Primer libro de la saga Lobo.
⚠️ CONTENIDO (+18)⚠️
Ella es una hermosa peliroja vendedora de flores, que trabaja duramente para la mujer que la recogió después de la trágica muerte de su familia, la cual fue cruelmente asesinada.
Él es el futuro líder de la mafia italiana y para poder posicionarse en ese puesto primero su padre le exige matar a un traidor, y luego le exige también una Dama que gobierne a su lado. Un día cualquiera conoce a una vendedora de flores que lo deja cautivado desde el primer instante, se obsesiona con ella y la rapta para que sea su Dama, su Reina, su esposa...
Lo que ambos no saben es que tanto su pasado como su futuro están relativamente unidos.
¿Nacerá el amor o el odio?
¿Podrán perdonar o condenarse?
¿Podrán olvidar y superar?
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Llanto y Juramento
Angélica...
No puedo evitar reír ante las ocurrencias de mi mejor amiga, hasta se me olvidó por unos segundos lo que me espera en casa.
—Creo que hasta razón tienes, amiga —le respondo casi muriendo de la risa.
—Oye, Angélica, ya que estamos hablando de esto, ¿tú y mi hermano ya... lo hicieron?
La pregunta de mi amiga Fátima hace que mi risa se esfume de inmediato. Recuerdo que hace más o menos quince días quise aprovechar que Fátima no estaba en casa, entonces organicé un poco el lugar para tener mi primera vez con mi novio, pero él no quiso. Me dijo que aún no era tiempo, que no era el lugar correcto, que esperara un poco más y no sé cuántas cosas más que mejor ya no quiero ni recordarlo. Me sentí estúpida y hasta rechazada. Puedo decir que lo noté hasta con ganas, al igual que yo, pero se reprimió y no quiso avanzar. Bueno, supongo que habrá tiempo para eso.
—No, aún no, él quiere esperar un poco más —le respondo cabizbaja. —¿Tú ya lo hiciste? —le pregunto también.
—¡Sí! —exclama emocionada—. Y no imaginas lo lindo y rico que fue. Fue doloroso al principio, pero luego se volvió placentero y delicioso. Mi novio es un amor.
—Me alegra mucho que hayas dado ese nuevo paso con el hombre que amas y que lo hayas disfrutado —le digo sinceramente—. ¡Te quiero mucho, Fátima, y te deseo lo mejor!
—Y yo a ti, Angélica. Eres como mi hermana. Sí, eres mi amiga, mi cuñada y mi hermana de corazón —besa mi frente en gesto fraternal y yo hago lo mismo con ella.
—He traído pizza para cenar —llega Dionisio sonriente, besa la frente de su hermana menor y luego mis labios—. ¿Qué tal su día, chicas?
_El mío estuvo súper, vendí todo y llevo la cuota completa para la señora amargada. —responde Fátima.
El mío no tanto, no llevo la cuota completa y ya imagino todo lo que dirá la señora Berenice. —contesto con el pecho comprimido.
No sabes cuánto lo siento. —dice mi novio y me entrega una porción de pizza barbacoa, la tomo y comienzo a comer rápido; no he probado nada en todo el día, hoy no me atreví a tomar ni un euro para comprarme aunque sea un pan.
Comemos la pizza y luego nos dirigimos a casa de la señora Berenice, ella nos espera en la entrada con cuaderno en mano y yo, cuando la veo, siento mi corazón en la garganta.
El primero en entregar es Dionisio, luego Fátima y por último yo; la cara de desagrado de la señora Berenice lo dice todo y mira con cara de querer ahorcarme.
—¿Qué es esto, Angélica? —pregunta enojada.
—Lo siento, señora Berenice, no pude vender todo temprano y antes de que se marchitaran el resto de las flores decidí venderlas a un precio más económico para no perder tanto. —Una bofetada es la respuesta que me da.
—No le pegue, señora, ella hizo bien. —alega Dionisio.
—¡Largo de aquí! —la señora Berenice lo señala a él y a su hermana. —Esto es entre ella y yo. —Me señala. —Así que si no quieren perder su empleo y no volver a trabajar nunca más, es mejor que se marchen ¡Ahora!
Los miro en silencio, sobando mi mejilla maltratada y con la mirada les digo todo y ellos entienden; es mejor que se marchen, no quiero causarles problemas.
—Ve a organizar la cocina y luego a tu habitación. —me ordena cuando Fátima y Dionisio se van. —No quiero escuchar llanto, ni quejas, ni reclamos; te quedas sin cenar y mañana te quiero levantada a las 04:00 AM.
Voy a la cocina y organizo todo a la velocidad de un rayo, luego subo las escaleras sin refutar nada; la garganta me arde y los ojos me pican, y cuando cierro la puerta de mi habitación, me permito llorar, me deslizo por la fría pared hasta que llego al piso, lloro, me lamento y me juro a mí misma, entre llanto, dolor y rabia, que un día me marcharé de aquí y seré feliz en otro lado, donde no me humillen, ni me ultrajen, ni me castiguen, y mucho menos me golpeen.
Yo le agradezco a la señora Berenice el haberme sacado de las calles, darme un techo y comida, pero la odio por todo lo que hace conmigo...
Media hora después, me levanto del frío piso y me voy al baño, me ducho, lavo mis dientes. Cuando salgo del baño, me coloco la ropa interior y una pijama cómoda, cepillo mi cabello rojizo y luego tomo un libro de mi mesita de noche. Me acuesto sobre mi incómoda cama a leer un rato. Me gustaría ir a la universidad; terminé mis estudios escolares gracias a que le rogué de rodillas durante una semana entera a la señora Berenice para que me dejara hacerlo. Me tocaba acostarme tarde y despertar temprano, pero valió la pena, aprendí a leer y escribir. Y si quiero ir a la universidad, debo irme del lado de la señora Berenice porque sé que ella no me dejará, ni tampoco tengo el dinero suficiente para hacerlo.
No sé a qué horas me quedo dormida, pero despierto agitada por una horrible pesadilla que me hizo recordar lo que pasó doce años atrás. Siento mi corazón latir rápido y me lleno de miedo. Miro la hora: ¡Oh! Faltan diez minutos para las cuatro, así que no intento dormir más. Salgo de la cama y me dirijo al baño, hago mis necesidades fisiológicas y luego me lavo los dientes y la cara. Recojo mi cabello y me coloco un suéter por encima de mi pijama. Salgo de mi habitación y de inmediato me pongo a hacer todos mis quehaceres. Cuando termino de asear y organizar todo, pongo a hacer el café para doña amargada. Cuando todo está listo, subo a mi habitación, me ducho y me arreglo con un vestido largo y blanco con puntos negros, una chaqueta negra por encima. Peino mi cabello y lo ato en una coleta alta, me coloco un par de aretes pequeños, me aplico loción y salgo al local de la floristería y tomo una canasta con el doble de flores de las que vendo a diario, salgo de la casa antes de que la señora Berenice se levante. No quiero verla y voy a demostrar que yo sí puedo.
Más o menos así me veo; claro que mi cabello es rojo.
💕👏