Tras años lejos de casa, Camila regresa solo para descubrir que su hermana gemela ha muerto en circunstancias misteriosas.
Sus padres, desesperados por no perder el dinero de la poderosa familia Montenegro, le suplican que ocupe el lugar de su hermana y se case con su prometido.
Camila acepta para descubrir que fue lo que le ocurrió a su hermana… sin imaginar que habrá una cláusula extra. Sebastián Montenegro, el hombre con quien debe casarse, es tan frío como enigmático.
Pronto, los secretos de las familias y las mentiras que rodean la supuesta muerte de su gemela la arrastrarán a un juego peligroso donde fingir podría costarle el corazón… o la vida.
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Verdades.
—No, esto nunca fue parte del plan.
Le dice Sebastián y yo me quedo congelada sin procesar lo que acabo de leer.
—La importancia de leer las letras chiquitas.
Dice el abuelo riéndose.
—No, eso no pasará.
Dice y lo veo salir, yo sujeto la maleta y subo rápido, me cambio y tomo mi bolso.
Cuando bajo mis padres están esperando en la sala.
— Es una exelente noticia, perdimos una hija y tú nos darás un nieto.
Dicen y los veo mal.
Salgo y un señor con traje se acerca.
—Señora, soy su chófer ¿a dónde quiere que la llevé?
Me pregunta y solo subo al carro, mis padres suben al suyo y le digo que vaya al aeropuerto.
Tengo cosas pendientes que arreglar.
Una vez que me deja ahi, compro un boleto y cuando estoy por abordar veo a mi padre llegar, lo veo por el cristal buscandome, subo ubicándome en mi asiento.
Apago mi celular y cierro los ojos.
Una vez llegando me voy a la casa donde me quedaba, guardo todas mis cosas y me dirijo a la escuela para darme de baja.
Me despido de mis compañeros, salimos a una plaza y entrada la noche regreso a la casa.
Entro y mi padre está esperando, está molesto viéndome.
—¿Aqui es donde te vienes a esconder?
—Tenia cosas que hacer.
Le digo y el se queda viendo a la nada.
—Cuando las tuve en mis brazos, me sentí el hombre más afortunado del mundo, dos hermosas hijas.
—viste dos oportunidades de salir de la pobreza.
— No fue así.
—Asi lo veo por qué así lo demuestras.
Le digo y el suspira levantandose.
—Vamos por qué el abuelo Montenegro mando a buscarte, cree que escapaste.
— ¿Que ocurre si no cumplimos lo de la cláusula?
—No habrá divorcio.
— Todos están mal de la cabeza.
Le digo y el toma mis maletas, regresamos diferente ya que un avión privado nos espera.
Cuando llegamos a la casa donde vivire con Sebastián, mi madre me espera molesta.
—No vuelvas a hacerlo.
Me dice y la ignoro, una empleada sube mis maletas y entro ignorandolos.
— Te estoy hablando.
Me grita mi madre y le doy la cara.
—Te escuché madre, claro y perfectamente ahora vete de mi casa.
La empleada se sorprende y mis padres salen molestos.
—¿Señorita quiere que le prepare el baño?
Me pregunta con miedo y niego, veo la hora y son las 11 de la noche.
—Me retiró, cualquier cosa estaré en las habitaciónes de los empleados.
Me dice señalando dónde se quedara.
Son unas habitaciones muy independientes de la casa.
La observo salir y subo a mi habitación, saco la ropa que me pondré y escucho como se abre la puerta principal.
Los pasos en las escaleras se aproximan, la puerta se abre y Sebastián entra.
— Crei que ya no te vería.
—No me digas que me extrañaste.
Le digo burlandome.
—Ni tus padres lo hacen, que te hace pensar que alguien te extrañara.
Me dice y sonrió caminando al baño.
— Te sorprenderia la cantidad de personas que me quieren.
Miento por qué no quiero que el tenga la última palabra.
—Los hombres que les pagas no cuentan.
Me dice y entro al baño estoy por cerrar y saco la cabeza.
— Pobre de ti que tuviste que comprar una esposa por qué de grátis nadie quiso.
Le digo cerrando y poniendo seguro cuando lo veo caminar hacia el baño.
Me meto a la bañera para que el no entre, me quito la ropa y abro la regadera, pero la puerta del baño es abierta forzosamente.
Me tapo con mis manos cuando la puerta corrediza es abierta.
—Que te pasa imbécil.
Le grito sorprendida.
—Repite lo que dijiste.
Me dice viéndome al rostro.
—Sal, te lo repetiré afuera no aquí.
—Solo atrevete.
Me dice y no dejo de taparme.
—Salte o te acusaré de loco acosador.
Le digo y el se ríe, camina a la salida.
—He visto mujeres de verdad, tu eres un chiste a su lado.
Me dice y el imbécil se me queda atorado, no quiero que regrese, espero que salga y me baño rápido.
Salgo con mi ropa de dormir, me ajusto la bata y me acomodo en la cama.
—No te creas el último hombre sobre la tierra que creeme he visto hombres guapísimos y tú no les llegas ni a los talónes.
Le digo y sonrío cuando el apaga la lámpara de su lado.
Ya lo dije, haya pasado lo que haya pasado con Carina todos están baja mi radar y tengo para poner a cada uno es su lugar.
Yo crei que era la cuñada pero ahora dudo porque ella tenía ese trastorno.
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