Después de una ruptura, Camila encuentra consuelo en un hombre prohibido con el que descubre sensaciones que nunca había sentido, Pero las cosas cambiarán cuando descubra que es casado
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tristeza.
Sebastián se asomó por la ventana con la esperanza de que su mamá ya se hubiese marchado. Una vez que se dio cuenta de que efectivamente ya no estaba, me apresuré a salir del baño.
—Camila, ¡espera, por favor! —oí que decía Sebastián, su voz resonaba con un tono de urgencia.
Al llegar a mi habitación, una ola de culpa me invadió. Me sentía como la peor persona del mundo, completamente miserable por las intensas emociones que él despertaba en mí. Era incapaz de resistirme a su cercanía, a su toque, y eso me atormentaba.
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Por otro lado, Sebastián había regresado junto a Jimena y Rolando, quienes le preguntaron por Camila.
Ella se sintió un poco mal, así que me dijo que iba a subir a descansar. —comentó Sebastián.
—No creo que realmente se sienta mal, creo que simplemente está volviendo a hacer sus berrinches tontos —respondió Jimena, visiblemente molesta.
—Por favor, madre, ¡ella realmente se sentía mal! —exclamó Sebastián, defendiendo a Camila.
Sebastián únicamente estuvo con ellos unos minutos antes de despedirse y marcharse. Sin embargo, a pesar de todo, esa noche había sido increíble para él, una sonrisa no se borraba de su rostro.
Ala llegar a su departamento se desplomó en la cama y cerró los ojos exhaustos y se quedó completamente dormido hasta la mañana siguiente.
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A la mañana siguiente, Sebastián llegó muy temprano a la oficina, entusiasmado por la posibilidad de encontrarse con Camila. Sin embargo, al entrar, se encontró con una imagen que le provocó una mezcla de emociones: Camila, Cecilia y Emiliano estaban conversando animadamente. La escena le generó una gran dosis de nervios y ansiedad.
—¡Buenos días! —saludó Sebastián, enfocando su mirada en Camila.
Cecilia, con una gran sonrisa en el rostro, interrumpió la tensión al dirigirse a Sebastián:
—Mi amor, vine por ti. Hoy tenemos el desayuno con mi mamá. Mientras te esperaba, encontré a Camila y le estaba contando lo que ocurrió en nuestro viaje a la playa, cómo fue que nos comprometimos.
Sebastián desvió su mirada hacia Camila, quien, a pesar de la conversación alegre a su alrededor, parecía estar en otro mundo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y eso lo inquietó aún más.
—Yo iré a trabajar —dijo Camila de manera firme, intentando ocultar sus emociones.
El ambiente se tornó tenso, y Sebastián sintió un nudo en el estómago al ver el dolor reflejado en los ojos de Camila.
Emiliano, miró a Camila que se había indispuesto, no quería incómodarla, pues aún no entendía que pasaba así que el también se fue a su oficina.
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Camila no había salido a comer, así que ya se había hecho demasiado tarde. Por eso, Emiliano decidió tocar nuevamente a su puerta.
—Hola, Camila. Ya es muy tarde y he traído algo para comer, aprovechando que el jefe no ha estado en toda la jornada —dijo Emiliano, mientras sonreía de una manera tierna.
Camila sonrió, intentando disimular lo que realmente sentía. Ambos se acomodaron en la suave alfombra del salón, rodeados de un ambiente acogedor y cálido, y comenzaron a disfrutar de la deliciosa comida china que había. Mientras compartían historias y reían, la conversación fluía de manera natural. Sin embargo, Emiliano no podía evitar fijarse en los ojos de Camila, que estaban visiblemente hinchados. Esa hinchazón era un claro indicio de que había estado llorando durante un buen tiempo, lo que le llenó de preocupación. Aunque ella intentaba mantener una actitud alegre, él sabía que algo la estaba afectando profundamente.
Sabes mañana es nuestro descanso y yo iré a montar a caballo a mi rancho no sé si quisieras ir.!_ dijo emiliano intentando acercarse a ella.
Camila se quedó callada, necesitaba no estar en casa así que acepto.
Si claro.!_ dijo Camila suspirando.
Ambos salieron de la oficina y Emiliano la dejo en casa y a lo lejos los miraba Sebastián con tantos celos que no podía controlar.