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Una Mentira, Que Cambió Mi Vida

Una Mentira, Que Cambió Mi Vida

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Embarazo no planeado / Completas
Popularitas:9.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Gabriela

Mary es una chica muy alegre y llena de sueños, aunque desde pequeña enfrentó muchos obstáculos, siempre es optimista y está con una gran sonrisa, buscándole siempre el lado bueno a todo, una día su vida cambiará, aunque al principio todo parece ir de mal en peor, pronto todo eso pasará a ser parte del camino para su felicidad, pues conocerá a su gran amor, aunque eso todavía no lo sabe, acompañame a vivit esa increíble historia, llena de dolor, lágrimas y felicidad.

NovelToon tiene autorización de Gabriela para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Aquel día... todo cambió

Al día siguiente, Mary se levantó como todos los días antes  de que saliera el sol, aunque apenas había dormido, la costumbre la movía casi en automático, bajo y preparó el desayuno para todos, hizo: café para sus padres, pan tostado y un poco de queso que aún quedaba, dejó todo servido en la mesa, se arregló rápido y salió rumbo al trabajo, la mañana era un poco fría, pero con señales de que pronto saldría, eso le despejó un poco la mente, pero aun así sentía un peso extraño en el pecho, como si algo estuviera por pasar, aunque aun no lo comprendía, pensó que solo era el hecho de que no pudo dormir bien.

Al llegar a la pequeña empresa, saludó con su sonrisa de siempre, don Napo estaba allí lo que era muy extraño en él, estaba caminando nervioso de un lado a otro, revisando unos papeles que llevaba bajo el brazo,  Ana y Mónica estaban acomodando cajas en la bodega, en cuanto Mary entró, ambas la observaron con mucha preocupación, ya que desde la conversación de la noche anterior con los padres de la chica, no habían podido dejar de pensar en ella.

—Buenos días, Mary —dijo Ana, intentando sonar tranquila.

—Buenos días —respondió Mary con una gran sonrisa, y pronto se acomodo en su puesto.

Apenas había empezado a ordenar unas carpetas cuando escuchó la voz de Don Napo.

—Mary, necesito que me acompañes a ver unos terrenos —dijo con tono firme, sin siquiera mirarla—. Vamos a comprar para construir unos departamentos, eso  te servirá para aprender, vamos, date prisa niña.

Ana y Mónica se miraron inmediatamente. Algo no les gustó, Mónica, más impulsiva, dijo:

—Don Napo—, yo tengo más experiencia en terrenos, si quiere, puedo acompañarlo, así la compra será buena y Mary puede aprender también.

El hombre se giró de golpe, su expresión pasó de impaciente a molesta.

—No es necesaria su experiencia —respondió con frialdad—,yo mismo le enseñaré lo que necesita, no se meta donde no le llaman, murmuró.

Ana tomó el brazo de Mónica para evitar que respondiera algo más, las dos vieron cómo Mary, obediente y confiada, tomaba su cartera y seguía al hombre, no sospechaba nada, no entendía las miradas cargadas de advertencias que sus compañeras intentaban darle.

El trayecto fue largo, don Napo condujo hacia las afueras de la ciudad, por un camino de tierra rodeado de árboles y montañas, Mary iba mirando por la ventana, distraída, disfrutando del paisaje sin imaginar que ese viaje no tenía nada que ver con terrenos ni con negocios.

—Estamos llegando —dijo él, con una sonrisa entre coqueta y burlona

El lugar era, muy hermoso era un terreno amplio, con pasto alto y una pequeña cabaña de madera al fondo,  desde afuera, parecía abandonada pero mantenía cierto encanto familiar, Mary sintió una tranquilidad extraña al verla, como si el silencio del campo la hiciera sentir bien.

—Vamos a medir —ordenó él mientras descendía del vehículo—. Entra a la cabaña y busca un metro, debe estar por ahí, búscalo niña, pero rápido

Mary caminó hacia la cabaña, empujó la puerta que crujió suavemente, y empezó a buscar, revisó cajones, estantes viejos, una mesa polvorienta… pero no encontró nada, antes de que pudiera salir a avisar, Don Napo entró con paso lento.

—¿Lo encontraste? —preguntó, aunque su tono dejaba claro que no era la verdadera intención de la pregunta.

—No… no hay nada —dijo ella, un poco apenada.

Él sonrió de forma incómoda y levantó dos vasos plásticos.

—Toma, te traje un refresco, hace calor y te servirá para estar más despierta.

Mary, acostumbrada a ver lo mejor en cada persona, no desconfió, se sentó en el viejo sofá de la cabaña y tomo el vaso, lo tomo y era un rico sabor a naranja era su favorito, aunque  demasiado dulce, pero, apenas tomó unos sorbos cuando empezó a sentirse rara era cómo si el mundo se volvía lento, sus párpados pesaban, su respiración se agitaba sin razón, intentó hablar, pero las palabras no salieron completas.

—Me… siento… rara…

Fue lo último que avanzo a decir

Cuando abrió los ojos, no sabía cuánto tiempo había pasado, estaba desconcertada, se encontraba recostada en el sofá, cubierta con una manta blanca, no tenía ropa, su mente era una nebulosa confusa y borrosa, todo daba vueltas, un dolor punzante en su cuerpo la hizo llevarse las manos al pecho, su corazón empezó a latir con desesperación.

—¿Qué… qué pasó? —susurró, sintiendo el pánico apoderarse de ella.

Sus ojos, aún nublados, se abrieron un poco más al notar que no estaba sola, en la esquina de la cabaña, sentado en una silla vieja, había un hombre joven, no era Don Napo, era alguien completamente distinto, un hombre que no llegaba a los 30 años, era alto, atractivo, elegante incluso en ese lugar rústico el resaltaba,  estaba fumando, mirándola como si solo esperara a que ella despertara.

Mary soltó un gemido ahogado, no lo conocía, nunca lo había visto en su vida.

Él escuchó su llanto y habló con total naturalidad:

—No llores… estuviste bien.

Aquellas palabras cayeron como un golpe directo al estómago, Mary sintió un frío recorrerle la espalda, ¿Qué estaba diciendo? ¿Por qué hablaba así? ¿Qué había pasado?

—No… no… —balbuceó, con la voz quebrada—. ¿Qué está… pasando?

El hombre se levantó, extrañado por su reacción,  caminó hacia ella, pero Mary se encogió, cubriéndose con la manta como si eso pudiera protegerla.

—¿Qué te pasa? —preguntó él, ahora frustrado—,tú quisiste esto, tú lo pediste.

Su tono ni siquiera era cruel… era ignorante, como alguien convencido de algo que nunca ocurrió.

Mary empezó a temblar.

—¡Váyase! ¡Váyase! —gritó entre sollozos.

El joven, completamente desconcertado, tomó su chaqueta y su teléfono, no entendía nada, no comprendía por qué ella reaccionaba así, caminó hacia la salida murmurando insultos bajos, y una vez dentro de su vehículo, marcó el número de Don Napo con el ceño fruncido.

—¿Qué demonios pasó? —preguntó apenas le respondieron al teléfono—, la chica está llorando como loca. ¿Qué le hiciste?

Don Napo fingió sorpresa, como si la situación no tuviera nada que ver con él.

—¿Yo? Nada —dijo con una voz extrañamente tranquila—, esa muchacha siempre ha sido rara, me dijo que quería una cita contigo por dinero, que necesitaba ayuda… no sé en qué lío se habrá metido,  seguro ahora se arrepintió, no le hagas caso, estas muchachas son así.

Y siguió inventando mentiras con una naturalidad espeluznante.

1
Marilenis maria vilchez mavares
Exvelente novela corta y con una trama muy buena
Eufrosina Ortiz Martinez
muchas felicidades muy buena historia
Maria Garcia
me encantó su novela
Angie G
Escritora ,no te vayas a tirar la historia,con más cosas desagradables,ella merece ser feliz.
Que la rescaten.
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