Akira un día despertó en el cuerpo de Mei, una princesa ignorada por su esposo el segundo príncipe, ahora Mei dejará de lado a ese esposo suyo y buscará liberarse de ese matrimonio y unirse al ejército de su padre.
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capítulo 12- anhelo de libertad
- ¿pero que demonios te pasa? ¿Te has vuelto loca? Además has hecho que el emperador se ría de mi.
- no es mi culpa que seas un cobarde. Si el emperador me lo permitiera, estaría yendo ahora mismo a dirigir ese ejército.
- tonterías, nisiquiera has de saber usar una arma y seguro te desmayas de al ver sangre.
- creo que hablas de ti, yo se soportar eso, mi padre es el gran general.
Jiro solo frunce el labio y mira por la ventana del carruaje que va de regreso a su mansión. Al llegar, el príncipe baja primero y se apresura a ir a su habitación, mientras que Mei, se queda dentro del carruaje, ojalá pudiera simplemente irse de esa mansión, es tan aburrido quedarse en un solo lugar, en su otra vida siempre viajo por distintos países, además tenía una vida divertida, si tan solo pudiera volver. Baja finalmente del carruaje, aunque camina con pesadez hasta el salón de loto, al llegar mientras se dirige a su cama, se va quitando todos los adornos de su cabello, así como las prendas extras, sin duda, ser mujer en esa época, es cansado aun cuando no hace nada, todos esos adornos en su cabeza, pesaban demasiado.
- ¿todo bien princesa?
- si, espero no tener que ir a ver al emperador, a menos que sea para que me diga que acepta mi divorcio con el príncipe.
- no diga eso, ser divorciada será peor que estando casada, al menos tiene una casa y sus comodidades.
- claro, que gran cosa, ustedes están acostumbradas a este tipo de vida, pero yo no, necesito salir, necesito libertad.
Las sirvientas se miran entre si, sin decir nada, no comprenden como su señora pudo cambiar tanto, siguen sin poder acostumbrarse a ese gran cambio.
Por otro lado, el soldado que siguió a Mei, le va a informar al general sobre lo que pudo averiguar. En su informe decía casi lo mismo que le han contado, pero que los últimos meses ha cambiado tanto, incluso discute con el príncipe seguido mientras que antes lo perseguía rogando por su atención, también menciona que le vio practicando artes marciales, así como el uso de armas.
- la vi y tiene buena técnica.
El general le mira con algo de molestia y el hombre solo trata de sonreír.
- no importa que tan buena sea, sigue siendo la esposa del segundo príncipe.
- el segundo príncipe nunca hará nada, por cierto, hoy paso algo muy interesante.
- ¿en serio? Dime que es.
- el emperador le dijo nuevamente al segundo príncipe que dirigiera el tercer escuadrón, pero de nuevo invento tener problemas de salud.
- no me sorprende, es solo un cobarde.
- pero lo interesante paso ahí mismo. La princesa pidió que fuese enviada ella a dirigir el tercer escuadrón.
Eso si llamo la atención del general.
- el emperador debió estar furioso porque una chica le pidió algo así.
- no, lo tomo bien, pero como era lógico, le negó hacer algo así, es una chica, no importa cuan buena sea.
- supongo...
Aun cuando sea una chica, esa princesa tiene algo interesante, las dos veces que se han encontrado, le llamo mucho la atención, esa manera tan peculiar de ser.
- regresa a vigilar y dime cuando ella vaya sola a la ciudad.
- si general.
El hombre se retira, para ir a cumplir nuevamente con su misión.
Jiro finalmente había podido tener su momento a solas con Sumi, aunque ella, solo se veía incomoda y sin comer nada de lo que le han servido.
- Sumi ¿estás enferma? Puedo llamar al mejor médico.
- ¿eh? Yo estoy bien alteza, agradezco su preocupación.
- entonces ¿que tienes? ¿No eres feliz conmigo?
- y-yo, lo soy, solo he estado algo triste, porque extraño a mi familia, sobre todo porque recién regrese de ahí.
- comprendo, si lo deseas, tu madre puede venir más seguido, podemos ocupar un salón para ella.
- se lo agradezco, pero no creo que pueda venir, debe estar en casa, para servir a mi padre y atender la casa.
Si, ese es su deber, el único deber de una mujer. Suspira un poco y solo bebe un poco del té.
- escuche fue llamado por el emperador. ¿La princesa esta bien?
- lo está, pero la muy loca, se ofreció a dirigir el tercer escuadrón. Solo lo dijo para humillarme ante el emperador.
- quizás lo dijo con buenas intenciones, la princesa es muy buena en las artes marciales, su padre es el gran general después de todo.
- eso no importa, Sumi, si ella vuelve a humillarme, quedaré aun más mal ante el emperador.
- no creo que lo haya hecho a propósito, debió decirlo sinceramente, ella, ha cambiado, la princesa desea poder salir más seguido de la mansión.
- tonterías, lo único que cambio en ella es su actitud, pero debe ser una forma para intentar llamar mi atención, pero sabes que, la dejo seguir porque quiero usarlo como excusa para conseguir el divorcio.
Sumi se mantiene callada, pero ella sabe, que si la princesa llegará a escuchar eso, sería feliz, muchas veces le expreso ese deseo de poder separarse del príncipe e irse a otro lugar, buscar su libertad y hacer lo que ella quiera. Días después, Mei había salido solo con sus sirvientas para ir de nuevo a la tienda de armas, esta vez, desea encargar una armadura a su medida, quiere practicar usando una, por si en algún momento se presenta la oportunidad de luchar; el dueño del local, en un principio se resistió a crear una armadura para una mujer, pero como Mei le ofreció suficiente dinero, este acepto y e hizo que su esposa le tomara las medidas, justo cuando acaba, va a revisar unos arcos, el dueño le dijo que eran nuevos y de muy buena calidad. Fue entonces que, el general entro a ese mismo local.
- la veo de nuevo, princesa.
- ah! Es usted.
Mei solo le miro un instante y regreso su vista a los arcos, estaba estirando uno, pero era muy grande para su estatura, entonces el general le pasa uno más pequeño.
- este va mejor con usted, es ligero, pero resistente.
Mei duda un poco, pero lo toma, poniéndose en pose como si fuese a lanzar una flecha, una pose perfecta a la vista del general que sabe de esas de cosas.
- su padre le enseño a usar el arco.
- ¿eh? S-si, fue él...
Aunque en las memorias de Mei, nunca tuvo buena relación con su padre, pero no puede decir que sabe de eso, porque en su vida anterior, usaba todo tipo de armas.