Embarazado Del Padre De Mi Ex-novio

Emil

Paul tiene ideas. Algunas son buenas. Algunas son malas. Y otras... son tan descabelladas que siento que tengo que llevarlo a terapia.

— ¡Te juro que si hacemos un mapa con todas las flores raras que venden en la ciudad, podemos rastrear al tipo que te marcó! — exclamó mientras me mostraba su celular lleno de pestañas abiertas.

— Paul, si usás ese cerebro para los exámenes, ya tendrías media beca pagada en Harvard. — murmuré con un suspiro.

Estábamos tirados en el césped del patio de la universidad, mientras Alex masticaba una empanada como si no hubiera drama a nuestro alrededor.

— ¿Y si fue un extranjero? — dijo Alex con la boca llena. — O un narco, o un político poderoso. ¿Y si estás en peligro, Emil?

— ¡No está en peligro! — respondió Paul — ¡Pero hay que encontrarlo antes de que el lazo se active más fuerte!

— ¿La mordida no era solo una mordida? — pregunté cruzando los brazos.

Paul y Alex me miraron como si hubiera dicho que la Tierra era plana.

— Emil... una mordida de unión permanente no es solo un tatuaje con babas. ¡Es un contrato biológico! — explicó Paul con cara de: “este idiota no leyó ni un manual de biología básica”.

Rodé los ojos. No lo iba a decir en voz alta, pero todo eso me daba miedo. Ese alfa... quien fuera que fuera, me había dejado una marca que no se iba, como si me hubiera clavado una cadena invisible.

Y lo peor de todo es que... anoche soñé con él.

No sé cómo explicarlo. No era un sueño común. Era oscuro, caliente, como esos sueños que te dejan sin aire. Había un susurro, una respiración cerca de mi oído, manos que me sujetaban, que me reclamaban.

— Emil... eres mío. — susurró esa voz grave, profunda, y juro que me desperté con la sensación de que alguien me estaba tocando.

Me senté tan rápido que casi me caigo de la cama. Me toqué el cuello: ardía.

No, no era real. Solo era un maldito sueño. No podía estar deseando a ese tipo, ese desconocido, ese... alfa misterioso que probablemente sea más peligroso que simpático.

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— ¡¡Soñar con tu marcaje es señal de conexión!! — chilló Paul como si me estuviera leyendo la mente. — ¡Lo estás sintiendo, Emil! Es el lazo. Está empezando a tirar de vos.

— Capaz soñé eso porque ustedes dos me tienen traumado con tanto hablar del alfa — me quejé, dándole un mordisco a mi sándwich. — ¡Hasta dormido lo tengo en la cabeza!

— O capaz... — empezó Alex con tono burlón — ...te gustó más de lo que querés admitir.

Lo miré con expresión de “te juro que te entierro el lápiz en el ojo”.

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Volví a casa con cara de lunes y espíritu de entierro.

Apenas abrí la puerta...

— Mirá quién llegó. — dijo Karen desde el sofá, limándose las uñas.

— ¿Te pusiste perfume? ¿A quién pensás impresionar? Porque dudo que alguien quiera estar con vos. — agregó Nicol, tomando un café como si fuera la reina del sarcasmo.

— Qué raro. Dos víboras en vez de una. — murmuré, pasando de largo.

— ¿Qué dijiste? — preguntó Karen alzando una ceja.

— Dije que qué suerte que no son tres.

Iba a seguir subiendo, pero escuché a Nicol cuchichear:

— Capaz y sí tiene novio. Algo anda ocultando...

Cerré la puerta de mi cuarto de un portazo. ¿Por qué carajos tenía que vivir con gente que parecía salida de un casting de villanas de telenovela?

Y lo peor de todo... es que, al cerrar los ojos esa noche, volví a sentir esa voz en mi oído.

— Eres mío... Y solo mío no