten los dedos.— la joven lloró desesperada.
Edgar se colocó a su lado y le acarició la mejilla, pero Madolyn reaccionó a su tacto, echándose hacia atrás. El rubio negó con la cabeza, evidentemente ella no soportaba estar cerca de él.
Él volvió a la cobija. — Tendremos que soportar el sacrificio.— dijo decepcionado.
— No. Me niego a dejarlos salir con la suya.
— Me encargaré de que sea a mí al que mutilen.
En vista de que Edgar estaba reacio a tocarla, ella se armó de valor y se acomodó a su lado. Lo miró por varios segundos, sin mostrar emociones.
— Madolyn, vuelve a tu lugar.— él estaba nervioso, ella le provocaba excitación, pero debía contenerse.
— ¿De verdad es tan difícil tocarme?
— Sí, joder. No quiero estar contigo. Puedes volver a la cama.— le gritó exasperado.
Madolyn se alejó de él, y empezó a llorar nuevamente. Se acostó y se dio por vencida, quería evitar una desgracia para cualquiera de los dos, pero él se mostraba renuente a ceder.
Edgar, después de gritarle, sintió un sentimiento de culpa quemando su pecho. Se sentó en la cama y le dijo.— Lo siento, no quise gritarte.