Lobo Jefe (Libro 4) Saga Dumont

Para sorpresa de Sébastien, su luna se ha adaptado muy bien al estilo de vida de la manada, parece que hubiera nacido siendo parte de ésta.

Beneditte y Rebecca, le mostraron todo lo que una luna debe saber y debe trabajar en pro de la manada. De cierta manera todo esto le ha devuelto las ganas de vivir, en especial, su vínculo con Sébastien.

Luego de perder a su familia, ella quedó desolada, vivía en una constante depresión, se levantaba cada día por inercia, poco a poco, su lobo le ha regresado a la vida. Siempre va a amar a su familia, siempre va a doler su ausencia, ahora es un tanto más tolerable ese dolor, está aprendiendo a vivir con ello.

- Hola Flaquita, ¿me extrañaste?, porque yo a ti si. - le dice el alfa, abrazándola por la espalda.

Sandra recuesta su cabeza sobre el pecho de su amado, cierra sus ojos y aspira ese aroma que tanta tranquilidad le trae.

- Mucho, - se da vuelta para poder mirarlo y rodea su cuello con sus brazos, él la sigue sosteniendo por la diminuta cintura - es como una naciente necesidad de poder sentirte cerca, poder tocarte.

- Es el vínculo, aunque espero que no solo sea eso, quiero que me ames más allá, porque yo te estoy amando más allá de nuestro lazo. - le confiesa.

La humana siente su corazón calentarse ante aquellas palabras, y es que jamás se imaginó que al venir a Francia, Dios le tendría un hermoso regalo después de tanto dolor.

- Créeme, con todo lo lindo que te portas conmigo, tus besos, tu paciencia y tu amor, me tienes rendida ante ti. - ella también se confiesa.

- Ya quiero que sea luna llena, para poder hacerte mía, totalmente mía. - refriega su masculinidad en el vientre de ella, provocando excitación y preocupación por lo grande que se siente - Así me mantienes, Flaquita.

La besa con pasión, tratando que con besos, por lo menos se sosiegue un poco esas ansias locas que tiene de poseerla. Ahora comprende esos arrumacos de sus padres, abuelos y tíos, que le parecían una exageración.

- Te amo mi Flaquita. - le dice besando el punto exacto donde irá su marca, mientras disfruta el aroma que desprende por su excitación.

- Yo también te amo mi precioso lobo. - responde ella, disfrutando de esos besos que le envían descargas eléctricas por todo el cuerpo, en especial en aquella zona.

- Hoy volvemos a París, debemos organizar todo para el gran evento de fin de año. - le dice el alfa - Tú como la luna, debes hacer una gran fiesta, obvio, te ayudaré, al igual que los organizadores de eventos, pero eres tú quien decide.

- Vaya, es mucha responsabilidad, espero poder hacerlo bien. - dice un tanto preocupada por tamaña responsabilidad.

Pronto bajan al primer nivel de la mansión, ya con las maletas listas para volver a la ciudad, con la promesa de volver a fin de mes para celebrar el ritual de unión y la presentación de la nueva luna.

Las dos parejas abordaron el helicóptero para regresar a la capital francesa. Cada uno venía en su idilio, la Tigresa y su lobo, estaban que en cualquier momento se comían la torta por anticipado. Sandra y Sébastien, solo se miraban con complicidad al ver a esos dos, que ahora parecían estar en celo.

En cuanto llegaron al helicóptero, descendieron para ir a sus viviendas. Sébastien le había propuesto a Sandra que vivieran juntos, ella a pesar de su renuencia, terminó por aceptar, así que primero fueron al pequeño departamento donde ella vive, recogió sus cosas, en especial, la fotografía de ella con su familia en uno de los diciembres bonitos que disfrutaron como la familia unida que eran.

A la mañana siguiente, muy temprano, la feliz pareja llegó al edificio de la compañía Dumont. Todos los saludaban, con una reverencia leve.

Al llegar a la oficina, ya los organizadores de eventos se encontraban esperándolos, también eran lobos.

- Alfa, luna, estamos a sus órdenes. - habla el director de eventos.

- Gracias, por brindarnos su ayuda. - dice Sandra, mientras Sébastien, solo hace un asentimiento de cabeza.

Sandra se fue con el grupo de tres que vinieron, hubo sugerencias que le parecieron muy buenas, otras no tanto. El color de la decoración, la ubicación de las mesas y hasta pensaron en una subasta para recoger fondos que irían destinados a los hogares infantiles de la manada.

Realizó una video-llamada con Becca y Beneditte y les contó de la idea de la subasta para la recolección de fondos, ambos apoyaron esa iniciativa y decidieron que al día siguiente irían a ayudarla.

El alfa miraba desde lejos todo lo que su Flaquita hacía, de verdad que la diosa si que sabía elegir para sus hijos, lo mejor. Sandra era tan voluntariosa como su abuela, dada a la gente y con una humildad excepcional que lo hacía sentirte orgulloso.

Ahora se sentía un idiota cuando al principio no la vio aparente, solo por ser humana, pero al mirar a su abuela y todo lo que ha aportado a Lune de Sang con entereza y firmeza, sabe que ellas nos son humanas comunes, son las elegidas de la diosa Luna.