Liz, una joven de 22 años, quedó embarazada muy pronto y fue expulsada de su casa por sus padres, viéndose obligada a vivir con el padre de su hijo en la comunidad de La Chapa.
Tras el nacimiento de su hijo, empezó a sufrir todo tipo de abusos y humillaciones por parte de su marido.
Hasta que, inesperadamente, será salvada por quien menos imagina y vivirá una historia de amor llena de pasión, altibajos y mucha emoción.
NovelToon tiene autorización de Maria Flora para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5
Entré con Gabriel en la enfermería y vi a la chica de lejos, estaba acostada con varios hematomas y un curativo en la frente. Tomaba un medicamento en la vena. Ella lloraba bajito, suplicando algo mientras se comía las uñas.
Me acerqué, ella estaba tan dispersa que no se dio cuenta.
— Hola chica.
— Ella clavó los ojos en mí. Pero no dijo nada.
— ¿Cómo te estás sintiendo? Fui yo quien te trajo hasta aquí.
— Estoy destruida, de todas las formas en que una persona pueda estar.
Ella respondió mirando hacia un punto de la pared con los ojos perdidos.
Ella me miró.
— ¿Cómo vine a parar aquí y mi hijo? ¿Dónde está mi hijo? ¿Aquel desgraciado le hizo algo? —preguntó con la voz temblorosa.
— Tu hijo está a salvo, chica, está con mi madre.
— Tu hijo huyó de su casa para pedir ayuda mientras usted estaba desmayada. Yo lo encontré e hice lo que tenía que hacer.
— Y el....
— Ese aún está vivo, pero no por mucho tiempo. Él va a sufrir las consecuencias de lo que hizo contigo y con tu hijo. Él está preso en mi salita y de allá no sale con vida.
Ella me miró con curiosidad.
— ¿Tú no me conoces?
Ella negó con la cabeza.
— Es extraño que una persona que vive en la comunidad no me conozca.
— Yo no podía salir de casa. —respondió mirando hacia abajo.
— Yo soy Cobra, jefe del morro, pero puedes llamarme Gael.
Ella abrió los ojos asustada.
— No necesitas tenerme miedo, solo soy malo con quien lo merece.
— ¿Y cuál es tu nombre?
— L-Liz
— Liz, no necesitas tener miedo, ese cabrón nunca más va a tocarte un dedo ni a ti ni a tu hijo.
— Gracias.
— Mañana te darán de alta y yo voy a venir a buscarte y a llevarte hasta tu hijo. No necesitas preocuparte que él está muy bien.
— Gracias.
Ella tomó mi mano que estaba en la reja de la cama y apretó. Hermano, me erizó de pies a cabeza con el toque de esta chica. Pero qué carajo es esto.
La dejé en el puesto, coloqué un vapor de seguridad y fui en dirección a la casa de mis padres.
Ya estaba de mañana.
— Familia, llegué, —hablé alto desde la puerta y fui entrando.
Mis padres estaban tomando café de la mañana en la piscina junto con Dedé que estaba en bermudas jugando en la piscina con el rostro todo feliz.
Mi madre se levantó y vino a saludarme.
— Adoré al nietito que me diste. —habló toda feliz.
Mi padre se quedó jugando con Dedé y yo fui a conversar con mi madre.
Conté todo lo que sucedió y al final ella ya estaba llorando.
— Dios mío, mi hijo, cuánto que este niño debió haber sufrido y aún así es un niño dulce y educado.
— Es que usted no vio su mano, llega a dar lástima. Una chica joven, linda, pasar por todo eso.
— ¿Linda es Gael? —Mi madre preguntó maliciosa.
— No vengas mamá, solo sentí lástima por la chica y voy a ayudarla.
— Sé... Qué pena, quería tanto que Dedé fuera mi nietito.
Balanceé la cabeza y salí en dirección a la piscina.
Mi padre y Dedé se divertían.
— Y ahí amiguito, ¿está buena la piscina?
Él vino hacia mí.
— Tío, ¿y mi mamita? ¿Ella fue para el cielo? —preguntó triste.
— Claro que no, tu madre está en el hospital, te mandó un beso y mañana ella estará en casa.
Él pareció pensativo.
— Él va a golpear a mamá de nuevo.
— Dedé, tu padre fue para un lugar muy lejos y no va a volver más.
— Él abrió los ojos y pasó los bracitos por mi cuello.
— Gracias tío... sabes, a mí no me gustaba él.
— Él no va a incomodarlos más, ustedes tendrán vida nueva y una casa nueva también.
— Y puede visitar al abuelo Juan cuando quiera. —Mi padre habló y el pequeño corrió para los brazos de él.
— Dedé entonces hoy te quedas aquí, mañana voy a buscar a tu madre.
— ¿Vamos a sacar una foto tuya para mostrarle a tu madre?
Él concordó feliz, me hizo sacar varias fotos y sacó una con mis padres y una conmigo.
— Ahora el tío tiene que resolver una cosa y después voy a dormir en el hospital con tu madre.
Mis padres me miraron riendo.
Mi padre preguntó.
— ¿Y el desgraciado? ¿Ya finalizó?
— Estoy ahora mismo yendo a mandarlo para el infierno.
Mi padre me dio un abrazo.
— Haz que él sufra mucho, la muerte es poco para él.
Salí de la casa de mis padres y fui en dirección a la salita pensando.
Mi padre es bandido y yo también, pero él siempre me trató con amor y a mi madre como una reina, aún siendo del crimen tenemos principios y no aceptamos esa violencia con mujeres y niños.