Giiuseppa Lo Vasto fue una leyenda en el mundo del crimen: elegante, letal, y temida hasta por los más poderosos. Sabe de moda, de seducción y de poder. Gobernó su cartel con inteligencia y mano de hierro… pero, al final, todo ese imperio se sintió vacío. Cansada de tanta sangre y traición, decide poner fin a su vida con una sola bala, preguntándose en sus últimos segundos qué habría sido de ella si hubiera elegido otro camino.
Despierta en un nuevo cuerpo. El de Aurora Rossetti una millonaria joven de 21 años, insegura, manipulada por su supuesta mejor amiga, y destruida emocionalmente por una traición que la llevó al suicidio. Ahora Giiuseppa tiene una nueva vida, una nueva cara, y una nueva misión: reconstruir a Aurora desde las cenizas, cobrar venganza en nombre de la joven que no pudo defenderse... y vivir, por fin, con dignidad.
Pero su pasado oscuro, su astucia afilada y su instinto de supervivencia no desaparecen. Esta vez, renacerá para hacer las cosas bien.
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Cariño...
Aurora ha pasado toda la mañana con Massimo en una conferencia en Santorini. Por suerte, ha traído a su fiel guardaespaldas. Desde que luca se lo asignó, no se separa de ella.
Massimo no ha perdido oportunidad para intentar acercarse a ella, aunque con Aurora no funcionan sus juegos.
El lugar es amplio y lujoso: una hermosa villa en lo alto de una colina. Hay piscinas al borde del precipicio y todo es de color blanco: escaleras, lámparas, esculturas y jarrones, en contraste con el agua azulada de la piscina.
El lugar está lleno de periodistas y representantes de otras casas de moda. Un pianista toca una suave melodía en una esquina del gran salón, hay olores dulces y salados de diferentes bocadillos llenando el ambiente. No tuvo tiempo de avisarle a Luca y tiene muchas ganas de verlo.
Mientras las personas a su alrededor conversan, ella está inquieta. Siente una sensación extraña, como un mal presentimiento. Su pie golpea de manera inconsciente el suelo. Sonríe, pero su cabeza está en ese hombre de cabello negro que la tiene loca. Luca.
—Te estoy hablando —la voz de Massimo la saca de sus pensamientos y suspira de manera pesada.
—¿Qué ocurre? —dice, molesta por la interrupción, arrugando de manera sutil su frente.
—Llevo rato hablándote. ¿Seguirás con esa actitud? Me gustaría que volvieras a ser conmigo como antes —su tono es bajo y dulce aunque en realidad está desesperado.
—¿Es en serio? ¿Quieres que vuelva a ser una rogona insoportable? Por favor, Massimo, pasa la página, ¿sí? —pone los ojos en blanco y hace un gesto de fastidio. Un recuerdo de cuando el había humillado vilmente a la antigua Aurora surca su mente.
—Es por ese idiota, ¿cierto? Sé que últimamente se están viendo mucho —ella frunce el ceño y ladea un poco la cabeza sin entender a qué se refiere o eso le hace creer.
—¿De quién hablas, Massimo? —pregunta con falsa inocencia. —Él suspira.
—No te hagas. Se te ha visto con Grimaldi, ¿lo vas a negar? —pregunta con los dientes apretados y la mirada intensa. La sola idea lo asquea.
Aurora se encoge de hombros y sonríe con ironía.
—Ah, eso... Es obvio que se me ve con él. Es mi novio —suelta, y Massimo da un paso atrás como si hubiese recibido un fuerte golpe. Y de hecho, es así, directo al orgullo. Su rostro palidece y sus puños se cierran sin poder evitarlo.
—¿Qué...? ¿Qué demonios has dicho, Aurora? Dime que es solo para molestarme —está en negación; no puede concebir tal hecho de que estén juntos.
Aurora se ríe sin vergüenza. No puede evitar soltar una carcajada, a pesar de algunas miradas curiosas.
—¿Molestarte? Tu ego es increíble... Cómo pude gustarte... gustarme alguna vez —rectifica. Sus fosas nasales se ensanchan con cada respiración furiosa. Sus ojos, ahora de un gris muy oscuro, se fijan en él mientras da un paso hacia ella. Pero el joven que la cuida se interpone entre ambos, aumentando la frustración de Massimo. Su postura es firme y su cara refleja que no se contendrá.
—Eres despreciable. ¡Él es la competencia! —se altera un poco, ganándose de nuevo algunas miradas, aunque los presentes disimulan y vuelven la vista a otro lado.
—Lo que pienses de mí me importa muy poco, entiéndelo. Lo poco que una vez sentí desapareció —habla un poco más bajo, pero con firmeza y se gira hacia su guardia para ordenar:
—Nos vamos. Mi novio me espera —da media vuelta y camina hacia la salida. Massimo la sigue, pero no puede hacer nada, aunque lo desee. Su guardia está más que listo.
—¡No puedes irte así! Espera, ¿qué pensará tu padre? ¡Dime! ¿No ves que solo te usa? —el guardia le coloca una mano en el pecho y lo aleja con un empujón que casi lo hace caer a la piscina. La brisa marina despeina su cabello y el de Aurora, haciendo que se pegue a su cara.
—Aléjese. Es la última advertencia —espeta el joven con la mandíbula tensa y una voz grave. Luego se da la vuelta, le abre la puerta del auto y se pone en marcha.
—¡Bastardo! —grita Massimo, encolerizado. Su pecho sube y baja, y sus ojos están enrojecidos—. Maldito Grimaldi —murmura con desprecio.
Mientras tanto, Aurora va en el auto. Su respiración es acelerada y siente la ira burbujear en su sangre. No tolera a ese hombre y cada vez le resulta más insoportable.
«¿Por qué demonios no me deja en paz?», piensa y observa el cielo antes de volver a reflexionar: «Si mato solo a ese, sería lo mismo que quise evitar, ¿cierto?». Le pregunta a Dios, y luego suspira pesadamente.
El hombre que conduce la observa por el espejo retrovisor y le pregunta:
—¿Se encuentra bien? —Ella se recompone y asiente con una sonrisa nerviosa.
—Sí, no te preocupes —el guardia asiente y contesta su teléfono con el manos libres.
—Diga... Sí... No pasa nada, todo está bien. Como ordene —cuelga, y ahora es Aurora quien pregunta:
—¿Hay algún problema? —El hombre niega y cruza la mirada con ella a través del espejo.
—Todo bien. La llevaré al hotel.
Aurora asiente, más tranquila, y busca su teléfono para llamar a Luca. Al revisarlo, se da cuenta de que está descargado.
—¡Mierda! —suelta, y el hombre la observa, preocupado.
—¿Qué ocurrió? —Aurora suspira ante su pregunta y le muestra el celular.
—Se apagó. Conoces a tu jefe, debe estar enloquecido —dice, preocupada.
—Vaya que lo está —murmura en voz baja.
Al estacionar el auto frente al hotel, alguien se acerca y abre la puerta de golpe. Sus ojos intensos chocan con los de ella.
—Cariño —dice, pero él sigue serio.
y Luca su gran amor 😍🥰😍🥰👏👏👏
Hablando de otro tema, pienso que Aurora no debería contarle a los papás quien es ella en realidad, para que causarles ese dolor? tal vez a Luca, ya que él no conoció a la verdadera Aurora y no sufriría esa perdida. 🧐🤔🇨🇴