La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo IX Los inversionistas
Los días seguían transcurriendo hasta que al fin llegó el fin de semana, un fin de semana donde Catalina descansaría del pesado de Enzo que en los últimos días se había vuelto mucho más pesado que antes, era viernes por la tarde y Catalina se estaba preparando para volver a casa, cuando el amargado de su jefe la llamo a su oficina.
— Unos inversionistas vienen a la ciudad y me han pedido que los acompañe está noche, así que hoy seguiremos trabajando. — anunció Enzo sin pensar si Catalina tenía planes o no.
— Está noche, señor?, es viernes y quiero descansar. — expreso, Catalina su desacuerdo.
— Su contrato es claro, debe estar disponible para cuando la necesite. — recordó Enzo sin voltear a ver a Catalina.
Catalina respiro profundo y no salió de la oficina de su jefe, repitiéndose las mismas palabras de siempre, todo es por recuperar lo que le pertenece.
Catalina no estaba vestida acorde al lugar a donde irían y ya no le daba tiempo de ir a cambiar su ropa, no le quedaba de otra que ir así como estaba, resignada a parecer una mosca en la sopa, Catalina entro a la oficina de su jefe.
— Estoy lista, cuando quiera podemos salir. — inquirió Catalina molesta.
— Piensa ir así vestida a una discoteca?, creo que no se vería bien mírese parece una muñeca de centro comercial. — comento Enzo divertido.
— No me dio tiempo de irme a cambiar, así que o voy a si o mejor me voy a mi casa. — respondió Catalina con ironía.
— Me tome el atrevimiento de pedir algo para usted en el almacén, espero y sea de su gusto. — respondió Enzo.
— No debió molestarse, con lo que llevo estaré bien.
Mientras ellos discutían, la secretaria de Enzo llegó con algunas prendas para Catalina, a decir verdad eran demasiadas y a Catalina le pareció exagerada la decisión de Enzo, busco entre esa ropa algo que la hiciera sentir cómoda y al final se decidió por una falda negra corta, la combinó con un top negro, una chaqueta negra de cuero y para completar su look se puso unas mallas debajo de la falda, también busco unos botines no tan altos, pues no sabía cuánto tiempo estaría de pie. Además ato su largo cabello en una cola alta y se maquillo sutilmente, lo bueno era que la oficina de Enzo contaba con su propio baño privado y Catalina pudo asearse.
Al ver que había terminado salió de la oficina, Enzo estaba sumergido entre una montaña de papeles que no le dio importancia a la presencia de Catalina.
— Ahora si estoy lista. — informo Catalina caminando hasta el escritorio.
— Ya nos vamos, espera un momento. — respondió Enzo sin voltear a verla.
Catalina simplemente respiro profundo y camino a la salida de la oficina, iba a buscar sus cosas y a esperar a que Enzo se desocupara, cuando Catalina dio la vuelta Enzo levantó la mirada y se encontró con una maravillosa vista, la figura de su asistente era demasiado perfecta, además ese movimiento de caderas lo hacía imaginar todo lo que le haría a esa mujer, cuando Catalina salió cerrando la puerta tras de ella Enzo salió de su trance y sacudió su cabeza, estaba demasiado deseoso, así que espero un rato a que sus emociones se calmaran, cuando estuvo listo salió en busca de Catalina.
— Es hora de irnos. — dijo Enzo mirando a Catalina.
— Ok. — respondió Catalina poniéndose de pie y agarrando sus cosas.
Enzo volvió a tensarse al ver lo hermosa que era la mujer que tenía frente a él.
— Se ve muy bien. — eligió Enzo.
— Gracias, señor. — respondió Catalina satisfecha con la reacción del hombre.
Salieron de la empresa sin mirar a los lados, nuevamente la recepcionista se llenó de envidia al ver lo hermosa que iba Catalina u además todos sabían que ella u Enzo irían de fiesta con los inversionistas que habían venido al país.
— Quien viera a la toda sería doña frialdad, nunca imaginé que se vería tan bien vestida para una fiesta. — comento un empleado de la empresa.
— Que va, yo la veo igual de insulsa que siempre. — respondió la recepcionista envidiosa.
— Eso lo dices por envidia, tú tienes toda la vida trabajando aquí y el jefe ni los buenos días te contesta y, en cambio, Catalina tiene una semana trabajando aquí y ya hasta con los inversionistas se relaciona. — dijo aquel hombre molestando a la recepcionista.
— Déjame en paz, mejor ve a lamer botas. — dijo la mujer molesta.
Por otro lado, Enzo y Catalina se dirigieron a la discoteca, este lugar era solo para gente exclusiva, Catalina recordó la última vez que estuvo en un lugar así, lo que hizo que su humor cambiará.
— Nuestro lugar está allá arriba, subamos verás como nos divertiremos está noche. — grito Enzo por la música alta.
— No me gustan estos lugares, solo vine por trabajo. — respondió Catalina sin expresión en su rostro.
— Ya veo, entonces salgamos de esto lo más rápido posible. — dijo Enzo molesto por la actitud de ella.
Al llegar a su habitación privada la música era menos ensordecedora y al fin Catalina pudo escuchar sus propias ideas.
— Buenas noches, señores, disculpen si los hicimos esperar. — saludo alegremente Enzo a los inversionistas.
— También vamos llegando, no se preocupe por nada, mejor presenta a tu hermosa acompañante. — indico uno de los inversionistas, este era un hombre de más o menos la edad de Enzo, bastante guapo, pero no más que Enzo, tenía ojos marrones y su cabello era castaño, su cuerpo se veía que estaba muy bien trabajado, pero como siempre a Catalina no le llamaba la atención.
— Ella es una amiga, Catalina, Catalina ellos son Ignacio Rondón y Francisco López, mis mejores amigos. — Catalina quedó sorprendida ante las palabras de Enzo, a caso estos dos idiotas eran amigos del idiota mayor, entonces para que demonios la había traído a ella aquí, si él solito podía hacerse cargo de estos dos.
— Necesito preguntarle algo, pero a solas. — dijo Catalina con una mirada sombría.
— Lo que sea puede esperar. — contesto Enzo sin darle importancia a Catalina.
Esa actitud hizo que Catalina se molestará aún más, ella agarró el vaso de whisky que tenía en frente y se lo tomó de un sopetón, estaba harta de Enzo March, ya no lo soportaba más.