¡Mi suegro mafioso me quiere!

...FIORELLA FERRAZ...

Está sudado, parece que acaba de correr una maratón. Me acerqué con temor, pero quería mucho sentir aquel cuerpo en mi mano. Éste hombre es tan grande que apenas cabía en este sofá, pobre, durmió aquí toda la noche.

— Señor Argo. — susurré de pie a su lado, pero ni se movió.

Aproximé mi mano a su pecho ancho, temblaba como una vara verde. Tenía miedo, era como si estuviera tocando a un león feroz mientras duerme, aún así me acerqué.

— ¿Qué estás haciendo? — me asusté cuando él agarró mi mano antes de que lo tocara.

— Nada, quiero irme. — retiré mi mano que él apretaba.

Él saltó del sofá, me miró fijamente y entró en el baño. Me senté donde él dormía y cerré los ojos para respirar. Mi corazón se aceleró locamente. No debería haberme acercado tanto ni intentado tocarlo, ¿qué pensará este hombre de mí ahora?

No pasó mucho tiempo, salió del baño de prisa y cerrando los botones de su camisa dijo:

— ¡Vámonos! — se acercó a la mesa, tomó su arma y la metió en el pantalón por detrás de su cintura. Yo le seguía loca por salir de allí, quiero darme una ducha, quitarme este vestido pegado a mi cuerpo y sobre todo, despedirme de mi padre y hermano. Ellos regresan a Alemania hoy mismo.

Argo abre la puerta para que entre, los hombres, secuaces también entran. Permanezco en silencio durante todo el trayecto, él hace algo en su laptop, probablemente, dirigiendo el contrabando de armas.

— Papá. — corrí cuando vi a Adalberto esperando en la puerta.

— Hija, ¿cómo pasaste la noche? ¿Estás bien? ¿Dormiste bien?

— Estoy bien, papá.

— Señor Argo, ¡buenos días! ¿Le dio trabajo a Fiorella?

— ¡Buenos días! Adalberto, ¿puede ir a mi despacho? — Argo habló y entró rápidamente, Loretha, que llegaba, se dio la vuelta para acompañar a su esposo.

— Fiorella Ferraz, ¿has vuelto loco al hombre?

— No hice nada, Jonah, ¡lo juro! Él necesita tomar medicamento para la rabia. Parece una hiena salvaje, siempre está de malhumor.

— Hermana, ¿estás llamando al señor Argo hiena salvaje? — rió.

— Respeto con él, hija. No dejes que nadie oiga eso. Voy a hablar con Argo y también quiero hablar contigo. Entra, come algo y ve a tu despacho.

— ¿De qué quiere hablar, con él?

— Lo sabrás. — entramos, mi padre va hasta el despacho de Argo.

— Jonah, ¿de qué quiere hablar papá?

— Quiere cancelar el matrimonio.

— ¿Qué? — di un salto de alegría.

— No te pongas demasiado contenta, seguramente te casará con Victor, pero piensa en el lado bueno, irás a vivir a Alemania con nosotros, mejor que vivir al otro lado del país, ¿no?

— Me las arreglaré para no casarme con Victor, Jonah. Estoy feliz sólo porque mi padre quiere cancelarlo. Pero... Argo lo rechazará.

— ¿Y si lo acepta?

— Regreso con ustedes hoy mismo. — doy más saltos de alegría y abrazo a Jonah, estoy muy feliz.

— Nada como un día tras otro. ¿Puedo saber por qué estás feliz? — Loretha apareció de repente.

— Puedes, sí, mi padre quiere cancelar el acuerdo de matrimonio, Loretha.

— ¿En serio? — parece preocupada.

— Es verdad. — responde Jonah.

— Argo nunca va a aceptar, Fiorella. — desanimo cuando la escucho decir esas palabras. — Ve a darte una ducha rápida y ponte otra ropa para que hablemos.

Asiento con la cabeza y veo a Loretha salir.

— Ve allá, hermana. ¡Buena suerte! — Jonah desaparece de mi vista.

Tomo una ducha y me pongo un vestido floreado. No como nada, tampoco tengo hambre, sabiendo que mi destino está siendo trazado en este mismo momento. Voy hasta la sala donde los dos están conversando, hay un hombre afuera.

— Soy la hija de Adalberto. — él abrió la puerta para que entre.

Hay seguridad hasta dentro de esta casa, una verdadera prisión.

— Papá. — corro y me siento a su lado. Argo alterna su mirada entre mí y Adalberto. Parece menos enfadado ahora, diría... feliz.

...ARGO ROMANOV...

No pude evitar sentir alivio. El padre quiere terminar el contrato de matrimonio y además me pagará por ello. Me emocioné con la propuesta de Adalberto, pero cuando ella entró en la sala, una pizca de rechazo tocó mi pecho. Recordé que se iban hoy mismo y Fiorella se iría con ellos.

- Fiorella\, Argo aceptó la cancelación de este matrimonio con su hijo.

La joven me miró asustada cuando su padre lo dijo, tal vez sin creer que aceptaría tan fácilmente.

- ¿Aceptaste? - ella preguntó.

- Acepté - confirmé\, Fiorella siguió mirándome. Estoy a punto de retroceder en la decisión\, lo admito.

- Quiero hacerte una pregunta\, hija. ¿Quieres casarte o no?

Ella sigue mirándome y no me gusta esa mirada. ¿Qué quiere esta niña? Pensé que estaría feliz, maldita sea.

- ¿No estás feliz? Dijiste en esta sala que no querías este matrimonio - pregunté.

- Papá\, ¿me vas a casar con Víctor? - miró a su padre y preguntó.

*¿Quién es este Víctor?*

- Podemos hablar de esto otro día\, Fiorella.

- Antes de decidir\, quiero saber algo - Fiorella levantó la voz\, yo solo observaba. - ¿Cuánto van a ganar con este matrimonio?

- Hija\, este es asunto de los hombres.

- Quiero saber antes de decidir.

- Dinero\, país aliado\, acuerdos\, tal vez nuevos miembros y mucho más - respondí\, el padre ha protegido demasiado a esta niña. Es hora de que crezca y sepa dónde pisa.

- ¿Es verdad\, papá?

- Es verdad\, hija. Hay muchos beneficios.

- ¿Puedo hablar con el señor Argo sola?

- ¿Conmigo? - me asusté. - No creo que sea una buena idea\, si querías irte\, solo tienes que aceptarlo.

Ella parece destrozada y triste. Recuerdo la escena de esta mañana en el sofá. Si me hubiese despertado dos segundos después, ella me habría tocado. ¿Qué quiere hacer esta loca? No puede sentirse atraída por mí, el padre de su futuro esposo. Además, ella es solo una niña, ¡esto es terrible! Me estremezco solo de pensar en una chica enamorada de mí.

- Papá\, déjame hablar con el señor Argo\, por favor - el padre se levanta y se va. Ella tarda unos segundos en hablar. Me quedo callado esperando a que tome coraje por sí misma. - ¿Quieres renunciar a todo esto?

- Los beneficios serían excelentes\, no puedo negarlo. Estoy de acuerdo en que ganaríamos mucho más con este matrimonio\, pero si quieres irte\, vete.

- ¿Por qué no te gustó de mí? - me quedé perdido\, no esperaba que Fiorella me preguntara esto justo ahora.

- No tengo nada en contra tuya.

- Eso es mentira - ella se levanta de la silla y agarra la mesa.

- ¿Quieres saber? - también me levanto\, ella retrocede. - Llegaste ayer y solo me has dado dolor de cabeza. Cuestionas todo lo que digo\, no respetas mis órdenes. Eres mal educada y no quiero criar una segunda hija rebelde\, Jared ya lo hace muy bien. - doy la vuelta a la mesa y me acerco a ella. - Es un favor que me haces\, niña insolente.

- ¡PAPÁ! - grita\, tengo que alejarme en ese mismo segundo.

Si ella quiere irse, que se vaya al diablo. Es un problema menos y no quiero correr el riesgo de tener una niña enamorada de mí. Sus ojos dicen mucho y tengo suficiente experiencia para saber cuándo hay algo. Huele a adolescente virgen, deseosa de ser follada. Es un dolor de cabeza que solo se resuelve con cirugía.