Casado Con La Bruja De Mi Jefa

Después de la boda, Robert, se reunió en su mansión con su hijo y los socios que planearon que Lidia se casara con Pierre. Pero ahora todos sus planes se fueron al piso y lo peor es que ya habían firmado el presupuesto por seis meses, pensando sacar provecho de este dinero. Pierre Graham estaba desaparecido; lo más seguro es que los guardaespaldas de Lydia lo hayan llevado a un lugar donde no se pudiera interponer en la boda y en la celebración.

Una hora más tarde llegó Pierre a la mansión de Robert.

—Ay, pero hasta que aparece el novio despreciado en el altar… ¿Así de duro te dio que mi sobrina haya dicho que no delante de todos los invitados? Eres un idiota, ¿cómo es eso de que tienes una mujer e hijo en México? —Ninguno de sus aliados sabía ese pequeño detalle. De haberlo sabido, habrían buscado otro candidato sin enredos. Ellos saben de los alcances de Lydia y que no se le pasa nada por alto.

—¡Ya, Robert! ¡Déjame en paz! ¿Ahora qué hacemos? —Pierre no podía creer que todo el plan se haya ido a pique.

—¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? Eres un idiota; obviamente, ya no haces parte del plan. Ahora nosotros vamos a buscar una solución y tú no haces parte. —Robert le contesta y Pierre muere de la rabia.

—Papá, ya tengo la información del tal Antonio Duarte. Es un ingeniero de software y programación. Dueño de Diamond Technology y heredero de la mejor hacienda cafetera de Colombia. Hace dos años vive en Miami en el Brickell Flatiron y conduce un costoso Tesla. Eso fue lo que pude conseguir, pues no tiene redes sociales; es una persona muy reservada. —Dominic les dice lo que pudo investigar de Antonio.

—¿Cuándo conoció Lydia para entablar una relación, si estaba con Graham? ¿Desde cuándo ella sabía que estaba siendo traicionada? Esto está muy raro. —Robert saca sus conclusiones. —Lydia lo hizo por la cláusula, se casó, va a tener el heredero y ahí ya nosotros no podemos hacer nada.

Los recién casados llegaron en la mañana del domingo a Hawái, pero en su lujoso jet Lydia no perdió el tiempo.

El personal a bordo les dio la bienvenida. La bruja de su jefa se casó y la deben atender de la mejor manera.

Lydia se sentó al lado de Antonio en la cómoda silla del jet y la hermosa azafata les brindó dos copas de Taste of Diamonds, la champaña más cara del mundo. Lydia puso algo de música suave y, copa en mano, cruzó su brazo con el de Antonio.

—Ratoncito, quiero hacer este brindis con esta champaña haciendo alusión a tu empresa, la cual sé que vas a posicionar en lo más alto, volviéndose tan cotizada como los diamantes. ¡Salud! —Antonio, muy nervioso, y como pudo, bebió de su copa. Luego la bruja se soltó y puso su copa en la mesa auxiliar. —¿Qué música te gusta? Escoge tú, yo solo escucho hard rock, jazz o instrumental.

—Yo escucho de todo. Lo que ponga está bien; esa me gusta mucho. —En ese momento estaba sonando "Eternal Flame" de The Bangles, la favorita de Lydia.

—Qué lindo, mi ratoncito, esa es mi canción favorita. —Lydia se tomó hasta el fondo la copa y empezó a cantar.

🎶 Close your eyes, give me your hand, darling.

(Cierra los ojos, dame tu mano, cariño)

🎶Do you feel my heart beating?

(Sientes mi corazón latir)

🎶¿Do you understand?

(¿Lo entiendes?)

🎶Do you feel the same?

(Sientes lo mismo).

🎶Am I only dreaming?

(Solo estaré soñando)

🎶¿Is this burning an eternal flame?

(¿Es este ardor una llama eterna?)

Antonio la miraba sorprendido; esa mujer canta como los ángeles. Tiene una voz suave, melodiosa, que no encaja para nada con su personalidad. Tomó de su copa hasta el fondo, extasiado con la interpretación que hacía Lydia.

Cuando terminó, la aplaudió, elogiándola sinceramente.

—Canta muy bien. La felicito. —Lydia le agradeció y sirvió más champaña llenando sus copas.

Así estuvieron el resto de la tarde entre canciones y confesiones. Lydia le explicó bien lo que pasó en la boda, lo cual Antonio no tenía ni idea de que iba a ser así, y no la juzgo por tomar esa decisión. Los juegos de poder son un enigma para él, y aunque entiende su proceder, no lo comparte.

Antonio le contó de Kasandra y cómo lo manipuló dejándolo con su niño recién nacido. Lydia maldijo a la ex de Antonio por cómo se aprovechó de él y abandonó a su propio hijo, y aunque ella estaba haciendo prácticamente lo mismo, al menos Antonio era consciente de eso.

Luego sonó una canción de Bon Jovi y Antonio se unió a Lydia cantando en un perfecto inglés. Las copas del carísimo trago ya les estaban haciendo efecto y Lydia estaba feliz de que su plan estuviera saliendo a la perfección, como todo lo que ella planea.

—Ratoncito, ya es tarde. Vamos a dormir un poco antes del aterrizaje. —Lydia tomó a Antonio de la mano para llevarlo a la habitación. Al pararse se tambaleo a los lados y un ataque de risa la invadió. —Buajajaja, resulté emborrachándome yo en vez de mi Mickey Mouse.

Antonio la ayudó a llegar a la cama y él aprovechó un descuido de la bruja y se metió al baño. Necesitaba despejar su mente y nada más que con un refrescante baño. Por fin se quitó el estorboso traje de novio y se metió a la ducha. Con lo que no contaba es que Lydia también pensaba hacer lo mismo y entró al baño completamente desnuda.

—Qué tramposo es este ratoncito. ¿Acaso querías bañarte sin tu gatita? Te voy a castigar por tu mal comportamiento. —Antonio estaba de espaldas desnudo y cuando escuchó la voz de Lydia, se pegó a la pared de la ducha para que no le viera sus partes. Lydia le acarició las nalgas y se pegó a él por la espalda frotando sus senos.

—Lydia, ¿qué hace? —Antonio estaba sorprendido por la acción de Lydia, sin ningún escrúpulo.

—Relájate, ratoncito. Lo que te voy a hacer es muy rico. Disfrútalo. —Lydia pasa su mano hacia adelante, agarrando el miembro de Antonio con su suave y pequeña mano. —Wow, este ratoncito tiene la cola larga. ¿Cómo será erecta? —Empezó a masajearlo, mientras le daba besos a Antonio en la espalda, en el cuello, en las orejas, haciendo que a Antonio le saliera un gemido, lo cual encendió aún más a Lydia, pues esto indicaba que estaba haciendo un buen trabajo. Así que soltó lo que tenía agarrado y volteó a Antonio para quedar frente a frente y empezó a besarlo. Metió su lengua juguetona y Antonio se empezó a calentar, y su miembro también, aumentando su tamaño y grosor, levantándose imponente.

Lydia sintió cómo la cola del ratoncito se transformó en una larga y fuerte, y debajo de la regadera se agachó para metérsela en su boca.

Antonio estaba muy excitado; con los tragos encima y la forma en que Lydia lo seducía, lo tenía al borde de la locura. Luego que ella empezó a chuparlo, sentía miles de corrientazos en todo su cuerpo, y el calor lo estaba haciendo emocionar más de lo que pensó que podía estar en la primera vez con su ya esposa.

—Mmm, qué cola más rica. Ya quiero probarla en mi interior. —Lydia tomó la mano de Antonio y lo sacó de la ducha; lo hizo sentar en la tapa del inodoro. Este se dejó hacer lo que Lydia quisiera, y sin tiempo a reaccionar, sintió como ella, en un rápido movimiento, se posicionó a horcajadas y lo introdujo en su cálido interior. Antonio dio un respingo de placer, y la bruja empezó sus movimientos de cadera encima de la cola del ratón, apoyándose en los hombros de él y luego, tras varios azotes, se vino en un maravilloso orgasmo.

—¡Ahhh! ¡Me encanta esta cola del ratón! —Solo eso dijo Lydia y Antonio ni era capaz de decir algo; por todo lo que ella le hacía sentir.

Antonio, excitado, tomó control de la situación, tomando a Lydia de las caderas, poniéndola contra el lavamanos y, de un certero movimiento, la penetró mientras le daba mordiscos en la espalda. Fue tanto el placer al sentir el caliente interior de Lydia, que luego de unas estocadas tuvo un espectacular orgasmo llenándola de él.